Cuando Ana estaba saliendo del lugar, lo vio afuera, parado. Por un instante, sus miradas se cruzaron, y por dentro ambos se morían de ganas de abrazarse una vez más.
Ana siguió caminando, tratando de ignorar el torbellino de emociones que sentía. Tomás, por su parte, se fue con Lucía hacia el otro lado de la ciudad.
Lo que Ana no sabía era que ellos dos eran los nuevos vecinos del departamento de al lado.