Tres meses de entrenamiento, me había olvidado que era salir del cuartel. Cada semana recibía cartas donde me mostraban fotos de mi mamá, algunos noticieros y demás. Aswen insistió en que tenía que tener un espejo en mi cuarto, estaba justo en la puerta. Me levante de la cama y mire mi reflejo. Mi cuerpo aún no estaba del todo bien, pero si mucho mejor. Emma me dio cremas para tratar las estrías que estaban apareciendo por el repentino cambio de peso. Me sentía más ligera a la hora de caminar, tenía más energía y los entrenamientos ya no eran tan pesados como antes, podía moverme mucho mejor. Me cambie y fui directo a comer algo, para después ir a la sala de entrenamientos. Comenzamos a entrar en calor. Luego fui a buscar mi arma y la de Cedric, sin tardar demasiado se la entregue y me coloque en posición. Aswen hizo la misma seña con las manos, era señal de que la pelea comenzaba.
Imagine a mi contrincante como al asesino de mi hermano, el trato de atacar de forma directa, me hice a un lado de manera rápida y gire sobre mi propio cuerpo quedando con el cuerpo de mi enemigo a sus espaldas. Extendí mi espada de manera que quedo entre sus omoplatos. Esto no era más que un entrenamiento, un juego, pero después iba a depender de si vivía o moría y esta vez, acababa de ganar, acababa de sobrevivir.
Escuche unos aplausos, venían de los dos presentes, en su mirada se notaba una ligera pizca de orgullo hacia mí, yo también me sentía orgullosa de mi misma.
-Tenía pensado que sea un día de entrenamiento, ya que las clases hoy se suspenden por una reunión, pero por como avanzaron, les daré el día libre. – Informó.
Casi había olvidado lo que era tener un día libre, la rutina que llevaba antes parece vacaciones a comparación de mi nuevo estilo de vida. Me gustaba tener cosas que hacer, me gustaba no pensar en lo que sucedía. Eso funcionaba durante el día, y aunque en las noches aveces me deprimía terminaba tan cansada que antes de recordar me dormía.
-Está bien, nos vemos mañana. – Hable sin protestar.
Camine hacia la cafetería y me serví el menú del día, hoy había salteado de verduras. Me senté en una mesa junto a una ventana que daba hacia una sala de computación. Había olvidado lo que era salir afuera, extrañaba un poco sentir la brisa, ir a comer a un restaurante y charlar con mi hermano, o con Amanda. Mire a mi alrededor, todo compartían mesa con alguien, menos yo. En otra situación me hubiera molestado, como cuando estaba en la escuela y aún no conocía a Amanda. Eso me recuerda que apenas salga tengo que saber si está bien, fui una completa idiota con ella. Volviendo a lo anterior, el estar sola aquí, no me molestaba, ahora entendí que nadie decía “pobrecita” o “esta sola porque es insoportable” tal vez nunca lo hicieron, y al caso, no tendría porque prestarles atención. Todos tienen cosas más importantes que hacer, nadie se va a fijar si me siento sola o no, las personas tenían su vida y yo, yo también tenía la mía y no iba a depender de extraños.
Me concentre en mi plato de comida, hoy el sabor era mucho más delicioso. Escuche que alguien corrió la silla frente a mí, al levantar la vista pude ver a Cedric.
-¿Puedo? – Preguntó.
-Sí, siéntate. – Respondí.
El chico tomo asiento. Podía verlo con más detenimiento, era alguien atractivo, se notaba que era buena persona. Mi primera impresión de él fue algo negativa, pensé que era indiferente, poco expresivo. Pero desde que lo vi sonreír, siento que no es tan lejano como parecía, es más, incluso estoy segura que puede ser un chico normal. Si fuera otro momento, en otras circunstancias, creo que me gustaría.
-Mejoraste mucho en tu entrenamiento. – Comenta.
-Practicamos todos los días, incluso creó que tarde mucho.
-No. – Determina. – tengo bastantes años aquí y la mayoría tarda más, no sabes a cuantas personas vi que rogaban renunciar.
-Pensé que eras una especie de hijo de este lugar. – Trate de bromear.
-¿Por qué? – Interroga con una pisca de duda.
-Es que haces la mayoría de las cosas bien, nunca te vi cansado. – Hice una pausa. – eres casi inhumano.
Soltó una leve risa, no pude evitar reírme con él, tenía una bonita sonrisa y una linda personalidad.
-¿Recuerdas que te nombre a los que rogaron irse? – Pregunta. Tan solo asentí con mi cabeza. – Bueno, yo era uno de esos.
Abrí mis ojos de par en par, era de las personas que parecían más determinadas en todo el lugar.
-Entonces, ¿Qué hacías antes de entrar aquí? –Interrogue.