J. E. Carrasco es un inquieto y estudioso científico pues había conseguido crear después de ardua investigación y perseverancia, la tan soñada pastilla para eliminar el virus de la gripe, con ella imaginaba acabar para siempre a todas las gripes de la faz de la tierra, el doctor estaba completamente seguro que solo bastaba probar una pequeña dosis de su elíxir para contrarrestar al instante la detestable enfermedad, no dudaba que mejoraría significativamente la calidad de vida, entonces con ilusión pero sobre todo con gran impaciencia decidió hacer el experimento en su muy enfermo cuerpo, quiso contagiarse varios días antes del ensayo cuando se inyectó el virus en las venas.
Para demostrar la eficacia del invento llamó desesperado a varios de sus colegas científicos; aunque éstos ya reunidos en el laboratorio de pruebas quisieron revisar primero la composición del medicamento, el celoso Jairo Eliel pensó que le podrían robar su amada creación y les contestó de modo enojado así: -Les agradezco su interés; pero por favor ¡no hay nada de qué preocuparse! no pierdan tiempo revisando porque he estudiado minuciosamente durante largos meses cada compuesto de la sustancia, sé muy bien que una vez hecha la prueba no existe antídoto para contrarrestar la pastilla; pero ya dije que revisé perfectamente cien mil veces toda esta fórmula y, sin lugar a dudas ya es la madre de todas las medicinas, por lo tanto está lista para ser administrada.
Sus colegas sin replicarle nada le administraron vía oral la milagrosa medicina al conejillo de indias, él estaba bastante cansado debido al virus, también se miraba muy ansioso como era habitual en él. Pasaron cortos segundos para que toda la gripe junto con sus síntomas desaparecieran maravillosamente, entonces aparecieron los aplausos y felicitaciones de los otros científicos.
Pasaron muchas horas y el Dr. Jairo lucía y se sentía excelente como nunca antes, transcurrieron pocos días para descubrir que su pequeña arma antivirus es más poderosa de lo que había calculado, tan fuerte fue el efecto en el cuerpo que jamás en la vida le permitirá otra vez estornudar, o al menos como lo hacen normalmente los demás, ya que el señor Carrasco sufre un tremendo calvario no solamente por el dolor extremo que se apodera de su pecho; sino por el horrible espasmo que recorre su ser sin poder usar la boca ni la nariz, por eso padece de infecciones.
El estornudo es un mecanismo de defensa del aparato respiratorio para expulsar gérmenes de vez en cuando o si se está enfermo, además con cada estornudo el aire disparado por la nariz y la boca puede alcanzar velocidades de hasta ciento sesenta Kilómetros por hora, contener todo esto le creó a Jairo una presión de aire tremenda en la boca y garganta, ¿cuál fue el mal resultado? ¡La rotura de varios vasos sanguíneos!, aumentó la presión en sus ojos, oídos y laringe. También le ha provocado la inflamación de la mucosa y las fosas nasales mejor conocida como “rinitis”, sus oídos se han dañado ocasionándole náuseas o vértigo periférico.
Por esas consecuencias duras e inesperadas y porque se fueron a la basura todos los estudios, desvelos y esfuerzos que apasionadamente invirtió, él tomó la difícil decisión de alejarse de todas las personas, huyó de su casa para permanecer solo, sin hacer nada, muy encerrado como reo en un feo apartamento durante muchos meses.
Cierta madrugada el señor Carrasco estaba tirado en la cama, miraba el techo con la mirada perdida pues la tristeza y depresión no lo dejaban dormir en paz. Pensaba en que su sueño se desvaneció fugazmente para siempre como humo regalándole en la despedida secuelas en el cuerpo, no podía creer su vergonzoso fracaso, ni sabía por qué falló su invento el cual odiaba de manera drástica. Se encontraba espantosamente frustrado, su aspecto era pésimo: pelo largo, barba grande y sucia, cara muy demacrada producto del insomnio, no recordaba la última vez que se bañó, se comía con inquietud las uñas que ya casi no tenía.
Luego dijo con voz débil el siguiente soliloquio: -Todo lo que pudo haber sido una fabulosa solución para la vida humana, ahora es toda la miserable desgracia de mi mohína vida, y lo peor es que no se hará realidad lo que tanto anhelaba: ser muy rico y famoso por vender millones de pastillas, a menos de que hiciera… en eso él brincó veloz como resorte, corrió hacia el escritorio e hizo algunos bosquejos en un cuaderno inseparable que lo ama como si fuese una Biblia.
Pasó poco tiempo y reapareció para sorpresa de todos Don Jairo Carrasco, se veía mucho mejor que antes con mucha alegría y entusiasmo en su rostro, dijo a sus alumnos universitarios que está trabajando con desesperación en un medicamento (cien por ciento seguro) el cual revolucionará para bien al mundo, pues esta medicina curará definitivamente cualquier tipo de ansiedad.