Después de salir de la enfermería hace una semana, fui en busca de la directora Rebeca y la directora Smith. Mi petición era quedarme en el colegio para el solsticio de invierno. Como es lo normal, ambas se negaron a mi súplica. Convencerlas no fue nada fácil.
Les expliqué mi plan para encontrar la tumba de Raquel, pero ellas se negaron. Que podía ser muy peligroso y bla, bla, bla. Después de estar reunida con ellas casi una hora y mandarlas a freír espárragos por su tonta ética laboral, dimitieron y me dieron por incorregible. Sabían que yo me quedaría sí o sí.
Ese mismo día hablé con mis padres. También se negaron rotundamente e incluso me dijeron que si era necesario sacarme a rastras del colegio, ellos lo harían. Al final de la llamada, también se rindieron. Sabían que si me llevaban a casa, yo encontraría la manera de regresar y seguir con lo que tenía planificado.
Lo otro más difícil fue convencer a mis amigos que yo haría esto sola. Talia, Cameron y Chris casi me queman viva con la mirada. Brenda y Austin se negaron al instante. Él tenía que quedarse de todas formas y Brenda dijo unas mentiras muy convincentes a sus padres para poder quedarse en el colegio.
Tommy y Lilith dijeron que se irían, pero regresarían un día antes del 21 para no levantar sospechas en sus casas. ¿Cómo lo harían? Pues ni idea. Javier dijo que también se quedaría sin dar más explicaciones.
Convencer a mis amigos de lo contrario…. fue imposible. Así que, ahora mismo me encuentro en la parte alta de la torre de Fuego junto a Chris. Brenda y Austin están en la torre de Tierra, en el ala de las chicas. Cameron y Talia en la torre de Agua, y Tommy y Lilith en la de Viento. Javier está dentro del colegio esperando la mínima señal.
—¿De verdad creíste que te dejaríamos hacer esto sola? —protesta Brenda y escucho su resoplido.
—Ella tiene que estar demente si pensaba eso de nosotros —añade Talia por el intercomunicador.
Tommy nos había provisto a todos de intercomunicadores auriculares, una de sus nuevas invenciones. Estos son aprueba de calor y agua, y se recargan con el calor corporal o al tocar uno de los cuatro elementos.
—Muchas gracias, chicos —agradezco.
—Somos tus amigos, McKenzie. Estamos en las duras y en las maduras —la voz grave de Javier me tranquiliza.
—Todos estamos contigo en esto, pequeña —añade Chris, rodeándome con sus brazos y besa mi mejilla de forma sonora.
—Por favor, búsquense un cuarto —protesta Brenda.
—¿Eso que escucho son celos? —comenta Cameron con ironía.
—Esa palabra no está en mi diccionario, corazón —se defiende mi amiga y le siguen las carcajadas de mis amigos—. Además, ellos no me dan envidia. Yo también tengo un chico que me abraza, ¿verdad, Austin?
—Concentración, muchachos —intervino Javier—. ¿Cómo está el frío allá fuera?
—¡Qué clase de amigo eres, Javier! —protesta Tommy—. Estamos a -5° grados bajo cero. ¿Cómo crees que está el frío?
—¿Creen que dolerá tanto como dicen? —pregunta Lilith—. Dicen los profesores que es un poco doloroso si no se está preparado.
—Si creen que no puedan resistir, pueden retirarse. Con los profesores del consejo estarán seguros —añado mirando las nubes oscuras pasar ocultando las estrellas. Aún no es la medianoche, momento exacto en el que comienza todo. Faltan solo unos minutos.
—¿Chris, puede golpearla por mí? —habla Brenda—. Allie, somos tus amigos. Pase lo que pase, no voy a dejarte sola.
—Yo pienso igual —secunda Austin.
—Talia y yo también –esta vez habló Cameron.
—Yo tampoco —dice Lilith con más confianza.
—Yo no pienso echarme para atrás —añade Tommy, tiritando por el frío—. Talia, me debes un viaje a Kavala.
—Ya te dije que sí, Valent —recalca la pelirroja.
—Ya sabes lo que pienso en relación con eso, McKenzie —protesta Javier.
–—Muy conmovedora su plática, pero estén atentos —intercede la directora Carlisle. Había olvidado que ella también estaba en nuestra línea—. Cuando la luna comience a oscurecerse y se vuelva completamente roja, van a sentir un leve cosquilleo. El resto de los síntomas es diferente para cada uno.
—Algunos no sienten casi nada. Para otros, el dolor es inaguantable, pero el cansancio corporal es letal para todo aquel que se encuentre entre las paredes del colegio —explica Amelia con voz pausada.
—Sigo pensando que dejar a estos chicos aquí fue una mala idea —interviene Jackob, el profesor de Rendimiento
—¡Quién dijo algo de dejarlos! —comenta Clarissa con ironía.
—Ellos iban a estar aquí, lo quisiéramos o no —añade Brad, en tono divertido.
—Eso me recuerda a nuestros tiempos, amor —habla Camille, la profesora de Historia.
—Díganmelo a mí. Ustedes fueron los que más trabajo me dieron —protesta la directora Carlisle.
—¿A ti sola? —intercede la directora Smith—. Brad, Camille, Erick y Mía, casi destruyen la mitad de mi colegio detrás de un Cerbero.
—¡No fue nuestra culpa! —exclaman Brad y Camille al mismo tiempo.
—Mía se encariñó con el cachorro —defiende Brad a mi madre–. No es nuestra culpa que el cariño fuera mutuo, y que a esa bestia le gustara jugar fuera del sótano.
—Vamos, Karen. La destrucción de tu colegio te fue de maravilla. Esas paredes les caerían encima a ustedes un día de estos —añade nuestra directora con sorna y todos los profesores comienzan a reír. La armonía entre ellos me recuerda a mis amigos.
—Atención —interrumpe Javier—. Ya comenzó .
Elevo mis ojos hacia la oscura noche y veo como la luna comienza a oscurecerse. Una vez oculta, los quejidos y gritos llegaron a través de los intercomunicadores
Editado: 04.10.2024