"I believe that dreams are sacred
Take my darkest fears and touch them "
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Alexander sonrió plácidamente mientras giraba la mano para entrelazar sus dedos.
—Lo sé muy bien, cariño.
—¿Seguro? Porque no lo parece... Estoy en la misma posición que ella.
El moreno se apoyó sobre su codo con una confianza jocosa, como si llevaran años juntos o estuvieran en un picnic de domingo. Puso los ojos en blanco y tocó la punta de la nariz de Valerian antes de decir despacio "poop" y reír.
—Claro que no, Leri. Tess era una loca muy particular, amaba que todos terminaran a sus pies y habría hecho cualquier cosa por recibir tanta atención como le fuese posible. Ella nos eligió a ambos como si esto fuera una maldita serie adolescente —escupió, y luego besó su mano antes de que Valerian la apartara con fastidio—. Pero tú... sabrás elegir bien. Y dado lo que ocurrió... —se encogió de hombros.
—¿En qué te beneficia a ti que yo decida? No quiero saber nada de toda esta mierda. No me digas que es otra venganza contra Logan —exclamó, algo irritada.
Él negó repetidas veces y se acercó peligrosamente a su boca, mirándola con descaro.
—No lo entiendes. Solo te quiero a ti.
Ella flaqueó.
—Estoy seguro de que solo tú puedes comprenderme, y solo yo puedo comprenderte. Pero además de eso... —se detuvo un instante y le sonrió—, me es inevitable este sentimiento por ti.
Valerian parpadeó con lentitud sin apartar la vista de aquellos ojos tormentosos. Tragó en seco y lo alejó cuando su cordura apareció por una fracción de segundo. Se estaba empezando a sentir como años atrás y no podía permitírselo. Él imitó su gesto, parándose frente a ella con una sonrisa.
—¿Sabes qué quiero? ¡Paz! Alexander, solo eso vine a buscar a este estúpido pueblo —gritó, dejando salir su frustración—. No vine a ser parte de una mala historia, ni a convertirme en la discordia entre ustedes. Tienes evidentes problemas de ira que deberías manejar... o no, y Logan rencores que necesita ver —rió fuerte—. No me importa.
—Lo dice la chica que está a un vaso de volverse alcohólica —le soltó con humor, acercándose a abrazarla, esperando que ella chillara o lo echara. Pero no se movió.
—Puedo dejar la bebida cuando se me plazca —se excusó, molesta, señalándolo—. Eres demasiado extraño y, a veces, creo que podrías ser parte de mi imaginación —masculló—. Pero no creo estar tan demente como para crear a semejante arrogante.
Alexander carcajeó fuertemente, llenando cada rincón de la habitación. La alejó, sosteniéndola por los hombros, y ella sabía perfectamente que estaba usando su autocontrol —si es que tiene de esos, burló Betty— para no hacer algo que llevaba meses deseando. La guió hasta la cama, arropándola como la última vez, siendo sospechosamente dulce... en lo que cabía para una persona como Moore. Para la pelirroja, era como estar en una parodia de alguna telenovela o película retorcida. Era vivir a la expectativa del siguiente paso de un cazador.
—Cuando tengas tu elección, sabes dónde encontrarme —le dijo al salir por la puerta.
Ella puso los ojos en blanco antes de bramar:
—¡Vete a la mierda!
Y oyó, a lo lejos, una carcajada.
El amanecer llegó y la joven Hansen estaba sentada en el suelo de su habitación, cubierta por una parte del edredón, rodeada por tres cajetillas de cigarrillos que fueron devoradas en las horas de insomnio y un pote de helado que guardaba para momentos de crisis. Estaba reflexionando sobre su vida y aquellas banalidades que no hacía, como sentarse a ver televisión y disfrutar de alguna serie, salir más con sus amigos o prestarle más atención a la empresa, que milagrosamente no se había desplomado.
Esa mañana parecía aún más lúgubre. Miró durante horas las notificaciones vacías en su móvil. No se animaba a hablarle. Quería hacerlo, pero simplemente carecía de sentido.
Luego de darse una larga ducha, se dignó a limpiar absolutamente toda la casa, tirando lo que ya no servía e incluso guardó cada papel del escritorio con su investigación, antes de colocar el cuadro que tapaba el mapa de sueños. Necesitaba un día, solo uno, sin estar atada a ello.
Una vez que terminó, salió a hacer las compras y luego fue al bar, como ya tenía planeado. Por invitación de sus hermanos-amigos, almorzaría con ellos en su descanso para "ponerse al día". Como no tenía muchas ganas de estar sola, accedió.
Nada fuera de lo ordinario ocurrió. Solo una buena charla sobre lo que habían visto en su paseo. Preguntaron si podían ayudar con algo y ella amablemente respondió que no hacía falta, que ya iba a terapia —una enorme mentira con vestigios de las escasas sesiones a las que había asistido—. Incluso Mark se vio bastante interesado en el tipo de relación que llevaba con el oficial del pueblo, algo que incomodó por demás a la pelirroja, aunque supo disimularlo con bromas que lo sonrojaron.
"Miente, miente, miente, así fuiste criada", oyó en su mente. Betty estaba enojada con ambas por todo.
Y eso hizo, sin pestañear. Sus amigos le creyeron parcialmente, al menos lo suficiente. Internamente agradeció que nunca había sido demasiado demostrativa con Logan en público; eso facilitaba su versión de los hechos.
Pasó el resto de la tarde bebiendo junto a Darien, Liv y Luke, que llegaron pasada la siesta. Se armó un buen ambiente distendido de juego: los dardos fueron la terapia que no sabía que necesitaba, y no era mala en eso. Se dejó llevar por los shots y la música. Como el toque de queda todavía seguía vigente por el mes en curso, se permitieron unas horas de diversión sencilla.
Pero cuando la noche cayó, Valerian se encontró sola en esa casa. Su pequeño gatito descansaba como siempre, en el sofá o a un lado suyo en la cama. Esa noche, Alexander no apareció por su morada y tampoco recibió mensajes de Logan. Solo algunos correos y mensajes de sus hermanos, y de la fiscalía de Nueva York por el caso de Jeremy.
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Editado: 26.07.2025