"Take a breath and I try
to draw from my spirit's well.
Yet again you refuse to drink
like a stubborn child."
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Aún acomodando su fino saco, el tano empezó a reír. No era para nada extraño que Valerian reaccionara así y tampoco la culpaba. La mirada de reproche que ella le estaba dando no tenía precio. Abrió sus brazos cómicamente.
—¿No me extrañaste?
—¿Dime... por qué demonios estás en mi patio y no tocaste la puerta como una persona normal? — recriminó acercándose.
— No somos personas normales, Vale — se encogió de hombros.
La pelirroja echó su cabeza hacia atrás y sonrió, recibiéndolo con un efusivo abrazo. Cuando se separaron, lo miró con el ceño un tanto fruncido. —¿Qué haré, Dante? Sé que quieren que declare, mis hermanos me lo confirmaron y aunque creo que Frances no dirá nada, la serpiente de América no durará mucho sin hacerlo — dijo en un arrebato. — ¿Qué se supone que diga si se aparecen en mi puerta? ¿Debo ir?
— Primero cálmate, estoy enterado. Por eso no se me ocurrió verte en un lugar público, sabes que los Mangiamorte están en la mira y no quiero a ningún policía indagando nada cerca de mi gente, eso te incluye, Vale...
— Pero...
— Esto debe ocurrir, no tienen nada que te ligue a ese momento — se adelantó a la expresión de pánico de la chica. Solo quieren tu declaración por lo que te unía a Melvick, será rápido y eso te sacará de las sospechas, no les des motivos.
—¿Qué se supone que debo decir?
— Sé que podrás con esa parte, lo cotidiano. Y no te preocupes por omitir lo que soportaste, estoy seguro que eso tendrá importancia. Eres una persona inteligente y fuerte, solo tú sabes lo que sucedía con ese... — hizo una mueca de desagrado — chico.
La joven Hansen suspiró, dirigiendo su mirada hacia otro lado y rascándose el cuello. — Dante, lamento muchísimo haberte involucrado en todo esto, sé que tienes tus propios asuntos.
El magnate negó con la cabeza y levantó sus manos en un sencillo ademán de calma. — Me habría ofendido si no hubieses recurrido a mí para algo así. Eres parte de la familia, no tienes que disculparte.
Aunque sintió un notable alivio, algo en la postura del italiano le hizo entender que tenía más por decir. —¿Qué ocurre?
— Debo salir del país. Algo está descontrolado en Grecia, aún no sé bien, pero debo viajar — ladeó su cabeza. Estuve ocupado con eso pero no quería dejarte sola en esto. Valerian asintió.
— Ten cuidado, ¿sí? No hagas nada estúpido. Gen no está aquí para decirlo así que lo hago yo... sé prudente, Ballastro.
El hombre la miró con ternura ante su reprimenda y le dio un abrazo final. — Eres más padre para mí que Robert. Vuelve sano — le dijo al separarse.
— Deberías cercar el patio, cualquier loco puede meterse por aquí — bromeó y luego se largó de allí.
Mientras la cena se cocía en el fuego, se dispuso a acomodar un poco el desorden, llevando algunas prendas a su habitación. Aunque intentaba llevar esa simple rutina, su cabeza estaba en la cinta, en Logan y en lo que sentía que no le decía, en el mapa de su investigación y en esos malditos huecos que faltaban llenar. Aun cuando tenía sus propios demonios revoloteando a su alrededor.
Tomó el cofre que sacó del ático varias semanas atrás y se sentó en la cama, revisando cada carta que Moore había escrito. Muchas solo tenían líneas inconsistentes, otras eran el fiel reflejo de la ira, lo que dificultaba un poco la lectura. Le resultaba cautivador poder notar qué estado de ánimo se habría encontrado el ojigris al redactarlo.
Pasó sus dedos por encima de la desgastada letra y un suspiro involuntario dejó sus labios. Un tenue golpe en la puerta principal se oyó casi de casualidad e hizo que avanzara con cautela. Al abrir, una caja pequeña estaba en el pórtico otra vez. No tenía ninguna nota sobre ella, ni etiqueta, solo un símbolo casi en una de sus esquinas, lo que se asemejaba a un hacha.
—No hay un día de normalidad — le dijo ya resignada a Redrum. El olor a humo tapó sus fosas nasales y con varios insultos corrió a tratar de salvar la cena. — ¡Maldita sea! ¿Acaso no puedes ser un buen compañero y al menos vigilar la comida? — El felino giró su cabeza con curiosidad y se tiró al suelo con pereza. — Creo que cenaré un sándwich...
Examinaba de lejos lo que minutos atrás estaba dentro de esa caja, tratando de interpretar lo que tenía en frente. Tomó la pluma mientras bebía de su cerveza y la giró. Era muy parecida a la que había encontrado en el tablero, solo que esta tenía escrito "Aléjate de Logan".
—¿Por qué debería de hacerlo, señor extraño? — exclamó volviendo a posar sus labios en la botella.
Entre los papeles arrugados, una bolsita de tela borgoña estaba oculta. En su interior, un collar estaba cuidadosamente guardado. El dije parecía ser una especie de escudo, con dos hachas cruzadas y en su reverso "et exsultabit condemnabitur". Tecleando rápidamente en su móvil logró traducir esa inscripción, sintiendo una inexplicable adrenalina: "solo los condenados triunfarán".
¿Era posible que fuera solo una coincidencia? Y en su mente apareció la imagen de Logan recitando lo que decía al pie del precario altar del arroyo. « ¿Logan? ¡El tierno oficial!» gritó Betty. Volvió sus ojos a la última cosa que descansaba en la isla: era una nota, la primera que recibía escrita a mano y no a máquina.
"Mantente alejada de la escoria que corrompe tu verdadera naturaleza, mi dulce Leri, mantente a salvo"
El trago quedó a medio camino cuando terminó de leer. Bajó lentamente la botella y volvió a repasar esa oración. Al momento de que oyó el "clic" en su mente, salió corriendo hacia la habitación con la nota en sus manos y rebuscó desesperadamente entre las hojas que previamente había dejado allí.
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Editado: 26.07.2025