Ha llegado el gran día. Si les digo que no estoy nerviosa, mentiría. Pruebas, risas y preocupaciones no son nada comparado con esto. Nos han preparado todo el año pero aun así, no tengo ni idea de cómo hacer que esta maldita guirnalda se enganche en la esquina de la ventana. Los ventanales del colegio son inmensos y decorarlos nos ha costado alrededor de una semana. Y eso, que solo han sido las ventanas entre yo y Brenda.
Lilith y Tommy están encargados del catering. Talia y Cameron con la iluminación en todo el colegio. Javier, Austin y Chris de la limpieza, y el resto de los chicos haciendo deberes extracurriculares para aumentar su nota en primer año. Debo decir que nuestras labores son el “trabajo fácil” o así le llamó la directora Carlisle.
Este fue el castigo que nos tocó a los chicos y a mí por nuestra irresponsabilidad de quedarnos en el solsticio de invierno, pero al menos no he tenido que darle tres vueltas al colegio dos veces a la semana durante un mes.
Así que, prefiero las ventanas, antes que uno de los ejercicios asesinos del profesor Jackob Clinton. La piel se me eriza de solo pensarlo. Si este “trabajo fácil” sube mi nota escolar, pues venga “trabajo fácil”. En dos días será el baile de fin de curso y todo tiene que estar listo hoy.
—Dios mío, estoy agotada –—protesto, sentándome en el frío suelo del comedor.
—Di lo que quieras, pero yo me quedo con la decoración mil veces, antes de caer en las garras del profesor de Rendimiento —asegura Brenda.
—Concuerdo contigo —contesto en tono cansado.
—¿Ya terminaron? —pregunta Talia y se sienta frente a nosotras en modo indio—. Creí que nunca terminaría.
—¿Dónde está Cameron? —pregunto.
—En enfermería. Uno de los fusibles se quemó y le agarró la corriente. —Brenda y yo le miramos con caras de risa.
Tuve que dejar escapar la carcajada y luego me sereno por respeto. Talia me mira con seriedad, y después comienza a reír a carcajadas.
—Lo siento. Tuve que aguantar para no reírme en su cara. —Brenda y yo nos unimos a su risa escandalosa—. Tenían que haberlo visto.
—¿De qué se ríen? —pregunta Chris, y detrás de él entran Tommy, Lilith, Javier y Austin.
Talia les hace un resumen, y 10 minutos después sigo riéndome a carcajadas no tanto por el relato sino por los gestos graciosos de Talia. Tanto fue, que el estómago me dolía.
—Ya paren, por favor —implora Talia, aguantándose del estómago de tanto reír.
—¿Están listos para mañana? —pregunta Chris y me da un beso en la sien.
—Más o menos —respondió Lilith más calmada—. ¿Alguien sabe cuál es el lugar?
—Nadie lo sabe con excepción de Rebeca y Karen Smith —responde Austin.
—Yo solo puedo decirles que el proyecto que ambas me encargaron ya está listo —comenta Tommy.
—¿De qué proyecto hablas?
–Es algo extraño, León. Me pidieron que hiciera un reloj contable para cada chico de primer año.
—¿Un reloj? —pregunto frunciendo el ceño—. ¿Para qué necesitarían un reloj?
—Transporta al dueño de un lugar a otro —responde Tommy—. Dijo que era para el torneo de mañana.
—Solo nos queda esperar —intercede Javier—. Chicos, debo decirles una cosa. Nos llevábamos desde que éramos unos críos, pero llamarlos amigos surgió este año.
—Muchas cosas se aclararon y cambiaron en estos diez meses —añade Brenda—. Yo nunca me imaginé escaparme de casa, enfrentarme a los cold y vivir una de las experiencias más emocionantes en mi vida. —Pasa su brazo por mis hombros y me atrae a ella—. Yo no sé ustedes, pero todo eso se lo debo a esta chica.
—Eso es verdad —comenta Chris sonriendo—. Allison ha vivido momentos tristes, alegres peligrosos… bochornosos —Todos reímos, y el calor inunda mis mejillas—, pero yo no cambiaría ni un solo minuto.
—Voy a ver a Cameron a la enfermería —indica Talia levantándose del suelo.
—Te acompaño —secunda Javier.
Al final todos fueron a ver al chico electrocutado, dejándonos a Chris y a mí cerca de la ventana.
—¿Qué te preocupa? —pregunta mi chico y me abraza por la espalda. Suspiro apesadumbrada.
—En estos momentos, el Torneo es prioridad, pero aún le sigo buscando. Una vez que termine la competencia, tengo el suficiente tiempo para encontrarle.
—No vas a parar hasta encontrar a Dorian, ¿verdad? —Niego con la cabeza y apoya su mentón en mi cabeza.
—Te hice una promesa y los McKenzie siempre cumplimos nuestra palabra.
—¿Aún si lo que les espera es incierto y peligroso?
—A pesar de las circunstancias, la cumplimos o morimos en el intento. –Me giró por la cintura y levantó mi mentón.
–Sabes que no irás sola, aunque me digas lo contrario Allie, todos dicen que es una leyenda el que hayan roto esa ley. Si fuera cierto, nadie estuviera preocupado hoy en día.
—Puede ser peligroso, Chris. Tú no deberías…
—Soy tu novio, Allison y más que eso, soy tu amigo —interrumpe—. En las duras y en las maduras, ¿recuerdas? —Asiento y mi corazón de ensancha de felicidad—. Esa es mi chica. ¿Puedes usarlo mañana?
—La directora Rebeca fue muy explícita. Dijo que nadie podía saber que yo era un usuario vida. Ni siquiera los del Ministerio de Magia. Esto debe de quedar en secreto mientras pueda.
—¿Lista para bailar? —Chris me ofrece su mano.
—Siempre, entrenador.
A la mañana siguiente todo el alumnado de primer año está reunido en el comedor. La directora Rebeca nos daría varias instrucciones en lo referente al medio donde se llevaría a cabo la prueba final como usuarios de los elementos principales.
Todos estábamos vestidos con el uniforme de combate. Unos pantalones de cuero resistentes, pero al mismo tiempo ligero, y unas botas negras militares. Cada estudiante tiene la posibilidad de llevar una muestra de su elemento para urgencias. En mi caso, llevo de todo encima. Una botella de agua, un mechero, un abanico minúsculo y un poco de tierra seca.
—Silencio, por favor —intercede la directora con voz grave.
Editado: 04.10.2024