Un fuerte olor de pasto había invadió mis fosas nasales. El cielo era más celeste que nunca, tanto que las nubes recelosas buscaban opacarlo. Era un día tibio, cálido por los rayos del sol, frio por la brisa helada que apenas agitaba algunas hojas de los árboles. Había un lugar en el cual me sentía completamente segura, donde en ese momento, pensaba que absolutamente nada malo me sucedería, lejos de los males del presente, lejos de los fantasmas del pasado, lejos delas ansias del futuro. Ese lugar era con mi papá enseñándome a batear, mientras mi hermano tiraba la bola con una fuerza increíble para un niño de temprana edad y mi madre estaba a unos centímetros por si fallaba. Esa tarde fue increíble, mi papá tuvo un día libre, mi mamá se hizo un tiempo su atareada vida y a mi hermano y a mí nos dejaron faltar a la escuela. Después de jugar nos sentamos a comer comida hecha en casa, de las pocas veces que mama cocinaba, hizo unos sándwiches, que si quieren mi opinión, fueron la mejor comida que alguna vez probé. Música vieja resonaba en el ambiente, mis padres bailaban y mi hermano y jugábamos con autitos de su colección. Yo siempre usaba el auto rojo, mi hermano siempre usaba el azul. No recuerdo en que momento, ya que es algo muy lejano, pero mis padres comenzaron a jugar con nosotros, por un momento fuimos cuatro niños, no solo dos. Mi papá me colocaba en sus hombros y corría, a la par estaba mi hermano corriendo con un perro callejero que bautizamos Jojo, mi madre graba con una sonrisa que detonaba felicidad. A la hora de volver mi mamá me dejo ir adelante, atrás iba mi papá y mi hermano hablando de su próximo partido del equipo escolar. Mi mamá me hablaba de lo mucho que le gustaba su trabajo, de lo feliz que estaba en tenernos, me dijo hermosa y aun con temprana edad, no le creí, porque mis compañeros no decían lo mismo, pero no le dije. Me solía aferrar a ese recuerdo cuando algo me dolía mucho, como si fuera lo único que estaba bien, un sostén, un día perfecto y mi fe en que volvamos a salir de ese modo. Pero hoy, hoy recordé ello no por estar mal, no por comentarios horribles, ni las inseguridades que tenía poco tiempo atrás. Lo recordé por el viento desordenando mi cabello, por la música vieja en la radio. Pero no era Harriet de ocho años que estaba como copiloto de su mamá, conducía Cedric y por más que vea por el espejo retrovisor una cantidad incontable de veces, allí no iba a estar mi hermano y quien creía era un héroe, pero fue villano. Golpeaba con lentitud mis piernas, un tanto ansiosa. Mi compañero parecía muy enfocado en mirar hacia adelante, quería hablarle, pero a la vez prefería no molestarlo.
El plan de ver a Amanda fue suspendido para el día siguiente, porque esta era nuestra única oportunidad de que salga bien. Esta es la primera misión que (para mi suerte) no tenía nada que ver con Malcom. Revise mi mochila y por si acaso me coloque guantes de látex, me asegure de tener todas las armas a mano por si acaso. No necesitábamos mascaras ya se aseguraron de que no haya nadie y en cuanto a cámaras, fueron desactivadas. Solo tenemos que destruir papeles que contienen información sobre las chicas desaparecidas y pruebas falsas que incriminan a algunas figuras de la organización. El color del cielo cambio, ahora se notaba que estaba oscureciendo, creo que vamos bien con el tiempo. Me sentía ansiosa, a la vez preocupada, no era nada y estaba claro que no era nada peligroso pero me hacía sentir en confianza. El auto freno de golpe en lo que parecía ser una gasolinera abandonada.
-Encárgate de destruir los papeles, yo iré a buscar armas y repasar el plan, quiero ir contigo, pero necesito estar seguro de nuestra ruta de escape. En cuanto termines, si llega a aparecer alguien sospechoso, sube al auto y vete lo más lejos posible, no me esperes. – Dramatizo.
-Este lugar queda a kilómetros de todo, casi nadie viene aquí. –Comente.
