Ahora entiendo varias historias de mis padres. Ellos se conocieron en el primer baile de invierno. Yo lo había relacionado con empresas o eventos en común, pero ahora es que aterrizo en la verdadera realidad. Ellos se conocieron en su primer año en el colegio Elements.
Mi padre dice que nunca había visto a un hada bailar debajo de las luces de la luna hasta que la vio a ella bailando con su mejor amigo en aquel entonces. Él, después de tantos años, sonríe al contar esa historia, y mi madre aún se sonroja al recordar ese momento.
Ella dice que estaba bailando con Héctor, su mejor amigo, y mi padre les interrumpió. Ambos bailaron toda la noche y sin más la besó. Ella le dio un bofetón… y después lo beso. Gracioso, ¿verdad?
—¿De qué te acuerdas? —pregunta Chris tocando mi mejilla con el dedo. Al parecer sonreía de forma inconsciente.
—Lo siento. A mi mente vino la historia de cómo se conocieron mis padres.
—¿Y eso te resulta gracioso? —Me da una vuelta y seguimos bailando—. Y yo creí que estaba siendo romántico.
—Oh, créeme. Con esos dos, pueden ser ambas cosas al mismo tiempo.
—¿De verdad? —Sonríe divertido—. Estoy ansioso por conocerlos.
—¿Por qué querrías hacer eso?
—Pues porque fui el chico que te besó por primera vez. —Me detengo al instante.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Allison, ¿en serio preguntas eso? —Salimos a tomar un poco de aire—. Sé cuándo beso a una chica experimentada. —Mi mano agarra vida propia e impacta en su cara. Sus ojos negros me miran confundidos.
«Esas cosas no se le dicen a una mujer. ¿Será bruto?», pienso muy molesta.
—¿Qué dije?
—¿Experimentada? ¿Quién te has creído que eres, Christopher Gray? ¿Crees que porque eres el chico más popular o el más bueno en cuerpo y habilidades, puedes hacer y decir lo que se te venga en gana? No sé a qué tipo de chicas estás acostumbrado, pero puedo decirte que no soy una de ellas. —El viento comienza a azotar un poco más fuerte y copos de nieve comenzaron a bailar a nuestro alrededor—. No tienes ningún derecho a decir eso en voz alta. ¿Para qué?
—Esa no fue mi intención.
—Te consideraba mi amigo hasta hace cinco minutos. Ya veo que el gran Christopher Gray no puede estar tranquilo sin decir sandeces. —Giro sobre mis talones, pero él me agarra por el brazo con suavidad. Me acerca a él, envolviéndome en un cálido abrazo.
—Vuelvo a decirte que esa no fue mi intención.
Todo el enojo que tenía hace unos segundos se va disolviendo. Mi corazón comienza a latir con fuerza y el calor inunda mi cuerpo a velocidades estrafalaria.
—Sé que no eres como el resto, y hace cinco minutos me lo hiciste saber en la mejilla. Solo quería conocer a los padres de la chica que por primera vez en la vida me desafió. Tengo 17 años, Allison. No me queda mucho tiempo. —Me separo instantáneamente—. Y quiero rodearme de cosas buenas antes de que llegue el momento.
—¿A qué te refieres?
—¿Has escuchado sobre la ley de los primogénitos? –Una aguja se clava en mi corazón y asiento—. Soy el hermano mayor de Cameron. Por ley, dejo de existir a los 18 años. —Nunca había pensado en eso. Esa debe ser una de las razones por las cuales dejó a Talia.
—Es una estúpida ley. Es muy injusto. —Apoyó su mentón en mi cabeza y acaricia mi espalda con lentitud.
—Ya lo sé. Por siglos eso ha sido así, pequeña.
—¿No hay alguna manera de romper eso? —Se encoge de hombros.
—Solo me queda disfrutar de la vida este último año que me queda con una chica muy especial. Eres la primera mujer que considero amiga en mi vida.
—¿Debería sentirme privilegiada?
—Deberías.
—Sigo molesta contigo por lo que dijiste.
—Lo sé, y lo siento.
Me aparto de él y finjo sorpresa colocando la mano en mi pecho.
—¿El gran Christopher Gray pidiendo disculpas? —No pudo evitar sonreír—. Tengo que decirle a los chicos.
Alguien carraspea a nuestro lado.
—¿Me la puedes prestar aunque sea un baile, Gray?
Javier se ve espléndido en su esmoquin oscuro. Su cabello sigue despeinado como siempre y la corbata es casi del color de mi vestido.
—Claro. Si me necesitas, estoy a un silbido. —Asiento y sonríe antes de retirarse.
—¿Un silbido?
—Chris y yo acordamos que cuando hay señales de peligro o nos necesitamos, silbamos. —Se acerca a mí y extiende su mano derecha.
—¿Bailamos?
Asiento y coloca sus manos en mi cintura. Gracias a los zapatos que me había regalado Talia, soy lo suficientemente alta para que mis manos se entrelacen en su nuca.
—¿Por qué peleaban hace un rato?
—¿Nos estabas espiando, León?
—No había necesidad. Cuando el aire se pone tenso, eso significa que tú estás molesta. Muchos copos de nieve atravesaron las ventanas del comedor hace un rato. Brenda se preocupó así que salí a buscarte. Para cuando les vi, ya estaban muy acaramelados. —Coloco mis manos en su cintura y mi cabeza en el pecho.
—¿Eso que escucho son celos?
—¿Yo? Pero claro. Si una amiga está en los brazos de Christopher Gray, es para preocuparse. —No sé por qué, pero la palabra “amiga” en la voz de Christopher, no me sonó igual a como lo acaba de mencionar Javier—. ¿Todo está bien?
—¿Por qué preguntas?
—Hice un comentario sarcástico y no dijiste nada. —Se detiene. Javier me conoce demasiado bien.
—Todo está bien, León.
Coloca sus dedos debajo de mi mentón y eleva mi cabeza. Sus ojos verdes brillan, pero el sentimiento que está en ellos oscila entre la preocupación y la confusión.
—No me mientas, McKenzie. Prefiero que me digas que no quieres hablar de ello ahora antes que me digas una mentira.
Me siento en la fuente y hago círculos en el agua con la punta de mis dedos.
—¿Por qué las relaciones son tan difíciles? —pregunto mirando el movimiento del agua.
—Al principio lo son, y si son dos caracteres muy diferentes, aún más. Pero una vez que encuentran el punto medio, todo mejora. ¿Por qué la pregunta?
Editado: 04.10.2024