Repaso por décima vez en el día el informe que Stevens dejó sobre mi mesa. Gracias a sus conexiones hemos logrado averiguar más del padre de Jen.
—Jon Gómez, hombre de 52 años. Propietario en la sombra de las Empresas Raiders, un conglomerado de empresas de comunicación, transporte y comercios online.
Mi pose no deja de ser tensa. Espalda erguida, manos entrelazadas sobre la gran mesa de reuniones de madera oscura, y ojos al frente, fijos en el pelirrojo que expone de forma resumida lo que ha averiguado en estos días.
A mi derecha, Carlos, Morgan a la izquierda y junto a ella Stevens. Iris encabeza la mesa del otro lado, enfrentándose a esta mierda sola, como siempre. Kassie, permanece de pie junto a mí, tomando nota de todo lo importante.
—¿Propietario en la sombra? —La voz de Iris suena más confusa que sorprendida.
Asiente con cara de pocos amigos.
Si no fuera porque es uno de las mejores abogados del bufete y, probablemente, del país, no habría recurrido a él. Es insaciable, incansable. Su instinto no suele fallar y cuando se propone algo no cesa hasta conseguirlo. Persigue la verdad y la justicia hasta los confines del mundo si es necesario. Pero es demasiado impulsivo, se centra tanto en el objetivo que olvida los efecto colaterales, por eso he solicitado la ayuda de Morgan. Su forma de analizar hasta la más mínima consecuencia los convierte en un dúo prácticamente indestructible.
—Está todo explicado en el informe.
—Un informe que llegó a sus manos hace exactamente diez minutos y veintitrés segundos. Tiempo que ha pasado atendiendo a nuestras palabras —apunta la morena de su derecha con una calma propia de ella—. Cuando decimos propietario en la sombra nos referimos a que no es la cara visible de las empresas. Su nombre no aparece en ningún papel ni como propietario ni como socio mayoritario.
—¿Y cómo saben que las empresas son suyas?
—Sabemos hacer nuestro trabajo, Señorita Parks. Nuestro objetivo es conocer al demandante para poder atacar de forma tan contundente que no pueda levantarse una ve reciba el golpe. Hacerlo de forma legal es algo más complicado y para eso estamos nosotros aquí.
—La verdadera pregunta es, ¿por qué no te sorprende la información? —inquiere Stevens elevando una ceja al techo.
—Nunca supe exactamente a qué se dedicaba, pero sabía que con el sueldo de profesora de su mujer y el suyo, de supuesto funcionario público, no podían permitirse todos esos lujos.
—¿Lujos? ¿Cómo cuáles? —interviene Carlos algo más interesado en la conversación. Todavía es demasiado temprano para llamarlo padre. Es más, a este ritmo no creo que pueda volver a decirle papá nunca.
La mirada de la rubia vuela en mi dirección, asegurándose de poder dar esa información. Asiento sutilmente, agradeciendo mentalmente que me haya hecho caso por primera vez desde que la conozco.
—Tienen varias propiedades en las afueras de la cuidad, coches de gama alta y nunca parecen preocuparse por mirar los precios de las cosas. Solo alguien con más dinero del que podían gastar en tres vidas haría eso.
—Necesitamos una lista con las propiedades que conozcas y los coches que recuerdes.
Iris asiente convencida hacia la morena cuya cabeza va a mil por hora, intentando atar cabos invisibles para el resto pero completamente expuestos para ella.
—Stevens —hablo por primera vez en la tarde— continúa.
—Según hemos podido averiguar, la mayoría de los pagos realizados por las Empresas Raiders van dirigidos a empresas fantasma con cuentas en paraísos fiscales.
—Si no es Jon, ¿quién figura como accionista mayoritario de esas empresas? —Iris no ha terminado de formular la pregunta cuando entra en la sala el último miembro que esperábamos.
—Jenny —interrumpe Isan con el ceño fruncido y los puños apretados.
Los presentes asienten y la mirada de Iris vuelve a buscar la mía. Intentando encontrar un atisbo de señal que le indique que lo que están diciendo no es real, pero lo es. Es asquerosamente cierto.
—No deberían haber empezado sin mí —me encara mi hermano más calmado de lo que pensaba verlo. Sé que está intentando controlarse, pero el fuego de sus ojos es similar al que veía cuando estaba subido en el ring.
—Estábamos explicándole a Iris lo que hemos averiguado, no hemos comenzado con lo importante.
Asiente satisfecho tras escuchar las palabras de Carlos. Toma asiento junto a Iris, a la que no se atreve a mirar a los ojos.
—Bien, ya podemos comenzar —Carlos se pone en pie, para obtener la atención de todos—. Iris, como te comenté la primera vez que pisaste estas instalaciones, vamos a luchar por la custodia de Penélope hasta que nos quedemos sin opciones.
—Para ello, debes ser conocedora de la estrategia de defensa que utilizaremos que, tras haber analizado el caso en profundidad, hemos decidido que sea de desacreditación —continúa Robert Stevens—. Jon Gómez es un hombre adulto, con solvencia económica, que se ha ganado el cariño de Penélope, por lo que tiene una gran parte del camino recorrido. Necesitamos que comprendas que no va a ser fácil y atacarán con lo que sepan de ti y los que hasta ahora han sido los tutores legales de la menor, por lo que deberemos saber todo lo que puedan utilizar en su contra para tener las herramientas necesarias para el contraataque.
Claudia Morgan es la siguiente en tomar la palabra.
—Hay seis requisitos básicos que el juez tiene en cuenta para determinar quién obtiene la custodia, entre ellos se encuentra la proximidad del domicilio con el lugar donde se establecen la mayoría de lazos sociales del menor, la estabilidad personal y laboral de los demandantes, el deseo o voluntad de Penélope, en ese caso, la implicación anterior en la educación, cuidados y atenciones del menor y la relación entre los demandantes, por si existiera la posibilidad de una custodia compartida.
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Editado: 28.10.2024