Alice
Desde que lo había visto entrar sentí que había algo en él que me parecía extrañamente familiar aunque no recordaba exactamente el qué. Él era un chico de lo más normal, rondaba el metro ochenta y cinco, pelo marrón y ligeramente despeinado. Sin embargo no pensé que fuera tan normal cuando nuestras miradas se encontraron.
Sus ojos eran de un color bastante peculiar, verde con algunos toques de azul cerca de la pupila, pero había algo en su mirada que me avisaba que me alejara de él pero al mismo tiempo me sentía como si lo conociese desde siempre, me miraba con una intensidad asombrante, lo primero que pensé cuando nuestras miradas chocaron fueron las ganas que tenía de acercarme y ver si era real.
-Alice, ¿Se puede saber a donde vas?- Cristina, mi compañera de trabajo la cual conocía desde que había empezado a trabajar en esa librería, me miraba entrañada desde la otra punta del establecimiento.
Fue entonces cuando me di cuenta de que había avanzado unos cuantos pasos en la dirección donde se encontraba aquel chico, inconscientemente me giré para comprobar si el chico había escuchado a mi compañera pero me di cuenta que ahí no se encontraba nadie.
-Nada Chris, solo me había parecido ver un libro ahí tirado-mentí mientras desviaba la mirada-. ¿Qué me estabas contando sobre Samuel?
-Te estaba diciendo que lo noto muy distante conmigo, ya no me visita y tampoco habl... Oye, ¿Me estas prestando atención?- dijo acercándose a mí molesta-. Hoy parece que estas en otro mundo.
La verdad si lo parecía, la noche anterior no había dormido nada y había tenido que despertarme temprano para poder venir a trabajar.
-Si estoy bien, perdona ¿Qué me estabas diciendo?
-Ya no tiene importancia- se encogió de hombros-. Mejor amiga del mundo mundial, ¿Me podrías hacer el favor de cerrar tú la librería hoy?
- ¿Porqué? si siempre la cierras tú.
- Es que tengo que ir a un sitio y no me va a dar tiempo.
-¿ A qué sitio tienes que ir con tanta urgencia como para no poder cerrar?
-Ehh, tengo que ir a ver a mi abuela- corrigió ella torpemente.
-Pero ¿Tu abuela no había muerto hace un año y medio, Chris?- dije con una mueca de confusión.
-¿He dicho mi abuela?, que despistada que soy, me voy a ver a... Samanta- Dijo con una sonrisita.
-Claro, ¿A Samanta no?- pregunté con una sonrisita divertida-. No será que vas a ir a ver a algún chico que hayas conocido en alguna fiesta y te haya llamado la atención, ¿Verdad?
-Pues claro que no, ¿Es que acaso no me conoces?- dijo con la mano en el corazón haciendo una mueca de indignación.
-De echo, te conozco por eso mismo lo digo- le aclaré soltando una risita.
Ella se cruzo de brazos haciendo su drama habitual y yo comencé a reírme a carcajadas, pronto ella también se unió a mí, era como mi hermana menor, le tenía mucha confianza y disfrutaba el tiempo que pasaba con ella. Le tenía mucho cariño y cuando empecé a trabajar aquí tenía mucho miedo de hacer mal las cosas así que ella fue un gran apoyo para mí, con sus frases sarcásticas y sus bromas, la quería mucho.
Entonces entraron dos chicas que se veían bastante jóvenes preguntando por varios libros así que nos tuvimos que ponernos a trabajar lo que nos quedaba de turno. Cuando faltaba poco para el cierre me acerqué a Chris aprovechando que estábamos sola otra vez y no teníamos nada más que hacer, ella estaba mirando al móvil con el ceño fruncido.
-Estas mirando por internet hoteles para ir a ver a "Samanta", o acaso estas buscando donde comprar unos condones de calidad- dije haciendo comillas en el nombre y sonriendo al ver que me lanzaba una mirada se burla.
-No, de echo estaba buscando una tienda donde vendan condones con sabor a vomito, para que lo nuestro se le quede grabado en su memoria- exageró mientas me echaba el pelo hacia tras dramáticamente.
Solté una carcajada al escucharla, después me puse a contar el dinero de la caja, ignorando las miradas que me estaba echando Chris por burlarme de ella, dado a que a nuestra jefa insistía mucho en que lo contáramos todos los días, cuando empecé a contar. Me llegó una notificación al móvil al mismo tiempo que a Chris.
Chris dijo que era del grupo que teníamos con nuestra jefa y otros trabajadores más, era un mensaje de voz.
-Buenas noches a todos, os envió este audio para informaros que necesito que estéis todos mañana en la librería a las 10 de la mañana porque vais a tener un nuevo compañero así que os espero a todos mañana por la mañana para que podías conocerlo y que pueda adaptarse lo mejor posible, nos vemos mañana. Y no os olvidéis de contar el dinero y de decírmelo por privado chicas.
Chris y yo nos miramos durante unos segundos, procesando lo que acabábamos de escuchar. Nosotros éramos cinco trabajadores, a dos de ellos no los conocía muy bien y con el otro trabajador había coincidido en algunas ocasiones aunque normalmente solo estaba con Chris ya que los otros tres se encargaban de trabajar principalmente en el almacén trayendo libros y ordenándolos, además ellos son los que piden los libros que se acaban en la librería.
Nuestra jefa, Anastasia, o Ana como le gustaba que la llamásemos, no era la persona más amable que existía, era muy estricta con nosotros en cuanto a trabajo y no le gustaba que faltásemos o que hagamos las cosas mal además era un poco amargada y antipática. Nos tenía separados por géneros, es decir que yo y Chris trabajábamos juntas porque éramos las únicas chicas por lo que no teníamos otra opción y lo mismo pasaba con los otros tres chicos lo raro era que nos quisiese a todos juntos en un sitio, siempre intentaba que estuviésemos lo más separados posible. Para evitar que nos distraigamos en el trabajo y para que no salga ninguna "parejita".
Recuerdo una vez que mi hermano, Alex, vino a visitarme y se quedó hablando un rato conmigo y ella se puso a gritarme como una histérica diciendo que no tenía que traerme a mis ligues al trabajo y que si quería tontear con alguien que fuese al parque, desde entonces me cuesta mucho mirarle a la cara sin hacer una mueca.