El reemplazó

7. Bienvenido a la familia

La hermana Margaret caminaba y justo a su lado con pasos indecisos caminaba un joven chico de quince años de edad.

Así como los demás niños del orfanato que no habían tenido la suerte de tener una familia el había sufrido la soledad de no tener un lugar al cual llamar hogar.

— ¿Estas listo?

La hermana Margaret le había arrojado esa pregunta justo cuando se detuvieron en una puerta algo desgastada, Alex no respondió, si lo hubiera echo su respuesta hubiera sido un no, sus labios se mantuvieron sellamos evitando que las palabras se escaparan de sus labios. El había pensado que esa respuesta era más que obia y siendo así no había necesidad de responder.

— Si quieres puedo entrar contigo.

Alex movió su cabeza de un lado a otro en negación, no había manera que dejara que la amable y generosa hermana Margaret entrará y presenciará la escena de esas personas llamándolo fenómeno o deformación.

— Está bien, estoy acostumbrado.

La hermana Margaret sintió una puntada en su corazón cuando esos versos llegaron a sus oídos, el estaba acostumbrado, de cierta manera eso le daba un aire de madures, esto no era bueno, no era nada bueno.

No había manera que fuera bueno que un huérfano dijera esas palabras, ningún niño se merecía esto.

La hermana Margaret se retiró resando internamente que su niño no sufriera demasiado.

Ahora estaba solo, no había nada que temer solo serían algunas malas miradas y palabras venenosas, no era nada que el no pudiera manejar, nada a lo que el estuviera acostumbrado.

El rostro de la pequeña niña que había conocido el día de ayer pasó fugazmente por su mente.

Alex se sintió celoso de ella, la pequeña Lili tenía una madre que la amaba y un padre también.

El no tenía padres, nunca los tubo, la única figura familiar que había tenido había sido su abuelo el cual ya ni se encontraba en este mundo.

Suspiro y se armó de valor giro la perrilla y sus pies lo llevaron dentro.

Justo como el día anterior, al igual que los demás días el tomo el asiento que debía, casi mecánico, no había necesidad de pensar, esa simple acción de tomar el aciento ya se había convertido en algo natural, tan natural que podía hacerlo con los ojos cerrados.

Cuando sus ojos se abrieron en frente de el había una pareja, un hombre y una mujer.

El hombre era delgado y su cabello era castaño, la mujer a su lado debía de ser su esposa, el cabello de la mujer era rubio.

Alex no pudo evitar pestañear varias veces ante la escena que estaba en frente de sus ojos.

¿Esto era alguna clase de broma? Alex no lo sabía, sin embargo suplico internamente que fuera así.

Después de mirarlos por un momento Alex miro al techo, no había nada interesante que ver hay, es solo que no quería mirar a la pareja.

¿Que tenía que ver?

No había nada interesante, solo se trataba del hombre que no estaba bien de la cabeza, el cual le había llamado con un nombre que no era el suyo y a su lado estaba la mujer que había echo lo mismo.

Por un momento Alex se preguntó en donde estaría la pequeña niña que había llorado sobre aquel árbol el día anterior, de alguna manera el había ayudado a la pequeña niña a reunirse con su madre y ahora esa madre junto con su esposo estaban en el orfanato.

Ellos dos, los adultos que había conocido el día anterior, el día que quería olvidar por culpa de ese hombre que le había llamado deformación.

Ellos estaban aquí, Alex no podía negarlo, el podía sentir sus miradas mientras el evitaba contacto visual por culpa de sus nervios.

¿Por que estaban aquí?

Esa pregunta floto en su mente, el tenia una idea, así como la hermana Margaret lo había mencionado una nueva pareja había llegado para adoptar un nuevo miembro para su familia.

Era ridículo, el no podía pensar en la posibilidad de que estas personas las cuales había conocido por accidente, de repente llegarán al orfanato con la intención de adoptarlo.

¿Que estaban planeando?

La primera en hablar fue la mujer, su calida voz fue más que suficientes para romper el hielo que se había formado en la habitación.

— Antes que nada mi esposo y yo te queríamos dar las gracias, ayer pasaron muchas cosas y bueno, no pudimos agradecerte apropiadamente.

Alex miro a la mujer, trato de mostrar una sonrisa pero le resultó imposible.

— Nuestra niña se había perdido.

El hombre de cabello castaño entro en la conversación.

— Estuvimos buscando a nuestra pequeña niña por todos lados pero a medida que pasaban el tiempo entramos en pánico, sin tu ayuda, no, sin ti no sé qué hubiéramos echo, muchas gracias.

El hombre sonrió, era una sonrisa sincera llena de gratitud.

— No me vengan con está mierda.

La voz de Álex cortó el aire, la pareja tembló ante las palabras del chico, la voz de Álex había sido demasiado filosa.

El había escupido esas palabras venenosas pero no le importó, agradeció internamente que la hermana Margaret no estuviera cerca para reprenderlo pero simplemente ya no podía más.

Ya estaba cansado de tanta mierda, el día de ayer había sido una mierda, cada día cuando era entrevistado había sido una mierda, el día cuando su abuelo perdió la vida y había terminado en un orfanato había sido una mierda.

El no necesitaba más mierda de la que ya tenía.

— Si solo vinieron para agradecerme ya lo hicieron, ahora solo vallanse, no quiero quitarles más de su tiempo, yo también tengo cosas muy importantes que hacer.

Alex ya había dicho todo lo que tenía que decir, ya no había razón para que el estuviera en esa habitación por más tiempo.

— Queremos adoptarte.

El hombre soltó esas palabras sin acobardarse.

— Nosotros queremos adoptarte.

El hombre que abrazaba fuertemente a su esposa soltó esas palabras sin acobardarse.

— Pierden su tiempo.

Alex respondió sin una pisca de vacilación en su voz.

— Nadie quiere adoptarme.



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En el texto hay: amor, odio, violencia

Editado: 13.08.2021

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