"You remember
What did the scar do?
How deep are you going to cut?
Looking for my heart "
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A pesar de la pesadilla, la mañana de Valerian comenzó con una extraña sensación de paz. Mientras estaba sumergida en la tina con agua tibia, lo primero que pensó fue en asegurar su casa. Al despertar, se dio cuenta de cuán deteriorado estaba su sueño; hacía meses que no lograba descansar adecuadamente, lo que la volvía algo inestable y torpe en su día a día. Pero estaba decidida: no permitiría que eso la afectara más. Ya tenía suficientes batallas internas como para sumar otras.
El clima en Tarrytown era lluvioso. Aunque adoraba la lluvia, el frío otoñal se hacía sentir con más fuerza, y pocas personas se animaban a salir de casa. Ella, en cambio, lo soportaba sin problemas, abrigada con su sobretodo y sus botas altas, lo que acentuaba aún más su apariencia sombría.
Antes de dirigirse a "Market & Stuff" —una especie de supermercado grande—, pasó por su cafetería habitual a buscar un capuchino tamaño gigante: la dosis de cafeína que necesitaba para funcionar.
—Entonces, cariño, ¿por qué tanta protección? —le preguntó la señora Doris desde el otro lado del mostrador.
—Vengo de la gran ciudad... es costumbre —respondió Valerian con una sonrisa—. Me hace sentir más segura, ya sabe. Todo es muy nuevo, aunque lleve un tiempo por aquí.
—Entiendo. Mi hija vive en Los Ángeles y tiene más seguridad en su casa que la cárcel del condado —bromeó mientras le entregaba una caja con el sistema que había comprado—. Aquí tienes, querida. Si necesitas algo más, no dudes en volver.
Valerian le sonrió de forma genuina. Le agradaba Doris. Continuó su paseo de compras con una inusual tranquilidad. Tal vez era el efecto del café, o simplemente un intento de su mente por forzar un momento de normalidad. Revisó mentalmente su lista, y al pasar por el área de librería, tomó cuatro libros nuevos que llamó "una cita con su lado nerd".
Ya en la zona de bebidas, se detuvo a mirar las etiquetas. Estaba tan concentrada que no vio por dónde caminaba y terminó chocando con alguien.
—Disculpa, no estaba prestando atención —dijo con naturalidad.
—Deberías ser menos torpe, ¿no crees? —respondió una voz que reconoció de inmediato.
—Oye, no fue nada —intervino otra voz más amable. Era la bibliotecaria que le había dado información al inicio de su investigación. Lanzó una mirada severa a su amiga—. Ya basta, Keyla. No fue para tanto. Las dos iban distraídas.
El rostro de Valerian mantenía la sorpresa, aunque por dentro luchaba por no soltar todos los insultos que guardaba desde hacía tiempo. Se limitó a sonreír con esa arrogancia natural de los Hansen.
—De igual forma, Stacy debería fijarse por dónde va y salir de su pequeño mundito —añadió la rubia, con desdén.
—Creo que... estoy sintiendo una vibra rara. ¿Tienes un problema conmigo? —bromeó Valerian con tono irónico.
Antes de que pudieran contestar, ocurrió lo inesperado:
—¿Crees que esta será una buena opción para regalarle a... Val? —preguntó Logan, con varios packs de cerveza en los brazos. Se detuvo al verlas. Su voz bajó el tono al encontrarse con la mirada de Valerian. Tardó unos segundos en recomponerse, carraspeó y sonrió. Luego, notó la bolsa transparente que ella llevaba.
—¿Ocurrió algo? —preguntó, con un dejo de preocupación evidente.
El tono no pasó desapercibido. Keyla lo notó con fastidio. Valerian, en cambio, sonrió con cierta satisfacción.
—Nada que no pueda manejar, oficial. Pero gracias —respondió con dulzura intencionada. Sabía que ese tono debilitaba a Logan, como a muchos hombres. Caminó hacia él, pasando entre las dos chicas, y puso su mano en su pecho con una sonrisa. Logan reaccionó con una leve sonrisa también, sus ojos brillaban—. Te veo luego... Oh, y lamento haberte chocado, Stacy —dijo, antes de mirar a la rubia—. Adiós, Kayla.
—Soy Keyla —corrigió ella, molesta.
—Sí... me da igual.
Valerian no podía negar que estaba disfrutando el momento. Ver el rostro al borde del colapso de Keyla elevó su ego. Y notar cuánto afectaba a Logan... era un extra delicioso.
Pero no se conformó. Retrocedió unos pasos y se ocultó en la sección contigua, desde donde podía escuchar la conversación.
—Estoy harta de esto, Logan. Tienes que parar —dijo Keyla, golpeándole el pecho con los dedos.
—Sé lo que hago, ¿de acuerdo? Deja de preocuparte —respondió él, visiblemente cansado.
—¡No, no lo sabes! No ves cómo actúas cuando ella está cerca, o incluso cuando te manda mensajes. Esto no vale la pena... —se acercó más, presionando su cuerpo contra el de él—. Esa casa ya no es de Moore. Nada queda de esos años. ¿Y lo otro? ¿Vale realmente la pena?
—Basta, Keyla. Ya te lo expliqué demasiadas veces. No me hagas una escena en el supermercado. Necesito hacer esto.
—¿Esto... o a ella? No me trates como tonta, Wittnhen. —su voz se quebró—. ¿Sabes qué? Elige. Yo o la pelirroja.
Logan se quedó en silencio. Keyla, al notar la duda en su rostro, cerró los ojos con fuerza.
—Bien. Pero recuerda mis palabras: cuando descubra tu juego, vas a desear haberme elegido.
Valerian se mantuvo oculta. Su enojo crecía. Le gustaba Logan, y no soportaba la idea de que la estuviera utilizando con fines que aún no comprendía. No permitiría que la dañaran otra vez.
Ya en casa, después de pagar todo, se dedicó a instalar el sistema de seguridad. Logan le enviaba mensaje tras mensaje, pero ella optó por ignorarlo. Subió el volumen de la música y se concentró en lo suyo.
Mientras sonaba una de sus canciones favoritas, se sentó en el suelo, esperando a que el software se actualizara. Redrum se frotó contra su pierna. Sonrió. La bebida comenzaba a hacer efecto, y una liviandad agradable invadía su cuerpo.
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Editado: 26.07.2025