El Reflejo de tu Belleza Libro 2

Cap 1 Antonio Cobalti

Antonio Cobalti

Su nombre es Antonio Cobalti tiene 28 años, es italiano de nacimiento, pero creció en España, junto a su padre Rafael Cobalti, mientras su madre, se quedó en Italia con el negocio familiar. 

Es ingeniero civil de profesión, dirige una empresa de construcción, donde es él gerente. A pesar de crecer rodeado de lujos y dinero, es descomplicado, no le tiene apego a nada, siente que ha trabajado muy duro y se ha esforzado en la universidad para llegar hasta donde está, lo ha logrado con el sudor de su frente, sin pedirle ni un euro a su padre. 

Se siente en libertad de tomar sus propias decisiones. Le gustan las mujeres inteligentes, humildes y descomplicadas como él, no le gustan las mujeres orgullosas, que presumen lo que tienen y se la pasan todo el tiempo hablando de calzados, bolsos y maquillajes.

Odia este tipo de mujeres. No son de su gusto. Si algún día se casa será con una mujer que logre cumplir sus expectativas.

Por eso, ese día que estuvo en el centro comercial, su padre le dijo que tenía una cita con la hija de su mejor amigo, él sabía quién era, la vio un par de veces en la universidad, y le desagradó completamente su forma de ser, una chica mimada, hija de papi y mami, que solo saluda a los de su clase y pasa por encima de los demás.

Chantal Colunga presumiendo del dinero del imperio Colunga, y vistiendo los últimos atuendos de moda, zapatos y bolsos de marca, una mujer hermosa en su exterior, pero en su interior arrogante y creída. La detestaba cada vez que se la encontraba.

—Oye, ¡fíjate por dónde caminas! —le dice ella cuando van saliendo de la cafetería de la universidad, le ha tirado un vaso de café caliente y encima tiene el descaro de reclamarle.

—¡Fíjate tú, tarada! ¿dónde tienes la cabeza? —le responde con ira, sentía arder su piel con el café caliente y verla a ella hacía que ardiera más en su interior.

—¡Cómprame un nuevo café! ¡Tu fuiste quien te atravesaste! 

—¡Cómpralo tú! Si tienes para comprar esa ropa de marca, también tienes para comprar otro café, yo no te compro nada—. Y sale del lugar enojado.  

Lo que supo de ella, es que le tocó repetir el semestre dos veces, él terminó de graduarse y ella todavía estaba en el octavo semestre. 

«Lo sabía solo es belleza externa. Espero no toparme con ella nunca más en el camino.» pensó

—Papá, no quiero casarme con esa mujer, somos muy distintos, a mí me gusta la adrenalina, los deportes extremos, la música rock, pop, ir a conciertos de música urbana, ella... es aburrida solo va a conciertos de piano, teatros cursis y salones de belleza y solo trata con su círculo social.

—Hijo, es una promesa de un buen amigo mío, habla con ella, si en realidad no te gusta yo hablo con mi amigo Benjamín. 

Llega al centro comercial con una ropa formal, todavía tenía media hora para el encuentro, se acerca a una tienda de ropa, y compra un pantalón jean roto, una camiseta rockera, una gorra roja, unos zapatos deportivos, un bolso, se cambia todo en la misma tienda y sale a verse en el espejo. 

Totalmente irreconocible, un verdadero hippie, se cruza el bolso y sale de la tienda, hace un par de llamadas a dos amigas y se dirige hasta el restaurante. La ve por el vidrio de la ventana, sentada muy glamorosa, con ese aire de niña rica.
En su cara haciendo muecas como si todo le estorbara, muy poco la ha visto sonreír, será para que no se le dañe el maquillaje.

—Hola nena! — le dice y se sienta frente a ella.

—¿tú quién eres? ¿Puedes levantarte? Esa es la silla de mi mamá— decía ella, alzando la mirada, avergonzada de que alguien cercano a la familia la reconociera.

—déjame presentarme, mi nombre es Antonio Cobalti. — responde él, sin olvidar aquellos ojos grandes y brillantes que lo miraron como si quisieran comerlo.

Sorprendida ella, se lleva la mano a un lado de la cara, bajando un poco la cabeza, le dice en voz baja.

—Te puedes retirar, no tengo nada que hablar con usted.

Antonio observa a las dos chicas que vienen justo a la mesa donde están los dos, él gustoso por la forma en que llegan vestidas, muy provocativas, se sientan cada una a su lado, una de ellas le da un beso en la boca y la otra simula estar tocando sus partes íntimas. 

Ella queda pasmada sin saber que hacer o que decir, solo se lleva las manos a la boca y lo queda mirando sonrojada.

—¿Que miras? ¿Te quieres unir? — le pregunta y le guiña un ojo. —Vamos nena deja esa cara de mosquita muerta y demuestra lo que eres! — le salen estas palabras de desprecio. 

Ve en su rostro agitación y miedo, Ella se levanta de la silla y sale corriendo a la puerta de salida, mientras él sonríe con triunfo de victoria.

—¡Mis nenas lo hicieron bien hoy!—, dice, dándoles un beso en las mejillas de cada una. 

Sale del lugar conduce su auto a toda velocidad, su imagen de terror se cruza por su mente, definitivamente esa mujer no cumple sus expectativas, no es su tipo de mujer, queda descartada para matrimonio.

—Papá lo siento ninguno de los dos nos queremos casar.

Le dice por teléfono a su padre que comprende su decisión. Llega al club de Boxeo para relajarse un poco, después de la tensión que tuvo en ese encuentro, con la niña mimada, la misma que aborreció en la universidad y que no quiere volver a ver en su vida.

Pasado varios días, se concentra en su trabajo y en los nuevos proyectos que tiene, debe salir de viaje por un tiempo, a su reemplazo queda Harold el jefe de operaciones que se encargará de contratar nuevo personal para ampliar su portafolio de servicios. 

La Empresa está creciendo internacionalmente, su viaje es en el extranjero a negociar con otras Empresas. 

—¿Cuánto tiempo vas a estar ausente? — le pregunta Irma su secretaria.

—quizás un par de meses, mantenme al tanto de las novedades y cambios que hagan del personal contratado—. Le responde.




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