Capítulo 41 “Lucha por la vida”

Voy a ser honesta. Sabía que Jessie Carmington me odia por el hecho de llevarme bien con Javier y entrenar con él, pero al final de trayecto y contra todo pronóstico, estoy en una relación formal con Chris.

—Jessie, por favor, déjalos ir. —Levanto las manos hacia adelante en señal de paciencia—. No les hagas daño. —Ella hizo un pequeño corte en el cuello de Chris y este cierra los ojos por el dolor—. No, por favor —imploro mientras veo una línea fina de sangre recorrer el cuello de mi chico. Él grita de dolor y se sacude con violencia intentando zafarse del agarre de sus captores.

—La hoja está hecha con piedra del monte Hat Chu. Es letal para los chicos de fuego —contesta ella y sonrió de soslayo mofándose.

—Déjalos ir, Jessie. Ellos no tienen nada que ver en todo esto.

—¿Estás segura? Talia siempre me humilla desde que tengo 10 años y Brenda siempre está pegada del brazo de Javier. Tommy y Lilith son el par más deplorable de todo el colegio, pero aun así, eran mucho mejores que yo.

«¿Convirtió chicos en cold por resentimiento?», pienso sin comprender el nivel de oscuridad en su alma y la rabia en sus palabras.

—Cuando estaba a punto de dar un paso con Javier, apareciste tú y lo perdí nuevamente. Primero por la idiota de Alice y después por ti. Tenía que sacarte de mi camino de alguna forma.

—Fuiste tú. Tú me atacaste en el campo con esa flecha congelada y robaste mi sangre del laboratorio de Amelia. —Deja escapar una carcajada siniestra que congeló mis huesos.

—Muy inteligente la muchacha. Para mi mala suerte, habías descubierto la forma de crear mis propios cold. Tuve que optar por otras variantes.

—¡Casi me matas en el campo de entrenamiento! —espeto, molesta.

Lo que quedaba de las vidrieras en la capilla, se rompe como si un viento recio les hubiera golpeado con fuerza.

—¡Esa era la idea! —responde tan molesta como yo—. Desde que me curaste al día siguiente de la noche de bienvenida, tuve mis sospechas. La directora Carlisle salió casi muerta de un ataque de mis muchachos, y a la mañana siguiente estaba como nueva. La única que entró a la oficina donde se encontraba Rebeca fuiste tú, y a la mañana siguiente todos hablaban de su asombrosa recuperación.

—No comprendo. Tú ayudabas en enfermería el día del ataque.

—Tenía una imagen que cuidar. Mataste a seis de ellos en un día y duraste casi dos meses sin el menor de los síntomas. Eso, sin contar que todavía no sé cómo rayos saliste viva del envenenamiento en tu desayuno. Estoy segura que usé bastante jengibre a tu jugo y a la mezcla de tu pan.

—Todo el tiempo fuiste tú. —Ella suelta una carcajada limpia como si hubiera sido demasiado ingenua—. ¿Por qué haces esto?

—Quiero el corazón de Raquel. Cuando tenga esa gema en mi poder, puedo controlar lo que sea.

—Tú eres Alana

—Ya lo desearía, pero no. Conseguir los ingredientes para convertir a estas preciosidades no fue nada fácil.

—Por tu culpa murieron inocentes —le recuerdo, pero ella se encoge de hombros, restándole importancia—. Lissa, Keith, Mat. Todos ellos murieron por tu obsesión.

—Sabían cuál era su misión. —Toca uno de sus dedos con la punta de la hoja roja.

—¿Su misión? Esos pobres chicos no sabían lo que hacían. ¡Eran tus marionetas!

—Dejémonos de sentimentalismos y dime dónde está la tumba de Raquel.

—Jamás te diré dónde está —contesto con los dientes apretados.

—¿Ah, si? Veamos qué pasa si hago esto. —Entierra la hoja roja en el hombro de Chris. El grito de él fue tan desgarrador que me quiebra.

—¡No! —grita Cameron.

—¡Basta! —espeto yo.

El viento entra por la puerta y las vidrieras rotas, con mayor violencia. Después de la rabia, el dolor me embarga. Jessie mueve su mano de forma circular y el alarido de dolor de Chris fue más fuerte haciendo un agujero en mi corazón.

—¡Detente! —grita Cameron nuevamente desesperado.

—¿Dónde. Está. La tumba?

—¡No lo sé! —contesto con rabia.

La magia en mi interior está desesperada por mostrarse completamente, pero mis amigos están en problemas y no puedo permitir que salgan heridos. Golpeo la mesa de piedra con fuerza y esta se quiebra. Los ojos de Jessie se iluminan con anhelo y lujuria en el lugar que había golpeado.

Miro hacia la dirección de sus ojos y un sarcófago blanco con una gema rosada reluce en el centro del mismo.

«La mesa de piedra era el sarcófago. ¿Cómo no me di cuenta?», pienso golpeándome mentalmente. La gema está engarzada por unas barras metálicas puntiagudas doradas.

—Bien hecho, McKenzie. —Hago el intento de acercarme más a la gema—. Un paso más, y tus amigos pagan. Tu novio será el primero. Ahora, te vas a quedar ahí mismo y no vas a hacer ni un solo movimiento.

Asiento, pero no puedo dejar que la toque. Jessie moriría de una forma u otra. De una bolsa en su cintura sacó varios ingredientes y un bowl de madera.

—No lo hagas. Morirás con tocarlo —ruego y miro a mis amigos de soslayo.

Javier tiene la parte lateral del capullo casi libre hasta sus muslos. Talia y Cameron están derritiendo el hielo desde adentro con flamas en sus manos. No sabía que se podía hacer eso.

Tom y Lilith habían formado una burbuja de oxígeno dentro de la burbuja de agua. Solo había que reventarla desde afuera. Brenda está formando una plataforma de ramas que crece por segundos. Todos habían aprovechado la conversación entre Jessie y yo. Chris es el más lastimado de todos. Respira con profundidad y con el mentón apretado, asiente hacia mí.

La traidora vierte los ingredientes en el bowl. Escamas de un dragón negro, una pluma blanca y las raíces secas. De un pequeño frasco, vierte unas gotas transparentes y después saca un tubo de ensayo con un líquido rojo. Al ser la ayudante de Amelia en enfermería, tuvo la oportunidad de robar la sangre.

Después de mezclarlos, derrama el contenido en el borde de la gema y las garras se retiran con lentitud hacia atrás. Ella sonríe triunfante y me cuadro de hombros. Cuando está a centímetros de tocarlo, lanzo un chorro de agua caliente hacia sus manos causando que grite de dolor, dando pie a que la batalla comience.