Tomás la vio y por un instante se preguntó: ¿Era ella o alguien que se parecía mucho a Ana, su mejor amiga? Recordó aquel sentimiento que alguna vez tuvo por ella.
—¿Qué pasa, amor? —preguntó Lucía, percibiendo su distracción.
—Nada —respondió Tomás, cambiando rápidamente de tema.
Pero Lucía no era tonta. Sus ojos se movieron hacia el otro lado de la cafetería y dijo:
—Ah, ahí está tu amiga.
—Sí —respondió él con un hilo de voz—. Pero ya no es más mi amiga. Ahora es una simple conocida, un simple recuerdo.