El Quinto Elemento (elements I)

Capítulo 44 “Regalo de Navidad”

–Despierta, despierta, despierta –gritaba Ellie saltando en mi cama con emoción–. Ya es Navidad, Allie. Hay que abrir los regalos.

–Un ratico más, pequeñaja. –Cubro mi cabeza con la manta.

–Vamos, Allie. Hay que abrir los regalos –insiste una vez más y bufo por lo bajo cuando finalmente me siento en el borde de la cama.

–Está bien –dije con sueño.

–¡Síííí! –gritó con sus bracitos abiertos hacia arriba y salió por la puerta de la habitación.

Bajo los escalones con los pelos de loca y el pijama de Bob Esponja. Al cruzar el arco en dirección al árbol navideño, algo pesado cayó encima de mí.

–¡Feliz navidad! –dijo una voz chillona muy conocida.

–¡Brenda! –grito y abrazo a mi amiga en el piso–. No puedo creer que estés aquí

–La que no puedo creerlo soy yo, que me trasladé desde New York para no recibir un abrazo tan efusivo como ese –añade otra voz.

–¡Lilith! –exclamo con emoción.

–Aclaro que yo también quiero el mío –interviene una voz grave también conocida

–Cameron–digo sonriendo. Brenda y yo nos levantamos del suelo

–Lindo pijama, McKenzie –opina otra voz

–No me lo puedo creer. ¡Javier! –digo animada.

–¡Feliz Navidad! –gritaron muchas voces y doy un pequeño brinco. Todos estaban ahí. Brenda, Austin, Tommy, Lilith, Talia, Cameron y Javier. Estaba muy contenta, pero faltaba alguien aquí.

–Ah, no. ¿Alguien podría quitarle esa cara de sufrimiento? –comenta Cameron con ironía cuando unos fuertes brazos me rodearon y el olor a almizcle me tranquilizó.

–Feliz Navidad, pequeña –susurró en mi oído una voz ronca.

–¡Chris! –Me giro inmediatamente y le abracé con efusividad.

Después que un carraspeo nos separara, sonreí. Mi felicidad ahora sí está completa. A esto se refería Syryna anoche con lo de regalos sorprendentes

–¿Qué están haciendo aquí?

–Díganme que no he hecho un viaje de 15 horas para que esta niña diga esa pregunta tan estúpida –interviene Brenda apretándose el puente de la nariz–. ¿Cómo que qué hacemos aquí? Pues pasar la Navidad con la salvadora del colegio “Elements”, mi mejor amiga, y novia del chico más buenorro de todo el colegio.

–¡Oye! –protestaron Javier, Cameron, Austin y Tommy al mismo tiempo.

–Austin, yo te amo con la vida, pero mis padres me enseñaron a no mentir –explica Brenda–. Pero yo te sigo queriendo –aclara rápidamente y se cuelga del cuello de su novio. Austin negó con la cabeza y ella le plantó un beso en mitad de la estancia.

–¡Brenda! –protesta mamá–. Hay menores en la sala.

–Ups, perdón –dice mi amiga sonriendo.

Miro a Ellie y sus ojos están fijos en Javier con la boca abierta. Sonreí al ver aquella escena tan graciosa. Mi hermana pequeña tiene buen gusto.

–No me puedo creer que estén aquí –digo con la voz rota de la emoción–. Y yo con estas pintas.

–Te he visto con pintas peores –aclara Brenda.

–No estás ayudando –rebato fulminándola con la mirada.

–Bueno, la primera sorpresa funcionó. Creo que ya podemos abrir los regalos, ¿no? –intercede Talia.

Al escuchar la palabra regalo, Ellie pasó sus ojos desde Javier hasta el árbol de navidad y muestra su sonrisa blanca impecable. Ayer fuimos a quitarle los brackets.

–El mío primero –indica Brenda sin forma de llevarle la contraria y así fui abriendo los regalos de mis amigos.

Talia me regaló unos pendientes de diamante en forma de delfín y Cameron se encargó de entregarme una pulsera que combinaba con ellos. Lilith me regaló un vestido color turquesa sin mangas y con una cinta muy sencilla en la cintura. Ella se lo había comentado a su madre, la cual es asistente de la famosa Vera Wang.

Austin me regaló un retrato que nos habíamos hecho a mediado de curso y el tercer diario de Raquel. Brenda me regaló una pulsera de cuero negro trenzada y unas vans nuevas. Tommy se encargó de regalarme un móvil que saldría al mercado a principios del siguiente año. Obviamente con mil variaciones y cambios internos y externos para utilidad de un usuario vida, o eso es lo que dice él.

Javier me entregó una caja muy sencilla y pequeña. En su interior hay una fina cadena de oro blanco. No puedo creer que se acordara. Habíamos vista una muy parecida en la oficina de Rebeca el día que descubrí las palabras en el techo, pero solo lo comenté de pasada.

–Es preciosa –murmuro al tocar la delicada superficie con la punta de mis dedos.

–Vi como la miraste ese día. Chris me ayudó con las gestiones.

–Muchas gracias, Javi. –Le abrazo y sus brazos me rodearon atrayéndome hacia él con suavidad.

–Disculpa –interrumpe una pequeña voz a mi lado–. ¿Ya puedo darte mi regalo? –pregunta Ellie en voz baja.

–Claro que sí, pequeñaja. Javi, pónmela por favor.

Una vez cerrado el broche, toco la pequeña cadena con la punta de los dedos. Es un poco más corta que mi colgante pero podía sentir su esencia. Estaba bañada con magia de algún tipo.

–Es para darte un poco de protección –susurra en mi oído y asiento con una sonrisa en mis labios.

–Toma. –Mi pequeña hermana extiende sus brazos hacia mí, y en sus manitas hay algo envuelto en papel de regalo con renos y tazas de café. Lo palpo con suavidad con las manos.

–¿Qué es? –pregunto y ella se encogió de hombros.

–Si no lo abres, no lo sabrás nunca –dice Chris colocando su mano en mi cintura.

Con lentitud abro el regalo y casi lloro al ver una chaqueta idéntica a la que Chris me había arruinado hace unas semanas.

–No me lo puedo creer –susurro y abrazo a la pequeña con todas mis fuerzas–. Gracias, peque. –Ella sonrió ampliamente y se separó dando saltos en dirección a Javier. Este la acogió en sus brazos y le dio varias vueltas en el aire.

–Gracias –le dije a Chris y beso su mejilla.

–¿Por qué?

–Sé que tuviste algo que ver con esto. Yo no le había dicho sobre la cazadora.



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En el texto hay: aventura, amor, magia

Editado: 12.12.2021

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