-Es una base, no lo olvides, estuvieron semanas viendo los días que podíamos ir, desactivando cámaras y repitiendo grabaciones viejas, modificando algunas, grabando situaciones fáciles de modificar en lugares similares. Tenemos tan solo tres horas de este momento en adelante para lograr nuestra misión. – Objeto.
Sin perder más tiempo me aventure a entrar a la central. Un olor putrefacto capto mi atención, me daban ganas de vomitar, moscas revoloteaban por el lugar. La ventana dejaba ver un poco lo desordenado que estaba, manchas de sangre en el piso de madera, una heladera con cervezas por la mitad, un sillón verde con manchas que van desde aceite a otras que prefiero limitarme a decir que vienen de un hombre, un hombre sucio que tiene mucho tiempo solo. Camine hacia un mueble viejo, desgastado y en algunas partes podrido, revise cada cajón, cada parte, no vi nada sospechoso. Camine hacia la sala de baño, el olor era aún más nauseabundo, el espejo estaba roto y los trozos de este se desparramaban, la tapa del inodoro estaba cerrada, las cortinas estaban en el piso y el piso dela ducha repleto de sarro, todos los azulejos tenían suciedad. Me aleje del lugar y entre al otro cuarto, este parecía ser una oficina. Había un escritorio con papeles por todos lados, una maseta rota con tierra desparramada y en esta una planta muerta. Me acerque allí y note un ropero, el olor era cada vez más fuerte, abrí el ropero y no pude evitar soltar un grito, mis ojos se inundaron de lágrimas y mi estómago se revolvió, trague mi propio vómito y me aleje. Un cuerpo inmóvil estaba frente a mí, el cuerpo del hombre de aproximadamente cuarenta y ocho años estaba con asquerosas heridas que parecían dolor, la camisa desabrochada dejaba ver una panza pronunciada de la cual se hacían visibles algunos órganos vitales. Tenía lentes, pero de estos corría un líquido negro. Retrocedí aún más y me tropecé, al mirar hacia abajo vi una parte del piso que sobresalía. Me agache a ver que era, abrí el lugar y vi una gran escalera empinada. Había luz, ¿tengo que llamar a Cedric? Lo más seguro sería hacerlo, tal vez este alguien abajo, o tenga cámaras. Suspire, pero tenemos poco tiempo y él debe asegurar una ruta de escape. Camine y vi algunos papeles, estos tenían información de chicas, en su mayoría jóvenes, estaban sus horarios, amistades, caminos por los que van. Tome uno de los papeles, contenía una foto de ella, parecía sacada de alguna de sus redes sociales. La piel de la joven es morena, su cabello es corto y un poco afro, tiene unos labios carnosos en forma de corazón, ojos grandes y de color café. Usa un vestido en color amarrillo con escote hasta su ombligo, dejaba ver el lindo cuerpo que tenia, sin rastros de marcas. El vestido resaltaba sus curvas y lo más importante es que tenía una sonrisa preciosa, delataba vida, alegría y quería guardar esa alegría. Vi más, chicas de todos los tipos, con distinta ropa, todas fotos sacadas de sus perfiles. De pronto pensé en quienes consiguieron todos estos datos y sentí repulsión, la mínima pena que podía tener por el hombre muerto de arriba se desvaneció, también habían papeles que inculpaban a gente que conocía de cara, les hubiera creído si no van acompañados de información de jóvenes inocentes. Tenía que eliminar todo esto y rápido, cuanto antes posible mejor. Mire a mi alrededor, vi que más lejos había gasolina. Camine hacia allí y comencé a mojar todos los papeles con esta, luego subí las escaleras e hizo lo mismo con todo el lugar, sin antes sacar un encendedor del bolsillo del maldito muerto. Cuando salí vi que era bastante tarde, la noche había llegado y mi acompañante me esperaba en el auto. Prendí el encendedor y lo deje caer. El fuerte viento intensifico la llama, desacomodando mi cabellera, detrás de mí todo estaba incendiándose. Me apure a correr al auto, me deslice por la parte delantera y subí en el copiloto. Al poco tiempo de avanzar escuchamos una explosión, de ninguna manera sabrían de las casi víctimas, ni de la muerte de ese bastardo que se encarga de ayudar a una organización tan inhumana.