Esa fue la última historia que publiqué en mi blog. Después de la ruptura con Logan, sentimientos de desasosiego y desesperanza fueron los que embargaron mi vida, llevándose consigo la inspiración que en otrora había nacido. Tenía dieciocho años de edad en ese entonces y todavía sigue latente aquella noche.
La luna llena derramaba sus finos hilos de plata por mi ventana. Mientras yo escribía las líneas de aquel amor improbable, escuché un pequeño ruido proveniente del bolsillo de mi pantalón. Era mi teléfono móvil sonando. Lo tomé para ver la pantalla y mi corazón se petrificó al leer el nombre en ella: Logan, era él. Mi ex novio virtual quien un mes atrás me había dejado por medio de un mensaje de texto, rompiéndome el corazón al instante.
El impacto de ver su nombre en la pantalla de mi celular fue como una descarga eléctrica recorriendo mi cuerpo. Durante todo ese mes, había luchado por sacar a rastras mi cabeza de los pensamientos del pasado, tratando de superar el dolor que su partida me había causado. Pero ahí estaba, llamándome de nuevo y, sin quererlo, reviviendo todos esos recuerdos y emociones que había intentado enterrar. Durante un momento, vacilé en contestar. Parte de mí sabía que sería mejor ignorar la llamada y seguir adelante con mi proceso de curación. Sin embargo, la otra parte, aún atrapada en el pasado, deseaba escuchar su voz una vez más, aunque eso significara revivir el dolor que me había dejado. Finalmente, reuní el coraje suficiente para presionar el botón rojo e ignorarlo para siempre.