El reflejo de Iris

Capítulo 3

 

 

 Mis ojos se fueron a la delgada y elegante tipografía blanca que resaltaba sobre el fondo gris oscuro de las tarjetas de visita

Mis ojos se fueron a la delgada y elegante tipografía blanca que resaltaba sobre el fondo gris oscuro de las tarjetas de visita. 

«BBA. Bufete Blake Abogados.»

Llega a mis oídos la pequeña conversación que la señora está teniendo con su jefe mientras observo cada pequeño detalle del lugar. La elegancia está estrechamente unida a la modernidad, la sencillez acaricia lo exquisito y la profesionalidad impera.

—Señorita... 

—Parks —respondo rápidamente, volviendo a centrar toda mi atención en ella.

Asiente con una sonrisa. 

—Señorita Parks, como le adelanté antes, el Señor Blake no puede recibirla ahora mismo, pero tenemos excelentes abogados que podrían ayudarla en lo que necesite.

Sé que hay gente muy buena ahí fuera pero, según el moreno de ojos verdes al que no puedo sacar de mi cabeza, su padre es de los mejores en su profesión.

Niego.

—¿Podría decirle que soy la novia de Hardy, por favor? Necesito hablar con él, es urgente.

Sus ojos se abren sorprendidos, recorren mi cuerpo con incredulidad y vuelven a mi cara, esperando que me ría o algo similar.

Intento mantener la cara de amabilidad y simpatía mientras mi interior se derrumba por momentos. Odio hacer esto, pero si es lo que tengo que hacer para mantener a mi hermana a mi lado, lo haré sin dudar, aunque mi corazón y cordura se pierdan por el camino.

Sigo inmersa en mis pensamientos cuando el golpe del teléfono al colgar me trae de vuelta.

—La recibirá enseguida. Siga todo recto y a la derecha encontrará el ascensor. —Asiento atenta a sus palabras—. Quinta planta, Kassie la recibirá.

—Muchas gracias —digo antes comenzar a seguir sus instrucciones.

Una vez en el ascensor, me tomo unos segundos para observar mi reflejo en el espejo. Los ojos hinchados, ligeras ojeras y heridas vendadas, no me dan el mejor aspecto. Sin embargo, mi pelo luce perfectamente arreglado y mi atuendo es el indicado para la ocasión, espero que los trucos de mamá sirvan para algo más que para engañarse a uno mismo.

Las puertas se abren y una joven rubia, no mucho mayor que yo, viene a recibirme.

—Señorita Parks, soy Kassie, secretaria de esta planta —Una sonrisa cegadora de mil dientes acompaña su vivaracha actitud—. El señor Blake la recibirá en unos minutos, está terminando una reunión. Tome asiento, por favor. ¿Le apetece algo? ¿Un café, tal vez?

—Un vaso de agua está bien.

—No tardo nada. 

Sus tacones resuenan en toda la estancia, las ondas desenfadadas de su cabello corto se mueven al son de sus pasos y el vestido que viste es tan elegante como toda ella. El azul oscuro complementa a la perfección el tono claro de su piel mientras la tela abraza sus curvas con delicadeza.

La luz natural que entra por los grandes ventanales hace que el espacio luzca más grande de lo que ya es, el gusto exquisito con el que está decorada la entrada sigue estando presente y la amabilidad de las secretarias es todo un acierto.

Kassie vuelve con un vaso de agua en la mano.

—Aquí tiene, si necesita cualquier otra cosa, estaré justo ahí. —Señala el escritorio que tengo frente a mí.

—Muchas gracias.

Mis manos han comenzado a sudar tanto que temo tirar el vaso al suelo, por lo que lo dejo sobre la mesa.

No debería haber dicho que soy su novia, no debería haber recurrido a eso. Por muy enfadada que esté, por mucho que el dolor y la decepción hayan conseguido someterme, sigo recurriendo a él.

—Señorita Parks —llama mi atención.

—Iris está bien.

Sonríe amable.

—Iris, el Señor Blake está listo para recibirla.

Me pongo en pie y emprendo camino tras ella.

Recorremos un largo pasillo con despachos y salas de reuniones. Algunas fotografías a las que no presto mucha atención cuelgan de la pared, pero cuando me quiero dar cuenta estoy parada frente a la imagen de un imponente hombre de cabello moreno y ojos verdes penetrantes. El traje negro que viste es de lo más usual pero en él parece cosido por lo mismísimos ángeles.

Hardy Blake.

Su nombre resalta en la placa dorada del marco, una sonrisa se forma en mis labios y una punzada me atraviesa el corazón.

—¿Va todo bien? —susurra preocupada.

Asiento repetida veces.

—Suele causar esa reacción en las mujeres —dice para quitarle hierro al asunto.




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