"There is no going back this time
What is real and what is mine?
Ooh, survival hurts "
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No tenía nada que decir. Nada que aportar. Irónicamente, un inocente había muerto por mero capricho. En un impulso de rabia, tras mirar durante varios segundos la pantalla y asimilar el mensaje, aún con las manos temblorosas, respondió. Por primera vez desde que comenzaron a llegarle, lo hizo sin escrúpulos, sin filtro. Simplemente escribió: "Maldito cobarde". Y para cuando Betty —y su lado más centrado en la supervivencia— apareció, ya era demasiado tarde.
Nadie imaginaría que la audaz Valerian Hansen pudiera sentir tanto miedo como para fumarse toda la cajetilla de una sola vez. Era un desafío... o quizá solo la estupidez de pensar que podía enfrentarse sola a un chacal oculto en las sombras.
«Prueba enviándole que estás ebria y lo lamentas», saltó Betty, burlándose de sí misma.
En medio del caos emocional que rugía dentro de ella, olvidó que su herida aún no había sanado del todo. Un mal movimiento provocó una punzada que la obligó a encogerse. Aun con el dolor, se incorporó con esfuerzo, sin apartar la mirada del móvil sobre la mesa. Y entonces, algo cayó como un bloque en su mente: si había irritado a Alexander con ese mensaje, no podría volver a casa... ni recuperar lo que necesitaba.
No era un secreto el peligro que ese chico de ojos grisáceos representaba. Tampoco su falta de moral o límites. Aunque resultaba paradójico que fuera justamente ella quien lo viera de esa forma... y no como él la había llamado: su igual.
Mientras mordía las uñas y trataba de calmar la ansiedad, tomó la laptop de Logan para revisar mejor la información de Tessa. Algo no terminaba de encajar. Al leer la dirección de un nosocomio privado en Alemania, una luz se encendió en su cabeza.
—Hola, hermano mayor —saludó con una sonrisa, activando el altavoz.
—Es raro que me llames... ¿cómo estás? —bromeó Tristan al otro lado.
—Bien... oye, necesito un súper favor confidencial —dijo, y escuchó un quejido al otro lado—. Tris, es importante. En serio.
—Dime.
—Estaba pensando en tus millas de viaje... podrían serme muy útiles ahora mismo —usó su voz más inocente—. Necesito un vuelo a Alemania lo antes posible.
—¿A qué vas a ir allá, Val? Por favor, no me digas que sigues con ese caso —dijo, ya con un tono severo.
Valerian rió con fuerza y carraspeó.
—Sabes cómo soy, no hay caso cerrado hasta que yo diga que lo está. Además, no puedo usar los fondos de la empresa o me van a llamar la junta, papá o uno de los gemelos.
Hubo un breve silencio antes de que oyera una maldición de su hermano.
—¿A qué parte específicamente?
Celebró en silencio antes de revisar el expediente.
—Rostock... carajo —murmuró.
—Te consigo tres días y nada más. Por cómo terminaste esa frase, sé que sabes de quién es ese territorio. Haz lo que tengas que hacer, pero si no lo resolvés, volvés en el tercer día, ¿de acuerdo?
—Por supuesto. Te lo agradezco muchísimo. Saludos a la familia.
Por supuesto que la menor de los Hansen sabía bien en qué terreno se estaba metiendo. Había conocido a la familia Bahal en su adolescencia, cuando pasaba gran parte de sus días con Gennevive en la mansión de los Mangiamorte. Peor aún: en su juventud, con hambre de éxito y sin medir consecuencias, había cometido el error de involucrarse con el primogénito del jefe de la mafia y luego desaparecer. Aquel episodio le causaba todavía cierta vergüenza: fue una chica que no supo cómo manejar la situación, y eso derivó en el enojo de August y la desilusión de Benno.
Ahora no podía permitirse caer de nuevo en la nostalgia o la culpa. Tenía que prepararse para salir apenas su hermano le confirmara el vuelo, y eso incluía planear qué decir si llegaba a encontrarse con la enigmática Tessa Kioth.
Conforme pasaban las horas sin noticias del caso ni de Logan, su preocupación se intensificaba. Comenzó a llamar a todos los contactos que compartían, desde Mark hasta Luke. Aunque todos estaban al tanto de lo que los noticieros repetían sin cesar, ninguno tenía información útil que ayudara a calmar su ansiedad.
Lucille se ofreció a hacerle compañía y, por falta de coraje, Valerian aceptó. Mientras recogía y guardaba los documentos desperdigados por la mesa, su móvil sonó varias veces. No sabía si sentirse asombrada o reír como una lunática. En efecto, su mensaje impulsivo había sido respondido:
"Valiente. Es por eso que me gustas. Debes elegir bien esta vez."
Era como una broma cruel del universo, una ironía más en su larga lista de elecciones equivocadas.
Miró el teléfono con una media sonrisa. Sabía lo que eso significaba. De todas las personas posibles, ella era la única que tenía acceso directo a él. Incrédula ante esa confianza... o tal vez ante lo que sentía, una mezcla extraña de fascinación y racionalidad, se preguntó si podía separar la fantasía de la cruda realidad.
Conocía bien a los que vivían al filo. A los que el morbo de lo prohibido, lo oscuro, lo inmoral... les fascinaba. Lo había visto en su adolescencia junto a los Vitale. Pero esto... esto era distinto. Estaba en otra liga de locura.
Se alejó de la mesa para prepararse otro café mientras debatía en su mente su próximo movimiento.
Estaba atrapada en algo crítico. Un caso oficialmente cerrado que nadie le había pedido abrir... y aun así, se empeñaba en dejar al descubierto cada mentira. Y, quizás, alguna verdad.
Esa misma noche, cuando Logan regresó, no pudo separarse de él. Inconscientemente, eligió quedarse a su lado. Y, en un intento de borrar la nebulosa realidad, ambos se sumergieron una vez más en ese mar de deseo y evasión que tanto necesitaban.
...
Los días pasaban, y las víctimas comenzaron a acumularse. Todas halladas de la misma forma. Todas, pelirrojas. Hombres y mujeres. El pueblo entró en alerta. A solo una semana del aniversario, el mismo modus operandi volvía a sacudir la paz.
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Editado: 26.07.2025