Cuatro horas después…
—No creo que pueda salir así, Brenda —insisto, mirando el vestido.
—Dime que estás bromeando, McKenzie —protesta, cruzándose de brazos—. Ese vestido es perfecto. Estás mucho más hermosa que la hurraca de mi prima.
—¿Hurraca? —Sonrío ante el sobrenombre.
—Ella es muy buena delante de la gente, pero es un incordio de persona. Pelea por todo, nada le gusta, y cuando todo no sale como está previsto, no quieres ni verla enojada.
—Cuando la pintas así… —comento mientras coloco los zarcillos en forma de estrella en las orejas—. ¿Sería mala persona si digo que acabas de describir también a Talia Sprouse?
La asiática parpadea por unos instantes y añade:
—Nah. Esas brujas se llevaban bien. y ya veo el por qué.
Clarissa y Brenda encontraron un vestido que combinaba perfectamente con mis ojos verdes. Hasta la cintura y cae en cascada hasta el suelo. Varias piedras adornaban la parte delantera, y la tela que cae, brilla con el mínimo resplandor de luz en ellas, como si pequeñas estrellas estuvieran incrustadas en él. Uno de los hombros está desnudo, pero en el otro solo hay dos pequeñas cintas con pequeñas piedrecillas brillantes pegadas a ellas.
Mi colgante no me lo he quitado. Clarissa me regaló los pendientes en forma de estrella y Brenda me prestó unos tacones de aguja de diez centímetros que combinan perfectamente con el vestido. En cuanto a maquillaje, preferimos dejárselo a Lilith. Esa pequeña asustadiza es una experta en eso. Mi cabello rebelde lo dejé en manos de Brenda. Ella hace maravillas en él. Aún no sé cómo lo logra.
—Estás perfecta. Cuando Javier te vea, vamos a tener que recoger la baba en el salón. —Suelto una carcajada por su voz cantarina.
—Brenda, León solo necesita una amiga que le brinde apoyo.
—Para amiga estoy yo que le he aguantado durante 16 años. —Aprieta los labios y me miró con ojos curiosos—. ¿Ni siquiera amigos con derecho a roce?
—¡Brenda! —reclamo, y ella ríe a carcajadas.
—Está bien, está bien. —Levanta sus manos en señal de rendición—. Solo amigos… por ahora. —Niego con la cabeza y ella sonríe—. ¿Te manejas bien con esos? –preguntó mirando mis zapatos.
—Puedo bailar zamba con ellos.
—Esa es la actitud –añade en tono burlón al ver la ironía en mi voz y unos toques en la puerta nos interrumpen—. Adelante. –Tom asoma su cabeza y sonríe.
—Chicas, ¿están lis…? —Al verme, deja de hablar—. Allison, estás…
—¿A qué está hermosa? —insiste la asiática con sorna—. Vamos, Tommy. Deja la baba, que esta chica ya pertenece a alguien.
—Ah, sí? —preguntamos Tommy y yo al unísono.
—Brenda, ni se te ocurra —le amenazo señalándola con el dedo.
—Nos vemos abajo.
Lanza un beso y saca a Tommy del cuarto a empujones antes de cerrar la puerta.
—Espero que esta noche sea tranquila y pasiva. —Cruzo los dedos y tocan a la puerta nuevamente—. Adelante. —Esta vez, la cabeza que asoma es la de Austin. Por su cara, le gusta lo que ve.
—Wow. En verdad quieres romper corazones esta noche. —Recuesta su hombro al marco de la puerta—. Estás preciosa.
–Tú también estás guapo.
Me acerco con galantería. Sus ojos negros me miran divertidos y su pelo rubio cenizo sin peinar cae en su frente.
—¿Lista para esta noche? Va a ser un poco tensa. —Bufo por lo bajo y respiro profundo.
—Esperemos que la hurraca y Don Pingüino se mantengan al margen, y no causen estragos.
—¿Hurraca? ¿Don Pingüino? ¿Quién…? —Una sonrisa aparece en sus labios—. ¡Qué ocurrencias las tuyas, Allie! —Me encojo de hombros en señal de despreocupación.
Eleva su codo y lo entrelazo con el mío. Salimos de la habitación con paso lento hasta llegar a la planta baja. Increíblemente, supe manejarme con el par de zancos que tengo puestos en los pies. Un mal paso y voy a rodar como pelota.
En el centro de patio todo está diferente. Luces van desde un dormitorio al otro, alumbrándolo completamente enfocándose la mayor parte en la fuente. Carpas blancas la bordean donde hay varios estudiantes acomodados en las sillas y mesas, mientras hablan y ríen entre ellos.
Las banderas de las torres fueron quitadas y colocaron dos nuevas. Una de ellas es la nuestra. Negra con el escudo del colegio. La otra es de color escarlata impregnada con un león, un águila, un caballito de mar y una antorcha en dorado.
«Ugh, que mal gusto», pienso mientras camino hacia el comedor para unirnos a nuestros amigos en la entrada.
Lilith tiene un vestido azul cielo que se ajusta a su silueta. ¡Y qué silueta! Maquillaje sencillo y el peinado es obra de Brenda. Tom tiene un traje de tres piezas y una pajarilla dorada.
Brenda… es Brenda. Un vestido color marrón se ajusta hasta su cintura y cae hasta rozar el suelo. Su cintura está adornada con una cinta de piedras doradas. Un maquillaje sencillo y un peinado elaborado. Pendientes en forma de lágrimas también dorados y unos zapatos de aguja dorados le daban el toque final.
—Me encanta como te queda —dijo Lilith—. Hicieron un buen trabajo.
—Clarissa siempre ha tenido manos para este tipo de detalles. Elaborar un vestido en dos horas no es nada fácil —explica Brenda.
—No sabes cómo les agradezco a ambas por este gesto.
—Clarissa es como una madre para mí, y a ti te tiene mucho cariño.
—Allie es un amor. ¿Quién no la amaría? —comenta Lilith.
—Jessie —respondió Brenda.
—Alice —agrega Austin.
—Talia —añade Tommy y pongo los ojos en blanco.
—No están ayudando —intervengo y todos sonríen—. Chicos, voy por algo de beber. ¿Alguien quiere algo? —Niegan con la cabeza—. Austin, creo que la directora te llama. Nos vemos en un instante.
Las usuales mesas de madera desaparecieron por completo en el iluminado comedor y una alfombra de color carmesí se extiende por todo el pasillo hasta los escalones de la plataforma. Las ventanas están abiertas permitiendo que aire fresco entre en la estancia, y mueva las cortinas doradas y plateadas acomodadas a cada lado de las ventanas.
Editado: 04.10.2024