El reencarnado. ¡es una villana!

19. Décimo noveno despertar

Solo logre despertar después de lavar con agua fria mi rostro, intentando pensar en otra cosa, aunque bueno en que podría seguir pensando, probablemente en como aun no se ha cancelado el estúpido matrimonio que tengo con Dylan.

—Señorita ¿Cuál vestido escoge?— al decirme ello señala tres vestido de mas de una capa, de colores rosa, morado y azul. Los cuales son parecidos entre si, mas de una capa, corte recto, pliegues en la falda.

—Azul— no pensare mucho en lo que me colocare. El vestido es liviano para poseer mas de una capa, me miro fijamente al espejo, cada vez que lo hago tiendo a recordar la primera vez que me vi con este rostro, solo que ese recuerdo es un poco diferente a como me veo ahora.

Sigo como es costumbre a recoger a Maru, mismo que ahora se encuentra de milagro vivo.

Al entrar en el comedor noto como mis hermanos están ahí desayunando tranquilamente, solo Thimothy se levanta. Desde que toma clases lo ha practicado seguido, aunque a mi me parece inútil entender toda la etiqueta.

—Buenos días hermana, prospero Imperio— dice mientras corre una silla para me siente, que debería pensar, todo un caballero o toda una perdida de tiempo.

—Buenos días hermanos, prospero Imperio— solo le sigo el juego mientras me siento.

Como de costumbre ni mama o papa están pero no es como si me levantara temprano en primer lugar. La comida humeante es servida, solo puedo apresurarme a comer, pero también recuerdo que debo comportarme como una persona que aprendió modales, tomo cada cucharada intentando recordar la forma en que mi maestro me mostro aunque es mas difícil de hacer que de ver.

Hoy a diferencia de casi todos los días tengo clases de bordado, según mama ello es lo que debo aprender, pero yo quiero estar con ellos que aparte de nuestras clases juntas les enseñan a usar una espada, pero mama dice que es muy pronto que en un año o cuando me comporto mas femenina podre asistir a esas clases, ya que no quiere una hija que deshonre a la familia. A lo que me pregunto ¿Cómo fue la relacion de madre e hija con la verdadera Beatrice? quizás nunca me entere.

Pero quien soy si no un reencarnado, por ello cada vez que tengo un poco de tiempo libre le pido a uno de los caballeros al mando de proteger el ducado que me enseñe un poco, cuando inicie mi búsqueda la mayoría se negó pero ahora cuento con algunos instructores en lo que es base, también una rara espada de palo y una gratitud con tener una resistencia al dolor.

Después de terminar la comida todos nos separamos para hacer nuestro deber o en mi caso a hilar tan rápido como pueda para que mi tutora me deje un poco de tiempo libre, o terminar el pañuelo que debo entregar al príncipe, es una flor insignia de Klepton y las letras de su nombre, se ve bonito aun sin terminar.

Solo paro el trabajo al momento que noto el avance suficiente para poder fingir llorar y decirle a mi maestra que ya quiero descansar.

—Señorita, no puede salir— dijo entreteniéndose con un bordado de un paisaje, era movimiento tras movimiento de mano sin dar una mirada a ver si yo hacia bien mi trabajo, pero sabia que ella observaba mi trabajo lo suficiente para detenerme si estaba dañando el pañuelo.

—Por favor— digo entre balbuceos, aunque es solo actuación, quiero salir.

—No— responde secamente lo que me sorprende por que al llegar en su primera clase casi se arrodilla para pedir perdón cuando me chuce con la aguja.

—Maestra Arin, me duelen la manos, me chuce en muchas ocasiones— digo señalando mis falsas picaduras de aguja, falsas e invisibles.

—No, continúe o se lo reportare a sus padres.

Por mi parte solo me quedaba sentarme como una buena niña y esperar que esta clase acabara, volvi a mi lugar tome el hijo y la agua continuando con mi trabajo pero esta vez estaba tan aburrido que lo termine y comencé otro que también termine, mientras intentaba que se acabara la clase.

—Eso es todo por Hoy— escucho después de quien sabe cuanto tiempo sentada esperando que por fin dijera la frase.

Ella mira los dos bordados —. Muy bien señorita su trabajo es de excelente calidad— continua aunque debo decir que solo lo puedo hacer después de días de pincharme los dedos y las practicas de costura que tome antes de morir por miedo de que papa no nos cambiara los uniformes seguido o olvidara dejarnos dinero, cosa que nunca paso, pero cocer con maquina y cocer con aguja tienen una diferencia abismal.

—No es solo gracias a sus enseñanzas— ello es cierto, por que antes ni forma podía darle era un bordado basura, ahora solo es un bordado decente.

—La señorita solo es muy amable— sentencia moviendo sus bordados a una maleta.

—Espero verla de nuevo a su regreso.

—Yo también espero verla de nuevo maestra.

—Casi lo olvido, la duquesa me pidió que le entregara esta carta— dice sacando un sobre de su vestido que aparentemente tiene bolsillos invisibles.

Solo después de entregarme la carta se retira, no obstante para mi la carta solo era un mal presagio o algo que no quería leer.

>>Remitente: Bellice Browner

>>Para: Beatrice Browtin

>>Estas castigada.

Es lo único que dice pero también podía asegurar que mi mama se entero casi la hora que estaba perdiendo en mis clases de bordado y que usaba ese tiempo para la espada, aunque no era mucho, me ayudaba a ver como tenia que atacar, o como enfrentarme a mi enemigo en un lucha desigual, aunque hasta el momento nunca gane el combate.

—Señorita, sigue clases de arte— una clase en la que soy pésimo ya que jamás fui bueno dibujando, cantando o aprendiendo a tocar instrumentos, lo único que podía hacer medianamente era duplicar algunos dibujos pero nunca dibuje algo que no fuese una copia, aunque soy peor en música que en dibujo, al menos con un lápiz no puedo hacer sonidos mounstruosos.

Al moverme para cambiar de salón pude observar como a un mis maestros de música tenían alguna expectativa de que pudiese dar una nota decente, pero solo aumento mi poca fe en continuar con este arte después de que al intentar al primera nota no sonara la tonalidad si no un desafinado sonido que no cambiaba sin importar cuantas veces lo intentara, así solo pase el resto de la clase viendo como debía sonar pero no fue tan aburrido mis maestros tocaban cada nota a un ritmo exacto justo como si cada cuerda estuviese cantando danzara por el aire, revoloteando y mezclándose con la atmosfera de manera mágica.




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