El Reencuentro

Una luz en la oscuridad

Entonces, entre tanta incertidumbre e inquietud, vi reflejada la calma a mi alrededor, impartiendo la paz, penetrando en mí; luchando contra mis guerras internas, usando de parapeto mi corazón; aliándose a mi alma, para contrarrestar el temor y ganar mi guerra descifrando el enigma que una parte de mí, desconocía.

Con curiosidad le lancé una mirada a Sebastián.  Escribía algo en su libreta. Se veía absorto en ello y podría jurar que ni siquiera había notado mi presencia. Pero, de repente, me sorprende rompiendo el silencio:
- El silencio muchas veces nos ayuda a encontrar la respuesta a lo que necesitamos.

Me quedo perpleja. Me quedo viéndolo en silencio.
Me mira. Realmente es lindo- pero, ya Amalí, deja de pensar tonteras-.

-Hay momentos en los que nos sentimos insuficientes. Devastados. Sentimos que el mundo no nos corresponde. En los que añoramos algo o a alguien con el corazón, pero que nunca ocurre alguna esperanza, aunque sea remota de que lo que queremos se cumpla, y bum... somos una acatombe -culmina su discurso, viendo los árboles, sin siquiera mirarme-.

-Yo... -vacilo-.

Él nota mi titubeo y me interrumpe.

-He estado mucho tiempo leyendo, creo que me inspiré un poco -dice-. No me suele pasar siempre. Lo siento

-No. No te preocupes. Realmente lo necesitaba. Gracias.  Eres muy bueno en ayudar Sebas.

Él sólo me dirige una sonrisa de medio lado.

Conozco a Sebastián desde hace muchos años. Es un chico apuesto y tímido - bueno, no sé porqué razón, pero parece que sólo conmigo lo es-. Ha sido mi amigo y sé que puedo confiar en él.

- Hace un hermoso día ¿eh?-dice, aspirando el aire fresco. Me encanta disfrutar de estos momentos.  Son inspiradores. El paisaje, con sus frondosos árboles intenta penetrar en tí.¿No te ha pasado eso que, cuando te concentras en la belleza de la naturaleza, ésta te transmite una sensación.  Algo en qué razonar.

- Viéndolo bien, sí - contesto-. Aunque no lo creas, vivir entre la vegetación es hermoso. No hay nada más qué desear. 
-Coincimos en algo, entonces - dice, orgulloso-.

-Claro.

-¿Te sientes mejor o te molesta mi presencia Amalí?-pregunta en un tono tímido -.

En ese momento,  cruza por mi mente la imágen de Christian. Cómo me obligó a subir a su habitación, y viendo a Sebas, que es contraste a él, me inunda una extraña sensación.  Sebas es lindo, amable, poeta, según vi. Christian es violento, y para nada inspirador.

-¿Amalí?- repite Sebas al ver que mi mirada se fue, perdiéndose entre los pensamientos -. 
-Eh... Sí.  Me siento mejor, gracias a tí.

-Me alegro por tí.

En eso estaba, cuando recuerdo que había quedado con Paty, a que me recogiera en la casa de Christian, entonces busco en el bolso mi móvil y le marco. Contesta rápido; su voz suena un poco agitada.
-¿Te encuentras bien?- me apresuro a preguntarle -.
-Sí. ¿Y tú?
-Creo que sí-digo dudando -.
- Te estaba esperando en la casa de Christian, cuando me sorprendió un tipo alto salir de la casa con esmoquin y todo-me confiesa-. Te juro que podría congelar a media ciudad con la gélida mirada que carga, si lo quisiera. Me dio miedo, entonces, emprendí el regreso a casa. Pero, dime queno te encuentras a aún en la casa de Christian. Por favor, por favor -suplica-.
- Paty, tranquilízate. Hablaremos de esto en el apartamento. Yo me encuentro en el parque...- le digo, y girando la vista a la derecha, añado- con Sebas.

-¿Con Sebas?- se extraña, al parecer-. Ahh ya... Ya recuerdo. Entonces, te dejo en buenas manos. Te espero en el apartamento. Con cuidado esta vez, ¿si?.

-¿Cuántas veces te tengoque repetir que juegas a la perfección el rol de madre?-bufo-.
-Ninguna vez, cariño. Eso lo sé - dice, haciendo un cambio en su vos-.
Nos reímos y terminamos la llamada.

-Ya sabes, Paty siempre. Por eso no la cambio por nada- digo, dirigiéndome a Sebas-.

Veo que el cielo ya está grisáceo.  El sol ya se está escondiendo, formando unas tonalidades esplendorosas en el firmamento. Intento grabar esas imágenesen mi memoria.

-Creo que debería de irme ya. Está anocheciendo.

-¿Te importaría si te acompaño? Hay mucha delincuencia en estos días.  Así regreso a casa consciente de que te encuentras bien- me dice-.

- Está bien. Gracias. Vamos- le digo-.

Emprendimos el regreso al apartamento, el cual no quedaba muy lejos. Íbamos charlando sobre temas que nos unían, como el colegio, nuestros hobbies, el baile de graduación que sería pronto, etc.
Nos quedaban  como dos cuadras para llegar cuando de la nada, apareció una silueta frente a nosotros. Casi no lo logramos reconocer por la oscuridad. Se nos acercó lo suficiente como para saber quien era. De su boca emanaba, el flatulento olor a licor. Su silueta se tambaleaba. Estaba borracho. 
La luna, quien irradiaba con esplendor, nos ayudó a reconocer de quién se trataba.  Era ni más ni menos que:CHRISTIAN.

El temor me inundó y quedé anonadada , sin saber qué hacer.

-Tan rápido me reemplazaste, cariño-dice, con una voz poco reconocible-. Gracias por acompañarla, pero ahora me la llevo yo - dice, dirigiéndose a Sebas, quien ya estaba con el ceño fruncido-. 
- No tienes ningún derecho sobre ella- responde Sebas-. 
-¿Y tú quién te crees?¿Su novio?-replica Christian -.
- No...- dice, quedamente Sebas- pero me creo su amigo. Lo suficientemente hombre como para dejarla en manos de un borracho y quién sabe más...

Christian no lo deja terminar, y lanzando su puño al rostro de Sebas, logra hacer que éste caiga al suelo. Yo, de un salto, me retiro un poco de la escena para no recibir un golpe. Sebas, no se inmuta por mucho tiempo, y levantándose, le devuelve el golpe, sorprendiéndonos. 
Christian cae al suelo- realmente, no sé cómo es que permanecía aún de pie, pues se tambaleaba a cada rato-.
Aprovechamos ese momento para correr - literalmente-, al apartamento, en donde nos espera Paty.




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