—Mira, Allie. —Señala Brenda emocionada hacia la ventana—. Está nevando.
Ambas nos levantamos de la cama y vemos los primeros copos de nieve cayendo del cielo.
—Hoy será la primera noche de diciembre. —Nos acercamos al balcón y acomodo mis brazos en la baranda.
—Eso significa fiesta y baile —comenta, emocionada, dando pequeños brincos.
—¿Cómo llevas lo tuyo con Austin? —Su sonrisa se esfuma al instante—. Ah, no. Puedes mentirle a cualquiera menos a mí, Brenda Clark.
—¿Es tan evidente? —Sus mejillas comienzan a tornarse rosadas.
—No, pero me lo acabas de confirmar. —Ella sonríe. La había atrapado sin darse cuenta.
—Austin es un chico maravilloso. —Entra a la habitación dando vueltas y cae en su cama.
—Ya lo sé. Es muy amable e inteligente —secundo, sentándome en su cama en modo indio.
—Desde que bailamos esa noche, no he parado de pensar en lo divertido que es. ¿Tú como lo llevas?
—No me digas que tú también. —Bufo mientras agarro una botella de agua y me tomo todo el contenido. ¡Qué sed más horrible!
—Por favor, Allie, tienes a los dos chicos más buenorros del colegio detrás de ti.
—Chris y Javier no están detrás de mí —insisto una vez más—. Simplemente somos amigos. Es la pura verdad.
—Ya. Lo que tú digas. —Se levanta como un resorte de la cama en dirección a su armario. Abre las puertas y mete la cabeza—. Casi lo olvido. —Me entrega una enorme caja de su interior forrada de blanco adornado con un lazo color esmeralda—. Esto llegó para ti en la mañana. Como estabas durmiendo, te lo guardé.
—¿De quién es? —pregunto y coloco la caja en la cama.
—Ni idea. No tenía remitente.
Con curiosidad quito el lazo con cuidado y abro la caja. Aparto unas telas blancas y aguanto el aliento al ver el contenido.
—Dios mío. Sácalo, sácalo.
Con delicadeza, saco el vestido color champán con pequeños diamantes incrustado. Brenda me ayuda a ponérmelo. La tela es extremadamente suave. Se ajusta hasta mi cintura y cae hasta el suelo sin mangas. La espalda está casi descubierta por completo, pero finas cintas del mismo color de la tela van de un extremo al otro en forma de corset. Una cinta dorada delimita entre la cintura y la larga falda, y una abertura a la izquierda muestra mi pierna hasta la mitad del muslo.
—Es precioso. —Brenda rebusca en la caja—. Allie, también hay unos zapatos de muerte. Esto debe haber costado mucho.
Eleva ambos zapatos blancos de aguja en la mano derecha y en la izquierda una caja unos pendientes largos con pequeñas piedras incrustadas, deja los accesorios encima de su cama y sacó una tarjeta.
—Es para ti. —Tomo el sobre color marfil con mi nombre en letras doradas—. ¿De quién es?
—Este regalo te lo debía por arruinarte el vestido anterior. Recibí mucha ayuda. Gracias por salvarme esa noche. Talia.
—¡¿Talia te regaló este vestido?! —exclama Brenda—. Tiene buen gusto.
—Ahora que lo recuerdo, esa noche el vestido fue confeccionado por ti y Clarissa. Perdón por los zapatos. —La asiática hace gesto de despreocupación con la mano.
—Era hermoso y los cold lo arruinaron por completo, pero mírate. —Me señala—. Estás divina.
—¿No crees que es un poco extravagante?
—Tonterías. Ese vestido es perfecto para esta noche. Ya me estoy imaginando el peinado. Vas a estar preciosa.
—Dime de ti. ¿Tienes algo para esta noche?
Ella asiente emocionada. Con mucho cuidado me quito el vestido. Con el pijama puesto, me lanzo a la cama boca arriba. Frunzo el ceño al ver algo raro cerca de la lámpara
—¿Qué es eso?
—¿De qué hablas? —murmura Brenda colocándose en la misma posición que yo—. Eso no estaba ahí.
Me levanto en la cama para ver mejor, pero no soy lo suficientemente alta.
—Alcánzame la silla.
—Allie, no quiero que tengas un accidente en la primera noche de navidad.
—Anda, boba. Alcánzame la silla. —Miro con detenimiento una especie de escritura antigua—. No tengo ni idea de lo que dice.
—¿Qué idioma es?
—Parece muy antiguo. ¿Sabes de alguien que pueda leer esto?
—Creo que Tommy tiene un decodificador de esas cosas. Austin debe de tener algún diccionario regado por ahí.
—Dame una hoja. Voy a copiarlo. —Cuando termino de transcribirlo se la entrego a Brenda—. Dáselas a Tommy. Dos cabezas piensan mejor que una.
—¿Tú que harás?
—Es una intuición.
Me cambio los pantalones de dormir por unas leggins blancas, una camiseta negra y mis vans grises. Recojo el desastre de mi cabello en una coleta alta y salgo corriendo por el pasillo hasta la segunda planta. Con urgencia, toco la puerta de Clare, la compañera de cuarto de Lissa. Ella abre casi al instante.
—¿Allison? ¿Qué ocurre?
—¿Puedo entrar un momento? —Asiente confundida y me adentro en la estancia—. ¿Cuál era la cama de Lissa? —Señala hacia la derecha—. ¿Me alcanzarías esa silla?
Al observar alrededor la lámpara, mis sospechas toman forma. Como había presentido, encima de la cama de Lissa está la misma escritura que en nuestro cuarto.
—¿Todo bien? —pregunta Clare preocupada.
—Sí, perdóname. —Me bajo de la silla con lentitud—. En los pisos superiores hay filtraciones y solo quería saber hasta dónde había llegado. ¿Sabes cuál era la habitación de Lilian?
—Dos a la derecha.
—¿Y la de Jenna y Amy?
—La última del pasillo. ¿Allie, en verdad todo está bien?
—No te preocupes.
Las tres chicas siguientes tenían escritura encima de sus camas con excepción de la compañera de Lilian. Estaba limpia. Tengo que ir al ala de los chicos.
—Javier. —Toco su puerta con desespero—. Javier, abre la puerta.
Unos minutos después me recibe un torso desnudo y un chándal gris. Unos ojos verdes me observan somnolientos.
—¿Allie? ¿Qué ocurre? —Pasa la mano por su rostro adormilado.
—Necesito entrar a tu habitación. —Con esas palabras, todo su sueño se había esfumado.
Editado: 04.10.2024