Tres años después
Ana, tres años después de lo que pasó con Tomás, volvió a la cafetería de siempre. Se sentó en ese lugar que siempre había sido su favorito y, de pronto, un aroma familiar la hizo levantar la vista.
Era Tomás, un poco más alto, entrando con Lucía. Ahora parecía que era su esposa, que se habían casado.
Ana disimuló, fingiendo que hablaba por teléfono para no tener que saludar. No era que no le doliera verlo, no era que no lo extrañara… simplemente, no quería tener que mirar a Lucía.