Capítulo 20: Las cicatrices también hablan

"All that I'm living for
Everything I'm dying for
Everything that I can't ignore just at night. "

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Parecía que algo hubiese golpeado a Valerian con tanta fuerza que ni siquiera podía levantarse. Desde el momento en que Tessa se fue, no se había movido en absoluto, e incluso su respiración estaba algo alterada.

«Tal parece que nuestro chico tiene mucho más que historia con Moore», canturreó Betty.

Le tomó un tiempo reaccionar... o tal vez fue que una de las enfermeras —o bueno, una de las empleadas— le preguntó si necesitaba algo, y eso la obligó a volver en sí. Podría intentar volver otro día, aún le quedaban algunos, pero por ahora necesitaba salir a buscar un poco de aire dentro de todo ese caos.

Regresó al hotel solo para dejarse caer sobre la cama y no hacer nada durante un largo rato. En su mente se repetía, una y otra vez, lo último que Tessa le había dicho.

Se levantó para ducharse. La verdad, se sentía abrumada por completo. Habían pasado muchas horas desde su charla con Kioth sin que se diera cuenta. Luego volvió a sentarse en la cama, pero esta vez con una copa grande de vino entre las manos. En retrospectiva, Alemania le parecía un lugar hermoso, pero, para su pesar, no tenía tiempo para recorrerlo.

Encendió la laptop mientras leía el mensaje que Tristan le había enviado unos minutos antes:

"Estuve hablando con el nuevo fiscal. Abrieron nuevamente el caso de Jeremy porque llegó más evidencia, aparentemente anónima. Pero esta te involucra. Aún no he podido verla. Tú decides si quieres que sea tu abogado o si hablo con un colega. Hazlo antes de que ellos te contacten. Cuídate."

En ese instante, bebió el vino de un solo trago. Estaba agotada de ese circo. Sin embargo, una enorme sensación de nerviosismo la atravesaba. Cualquier cosa podía pasar. Más aún, recordando que Jenna había sacado una copia de su viejo caso... eso le dejaba en claro que todo era posible. Y que no sería tan difícil "hallar" evidencia, fuera o no verídica. Mientras no se probara su inocencia, seguiría siendo una sospechosa que muchos querrían ver tras las rejas... o al menos en serios problemas.

Durante la cena, con la televisión encendida de fondo, sus ojos estaban fijos en la pequeña tarjeta SD que giraba entre sus dedos. Recordaba haberla guardado desde aquel día en la casa del oficial. Cuando finalmente se decidió a revisarla, se sorprendió mordiendo las uñas con verdadero nerviosismo. Ya había visto un video que lo involucraba, y no le había gustado nada. Además, aún podía sentir el aliento caliente de Moore tan cerca suyo.

En un intento por disipar la ansiedad, se levantó de un salto para servirse más vino tinto. Pero algo le tembló en las manos cuando un grito desgarrador invadió por completo la habitación.

Aún sobresaltada, giró en busca del origen del sonido... y lo vio. Un Alexander muy magullado yacía tumbado sobre el pasto, iluminado por varios reflectores y linternas. Al igual que en el video anterior, las personas que lo rodeaban no se acercaban. En cambio, una silueta muy conocida para ella sí lo hacía... lentamente, disfrutando cada paso.

Moore no perdía su estilo: en medio de los gritos, se reía a carcajadas, soltando de vez en cuando algún insulto elocuente, e incluso palabras en latín, como si aquello fuera una película de terror. Valerian logró entender algunos de esos balbuceos, eran iguales a la inscripción que llevaba tallada el dije que ocultaba bajo su ropa.

Sin pensarlo mucho, adelantó el video. Pasaron varios minutos en los que podía ver cómo golpeaban a Moore sin que él se inmutara. Valerian no podía hacer otra cosa más que cubrirse el rostro. Cuando por fin lo vio de pie, dejó que el archivo siguiera corriendo normalmente.

Se encontró con dos personas completamente distintas a las que recordaba. La vulnerabilidad de Alexander se derramaba por cada poro, mezclada con la sangre. Logan, en cambio, tenía una oscuridad en la mirada que ella jamás imaginó posible.

Aun así, la cercanía entre ambos dificultaba que se entendiera lo que decían. El oficial le susurraba algo al oído del asesino, con un odio tan intenso que hacía marcar las venas de su cuello. Pero entonces, el chacal lo miró de reojo con una media sonrisa... y en ese gesto plantó una semilla de duda muy profunda en su viejo amigo.

En ese instante, Logan lo soltó. Moore cayó de rodillas, perplejo, con lágrimas surcando su rostro, ajeno al clamor de la turba que le gritaba furiosa. Y entonces, Alexander echó a correr entre la maleza del bosque, con la poca fuerza que le quedaba. A partir de ahí, el video dejó de tener sentido: solo se veía el suelo moviéndose y la luz de las linternas danzando entre los pasos, antes de que terminara por completo.

Inmediatamente, Valerian anotó algunos detalles en su libreta y fue por el segundo archivo que contenía esa misma memoria.

Esta vez, la sorprendió ver un escenario completamente distinto. La fecha era de 2012, un tiempo en el que todo parecía más tranquilo. El panorama era casi acogedor: un día de campo, comida apetitosa, y el trío bromeando entre ellos. Se oía la voz de Tessa al fondo llamando a Logan, pidiéndole que bajara algo del auto, y también se escuchaba la risa de Alexander diciendo algún chiste que solo ellos entendían.

Valerian agradeció internamente a la cultura estadounidense por esa indiscutible necesidad de documentarlo todo. Al menos en esa época era lo habitual, y a ella le resultaba más que útil.

Cuando volvió su atención a la pantalla, notó que la cámara estaba acomodada para enfocarlos a los tres. Aun así, no pasaron desapercibidas para ella las miradas entre Logan y Tess. En cambio, mientras Alexander relataba su primer viaje al extranjero con las fuerzas armadas, todo eso le pasó por delante sin siquiera percibirlo.

En su defensa, podía entender ese sentimiento de traición. Ella misma lo había vivido y también había involucrado personas que habían muerto. Y lo peor era que tenía para elegir cuál de todos: si era la vez que Jeremy se metió con Jenna... o con su propia y maldita hermana América. Cualquiera de esas situaciones que pudiera asemejarse a ese sentimiento de enojo y soledad tenía el mismo desenlace.