El raro descubrimiento y otros relatos

Los hombres misteriosos

  Un relato urbano extraño es el que contó un cierto hombre que no quiso revelar su nombre, dijo que también es imposible revelar el lugar en donde ocurrieron los siguientes hechos, y con mucha timidez esto fue lo que dijo:

  Hace no muchos años en frente de mi casa tuve un nuevo vecino que era como murciélago, pues varias personas lo vieron salir muchas noches de la casa a caminar quien sabe adonde, y en todo el día casi siempre se la pasaba encerrado en su guarida, todos los vecinos no sabíamos porque no dejaba verse además desconocíamos su nombre, tiempo después conocimos su profesión.

  Su aspecto físico, inconfundible: alto y delgado como palmera, ojos negros muy penetrantes, voz fuerte y profunda, cabello largo y siempre alborotado, cejas bastante pobladas. Las pocas ocasiones en que se dejó ver se comportaba de manera muy rara, apenas saludaba con tibio hola, varias veces se le vio entrar a la casa con toda clase de animales los cuales nunca más se volvían a ver o escuchar.

  Hay cosas difíciles en mi vida que he olvidado, pero jamás olvidaré para mi desgracia el domingo 11 de agosto de 2013. Fue de madrugada y en ese momento me había levantado porque fui al baño, luego regresé para acostarme en la cama, entonces alcancé a escuchar unos terribles quejidos de dolor, me paré inmediatamente para quitar toda la cortina de la única ventana de mi habitación la cual solo tenía polvo y es paralela a la calle.

  Cuando abrí la ventana un poco, pude ver al vecino misterioso casi moribundo cojeando para entrar a su vivienda, yo estaba decidido en averiguar todo aquello, mi esposa dormía en un sueño profundo por eso no quise despertarla, así que salí solitario con la idea de ayudar al desconocido hombre. Una vez en la calle vi claramente gracias a los faroles una línea de sangre que pasaba encima de todo el camino, y terminaba en la puerta de aquel tipo, yo estaba tan confundido que no sabía qué hacer: si tocar la puerta o llamar a alguien.

  De repente escuché unos pasos fuertes como de botas, alguien se aproximaba, yo no quise esperar por lo que comencé a acercarme para pedirle ayuda; sin embargo me di cuenta que me equivoque de decisión, pues vi a un hombre que traía una capucha grande, incluso así alcancé a ver bien toda su cara enorme y ojos furiosos, en su mano izquierda traía una especie de daga muy grande la cual goteaba sangre sin parar, ¡no podía creer lo que miraba! lleno de terror y sin pensarlo mucho corrí con todas mis fuerzas hasta entrar a mi casa.


  Cerré la puerta con todos sus pasadores hasta puse sillas y muebles detrás de ella, fui al cuarto para llamar a la policía; pero escuché claramente que el sonido de los pasos fue disminuyendo y no se oyó nada más, abrí nuevamente la ventana y la calle estaba otra vez vacía. Después cerré la ventana con mucho nerviosismo, tanto fue el impacto del susto que la cabeza me dolía demasiado, para sentir algo de alivio me senté en la cama, mi cansada esposa seguía muy dormida.

  La luz de los radiantes rayos solares atravesaron la ventana y llegaron a mis cansados párpados para avisarme que era ya de día, rápidamente vi el reloj de pared que marcada las siete. Me levanté con enorme paz en esa fresca y alegre mañana, le hablé a mi esposa para que se levantara, fui a la sala a buscar mi billetera entonces miré que la puerta tenía los muebles y sillas como barricada, me acordé que me quedé dormido sentado y sin darme cuenta, cuando pensaba en toda la fea experiencia de la madrugada escuché afuera unos murmullos fuertes de los otros vecinos.

  Salí y pude observar la casa del misterioso vecino que estaba con la puerta abierta, sin decir nada a nadie acerca de mi susto horas atrás entré en el hogar de aquel tipo, adentro vi para mi espanto que estaba llena de taxidermia (el oficio dedicado a disecar animales) entre las criaturas pude ver: ratones, gatos, pericos, gallos, perros, etc. Sentí tremendas náuseas, el sujeto vivía como pordiosero, tenía solo cosas viejas y pocas, raramente no estaba el hombre en casa y nunca más lo volvimos a mirar; pero lo peor es que había un rastro grande de sangre y enormes rasgaduras hechas con algún objeto filoso sobre el colchón de la cama, alrededor de ella estaban decenas de papeles lo cuales contenían muchos nombres de personas que desconocíamos, los vecinos temerosos todavía se hallaban en la escena tétrica, ellos dijeron que así amaneció la vivienda y que la policía ya dentro de poco vendría, una señora amiga mía descubrió todo pocos  minutos antes, me dijo que fue la primera en entrar, explicó que vio el rastro de sangre sobre la calle y en la puerta abierta.

  Yo estaba tan lleno de miedo que no dije nada a nadie de lo que miré en la madrugada, solamente regresé asustado a mi casa en la cual con mi amada mujer no vivimos nunca más, pues cuando me acerqué a aquella vivienda mi esposa estaba afuera y me señaló confundida la ventana grande y polvosa de mi habitación, ahí observé el siguiente mensaje escrito con el dedo y en letras grandes: no cuentes nada.




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