"Like a work of my obsessions
Make me understand the lesson "
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Pese a sus negativas, la pelirroja se sentó de su lado de la isla, aún a la defensiva, lo cual resultaba absurdo, dado que él no había demostrado ningún tipo de violencia hacia ella hasta el momento. Pero no se fiaba en absoluto de él. Una vez que sirvió lo que había preparado, Valerian lo examinó sin cuidado, desbaratando todo con su tenedor, aunque el ojigris protestó y le repitió que no la envenenaría... o al menos no arruinaría la cena ni lo pondría en otro lugar. Pero la risa histérica que acompañó a esa desafortunada broma no calmó en absoluto su escepticismo.
Durante varios minutos, vio cómo el moreno gesticulaba y relataba algo que ella no escuchaba. Él hacía ademanes y sonreía mientras llevaba un bocado a su boca y continuaba.
Su mente estaba en otra parte. Pensaba en Logan, en qué estaría haciendo en ese instante mientras ella cenaba con aquel sujeto tan particular, en todas las preguntas que él debía estarse haciendo mientras nadie podía darle las respuestas que buscaba... esas respuestas que, seguramente, solo ella podía develar.
—¿Estás escuchando, cariño? —preguntó el chico, chasqueando los dedos frente a sus ojos. Valerian parpadeó varias veces hasta que lo miró—. En serio te acabas de perder todo mi relato —dramatizó, haciendo un puchero—. ¿En qué piensas?
—En nada.
—¡Oh, vamos! Llevo largo rato hablándole al aire, no puedes decir... Un segundo, ya lo sé —cubrió su boca con falsa sorpresa—. ¿Es en él?
Valerian rió irónicamente y apoyó sus codos sobre el mármol.
—Un hecho curioso es que ambos usan el mismo tono resentido al hablar del otro —bromeó sin pensar—. Pero déjame contarte, Alexander —dijo en un tono bajo, sabiendo que el ego de aquel chico disfrutaría de ello—: mi mente estaba elaborando cada maldito escenario en el que él se entera de lo que pasó, en el que lo descubren y lo suman a la puta causa en la que ¡ya! estoy implicada. Así que no, no tengo ánimos para escuchar cómo destripaste a alguien —bramó con impotencia mientras encendía un cigarrillo.
—Te estaba contando sobre una película que vi —dijo él, poniendo los ojos en blanco—. Eso puede matarte, Leri.
Ella miró sus dedos y encogió los hombros.
—Sí —respondió, esperando unos segundos antes de elevar la vista hacia él—. Pero tú también, y aquí estamos, con una cena y vino.
Por unos segundos, el ambiente se volvió denso. Ninguno dijo nada. Valerian se levantó y salió al patio trasero con la misma expresión seria, mientras Alexander se dispuso a terminar su plato e incluso lavarlo antes de seguirla. La chica estaba apoyada en uno de los árboles más alejados, de espaldas, pero aun con la distancia, notó que estaba temblando.
—Debes dejar de pensar o insinuar que te haría daño. Ni siquiera existe esa posibilidad en mi mente —reclamó, con calma. Pero la pelirroja no se movió, y él soltó un bufido—. Si tanto te preocupa... jamás encontrarán nada de Jenna.
—Soy un monstruo —soltó ella, mirándolo por sobre el hombro—. Me aterra que me vean así.
Por más que hablara en plural, en su interior todo lo que quería era que Logan no la odiara. Su voz sonó amarga.
—Aunque me moleste admitirlo, él no te verá de esa forma, porque no se enterará de lo que sucedió —dijo con calma—. Pero debo preguntar... ¿qué fue lo que sucedió allí? —culminó, sediento de escucharla.
Valerian lo miró con una pequeña sonrisa sin gracia e inhaló un poco más de la dulce parca.
—Para empezar, nacer en el seno de la familia Hansen —bromeó—. Todavía recuerdo cómo sus ojos perdieron el brillo antes de caer —susurró, consciente de lo que estaba por confesar—. Jenna me culpaba por la felicidad que no llegó a tener con Jeremy... sé bien que mis palabras no fueron acertadas, e incluso intenté frenar sus golpes, de alguna forma pidiéndole disculpas.
Se encogió de hombros y levantó su blusa, dejando al descubierto la cicatriz en su abdomen.
—Lo siguiente que hizo fue apuñalarme con un puto tubo, y en ese instante lo vi claro como el agua... solo una saldría de allí, y esa sería yo —miró al criminal con los ojos apagados—. Por las noches todavía puedo recordar el peso de su cuerpo —negó, soltando el humo.
—¿Te arrepientes? —indagó él—. De alguno de los dos.
—De él no. Está mucho mejor en ese ataúd. Era un hijo de puta abusivo —dijo, volviéndose hacia el ojigris, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a correr por su cuerpo al liberar con otra persona lo que la atormentaba—. ¿Sabes toda la mierda que soporté de él y su familia? No puedo concebir haber reaccionado diferente —se sinceró—. Pero con ella... Jenna era una niña desequilibrada, no aceptaba las cosas y yo... nunca pensé en herirla hasta la noche del accidente —miró sus manos—. Esa maldita noche sentí un odio hacia ella que se asemejaba al que me provocaba Jeremy, y entonces... simplemente lo clavé en su cuello y lo sostuve hasta que cayó.
Para Alexander, escucharla decir todo eso sobria no tenía precio. Era exactamente lo que había esperado, con la única diferencia de que ella cargaba una enorme mochila de culpabilidad.
—Mejor ellos que tú —le dijo mientras se acercaba y le acariciaba el cabello. La chica abrió la boca intentando decir algo, pero nada salió. Él besó su coronilla antes de volver a entrar en la casa.
—¿No te enseñaron que espiar a los demás es de mala educación? —alegó la pelirroja en voz alta, todavía de espaldas, con una pequeña sonrisa en los labios. Se sentía en un bucle atemporal con él.
Una gran carcajada fue la respuesta inmediata que la hizo voltear. Moore estaba apoyado en el marco de la puerta.
—Mi madre no llegó a darme lecciones de eso.
Aunque sabía que no debía, rió ante tal ocurrencia. Entonces vio cómo el moreno soltaba un suspiro. Alexander no era alguien a quien debía contradecir; mientras más cómodo lo hiciera sentir, quizá más hablaría en lugar de tratar de conocerla.
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Editado: 26.07.2025