—Irma te voy a matar! — grita con fuerzas en el aeropuerto, la gente pensará que está loco, pero es su manera de sacar su frustración.
Se suponía que su vuelo salía muy temprano en la mañana y resulta, que no fue reservado sino hasta la semana que viene, le escribe a Rainer, preguntándole como marchan las cosas y le informa que estará allá la semana que viene, por inconveniente en el vuelo.
—Esto es muy molesto para mí, estoy acostumbrado a ser responsable y a cumplir con mis compromisos, debí haber salido hoy, para mañana retomar al trabajo.
Se devuelve a su departamento con la maleta, no quiere quedarse encerrado, se coloca su chaqueta, agarra su casco, las llaves y baja para encender su motocicleta,
«necesito adrenalina para distraer mi mente». Escucha sonar su teléfono.
—Hola Harold, ¿me imagino que ya sabes que no pude viajar? —. Le dice expectante, esperando una respuesta.
—Antonio! Te marqué por inercia a ver si me respondias!— le dice angustiado, como si estuviera sucediendo algo.
—¿pasó algo?— le pregunta preocupado
—se trata de la construcción que está a cargo de C&C, han detenido la obra por impedimento de la ciudadanía, te puedes imaginar al gerente de la sucursal de Sotovento, ¡me ha llamado toda la mañana!
—Que llamen a las autoridades! y el equipo que no intervenga, voy inmediatamente al lugar.
—ya la policía está en la zona, quedo atento a cualquier cosa—. Le termina de decir, cuelga, enciende a toda velocidad la motocicleta y se dirije a Getafe.
Mientras maneja, lleva una velocidad sorpréndente, Antonio siente el viento liviano a su paso, desde niño le ha gustado las emociones fuertes, no le teme a nada, he practicado diferentes deportes extremos, le gusta la competencia y afrontar retos.
Al llegar al lugar después de aparcar su motocicleta, observa que la policía ya tiene todo controlado, los ciudadanos están bastante retirados del lugar, pero los obreros no están trabajando.
—Buenos días señores, la policia ya retiró a la ciudadanía de este lugar ¿porque no se han puesto a trabajar?.
—No podemos señor!, cuando íbamos a empezar uno de ellos tiró una piedra y le dio en la cabeza al compañero que se encuentra en enfermeria—. Le dice señalando la carpa de primeros auxilios.
—¿Dónde está el ingeniero a cargo?— para mi también es importante la seguridad de mis hombres. —lo mejor, es que hoy no trabajen, se pueden ir y no se preocupen, que este día es remunerado.— les dice mientras se dirije a la oficina.
—¡si señor! Muchas gracias— dicen todos al mismo tiempo y salen a recoger sus cosas.
—Harold, ¿tu investigastes si esa escritura es legal?— escucha la voz de una mujer cuando va entrando.
—Buenos días!— el oficial y la mujer voltean. Valla sorpresa... Nada mas y nada menos que la niña mimada. Respira hondo, antes que la ira se apodere de él, se acerca a ella y le arrebata el teléfono.
—oiga!— le grita.
Salgo de allí. —¡Harold! ¿Porque esa mujer esta aquí?
—¿Antonio?—. Le pregunta, el no responde —La señorita es la ingeniera de C&C.— me sigue diciendo mientras mi sangre se va calentando.
—Esto tenemos que hablarlo personalmente!— le digo
—Disculpe, ¿me puede devolver el teléfono? Y ¿donde están los obreros?— pregunta mirando a su alrededor sin ver a nadie.
—Les dije que se fueran o ¿que pretendías que los lincharan aqui? —. Le entrega el teléfono.
—¿porque me hablas así? estoy tratando de resolver la situación, esto es algo serio y no se resuelve como estás acostumbrado hacerlo!—. Le dice y la queda mirando expectante, «¿que sabe ella de mi? ¿Porque afirma que tengo una costumbre de resolver las cosas? o mejor dicho ¿como es que estoy discutiendo con una niña berrinchosa?»
Ella sigue hablando con Harold, alejándose que no logra escuchar lo que hablan.
—Señor oficial, ¿que otra cosa necesita?—le pregunta —La obra tiene cinco meses de haber comenzado, como puede ver los documentos están al día, y la autorización estatal también la tenemos.
—Hay algo que no cuadra con la escritura y eso es, lo que la señorita esta averiguando.
Antonio la observa, unas hebras de su cabello recogido, se le salen a través del casco, su cara sudorosa, le ha corrido parte del maquillaje, permitiendo ver su rostro natural, unas pecas salteadas ocupan parte de sus mejillas y de su nariz. Sus ojos marrones se empequeñecen con el sol, se muerde el labio mientras habla, dando a entender que está preocupada, lleva puesto una camisa jersey, un jean y unas botas industriales, que la hacen lucir muy sexi, ella es alta y delgada, el jean apretado le resalta sus curvas, se da la vuelta, su trasero es provocador, camina erguida de un lado a otro, como si estuviera en pasarela.
«¿me esta desfilando? ¿Me esta provocando? Mi entrepierna se incómoda, ¿de verdad está niña mimada está causando este efecto en mi?»
—Señor oficial!— lo llama ella, haciendolo salir de sus pensamientos, Antonio sólo se limita a verla, quiere ver hasta donde es capaz de llegar.
—entremos a la oficina, me acaban de enviar las escrituras—. El oficial y Antonio se van detras de ella, pero sus ojos se posan en el movimento de sus caderas.
«¡Oh que sofocación!» Sacude su chaqueta.
—Uff! Que calor— le dice al oficial, desviando su mirada a otro lado.