"I will not give up the fight
But on this last thread,
I hold on so tight
Feed my imaginations,
don't let a sweet dream die "
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Sus piernas perdieron toda estabilidad al leer la nota, y mucho más cuando oyó la voz preocupada de Logan acercándose a la habitación. Con rapidez, Valerian tomó el mensaje, la daga y el collar, arrugándolos y escondiéndolos entre las ropas colgadas a un lado del armario.
—¡Val! Oye, ¿qué sucede? —inquirió el castaño, asomándose por el marco de la puerta.
Aún desde el interior del armario, Valerian se tomó unos segundos para activar el interruptor general y calmar la ansiedad que le subía por la garganta.
—¡Listo! Vaya... lo siento. Algo explotó aquí adentro. Yo... eh... venía entrando y recordé que hoy estaba haciendo chispas —mintió, riendo con un nerviosismo disimulado—. Es un pésimo lugar para poner una central eléctrica, ¿no?
Logan escaneó con la mirada los alrededores, desconfiado, y luego la observó con atención.
—¿Corriste por eso? —insistió, arqueando una ceja.
Ella solo asintió. Pero un sonido seco en otra parte de la casa hizo que él se alejara instintivamente, con la mano apoyada sobre su arma reglamentaria, dispuesto a lo que fuera.
Valerian corrió detrás suyo, murmurando improperios por lo bajo, hasta que terminó chocando con su espalda. El oficial se mantenía quieto, tenso, apuntando a un punto en específico.
—¡Logan! Guarda eso —exclamó al ver a su pequeño amigo acurrucado. Sin pensar demasiado, se interpuso entre ambos—. ¿Ibas a dispararle a un gato? ¿Qué clase de policía eres?
—¿Por qué tienes a Redrum aquí? —preguntó con un tono tan grave que logró asustarlos a ambos. Al no recibir respuesta, alzó la voz—. ¡Dime por qué tienes al maldito gato de Moore, Valerian!
—Venía con la casa —soltó sin filtro, mientras Betty gritaba en su mente que lo pusiera en su lugar—. Cuando me mudé, ya estaba aquí, y no me pareció bien echarlo a la calle —continuó, pero ahora con un tono más dulce. Colocó sus manos en el rostro del oficial y lo obligó a mirarla—. Es solo un gato... ¿Qué dices si salimos de aquí? —susurró casi rozando sus labios.
Cuando lo vio cerrar los ojos, supo que había ganado esa pequeña batalla.
Cada uno en su auto, respiraron hondo, tratando de entender lo que acababa de ocurrir. Logan intentaba recuperar la compostura, aunque en su cabeza solo resonaba: "todo por un estúpido gato". Mientras tanto, Valerian rogaba que quienquiera que hubiese enviado la foto no estuviera observando cada segundo de la escena que acababan de protagonizar.
Minutos después llegaron al apartamento del oficial. Valerian, con la botella que había traído del bar aún en mano, vio en esa noche una nueva oportunidad para indagar. "Nadie se pone así por un simple animal, y lo sabes", recalcó Betty desde algún rincón de su conciencia.
Con una sonrisa cómplice, se apoyó sobre el respaldar del sofá y observó cada movimiento de Logan.
—En verdad lo siento —murmuró él luego de unos minutos de silencio—. Por casi matar a tu mascota... y, más que nada, por comportarme como un idiota contigo.
—Creo que eso aplica para ambos casos —bromeó ella, aliviando la tensión. Él soltó una pequeña risa.
—Lamento haber reaccionado así, ya sabes... De todas maneras, ¿por qué no empezamos de nuevo? Sin todo el drama de la ex y los accidentes —propuso con un suspiro.
Logan asintió, sintiendo un leve cosquilleo en el estómago. Nerviosismo. Se acercó decidido, ignorando las protestas de su parte racional. Acarició suavemente el cuello de Valerian y luego descendió hasta la base de su nuca, provocándole un escalofrío que le curvó los labios en una sonrisa ladeada.
Sin perder más tiempo, la besó con ímpetu y con un deseo que venía reprimiendo desde hacía semanas. Ella se aferró a sus hombros, dejando que las caricias recorrieran su pecho por debajo de la tela. Ninguno planeaba detenerse. Ninguno quería hacerlo.
No fue hasta que Logan la sostuvo con fuerza y tropezaron levemente, aún sobre el respaldar del sofá, que se dieron cuenta de lo torpes que podían ser en medio de tanta necesidad. Entre risas y susurros, se dejaron llevar hasta llegar a la habitación. En el trayecto, no les importó chocar con lo que se cruzara en su camino. Solo tenían en mente una cosa: el otro.
Logan la ayudó a recostarse con cuidado, siendo apenas consciente de la herida que ella aún tenía. La miró, realmente la miró, como si buscara memorizar cada centímetro de su rostro. Depositó pequeños besos en sus mejillas y luego en sus labios, mientras sus manos viajaban por debajo de la remera, acariciando con ternura y deseo.
Valerian no se mostró tímida. Todo lo contrario. Se dejó guiar por el ritmo de sus caricias, hasta que sus propias manos respondieron con un gesto osado: rozó con las uñas la espalda de Logan, robándole un gemido ahogado.
Una sonrisa se dibujó en sus labios. Su cuerpo, ya entregado, pedía más. Sin remordimientos. Sin frenos.
Las prendas comenzaron a caer como hojas vencidas por el viento. En medio de miradas cómplices y jadeos compartidos, se buscaron hasta encontrarse del todo. Él besó su cuello, descendiendo lentamente, tortuosamente, regalándole vistazos cargados de intención. Ella respondió guiándolo con un empujón suave, sutil.
Logan sabía cómo volverla loca. Y lo estaba logrando.
La habitación se llenó con el eco de sus respiraciones, suspiros, y murmullos entrecortados. Cuando el ritmo pausó por unos segundos, Valerian aprovechó para voltearlo y cambiar de posición. La osadía marcó un nuevo punto de partida, y el vaivén de sus caderas fue suficiente para enloquecer al oficial, que se rindió por completo a su juego.
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Editado: 26.07.2025