"I think it would be nice
(Just to lose control, just one time)
With all the pretty flowers in the dust "
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La música sonaba alta por los parlantes del Lexus. Valerian estaba de buen humor esa tarde; volvía de la feria con algunas cosas nuevas para probar, incluyendo un licor ucraniano que tenía buena pinta. Había estado hablando con Tristan: faltaba muy poco para que fuera tía nuevamente, lo que la llenaba de una felicidad genuina e imbatible. Había quedado con su hermano en que otro abogado tomaría el caso Melvick, dadas las circunstancias, pero, a pesar de ello, sostenía que las posibilidades estaban a su favor.
El clima en Tarrytown variaba demasiado, así que disfrutaba de la liviandad de sus prendas. Incluso esa misma mañana se había cortado el cabello a la altura de los hombros, un cambio necesario para continuar, según ella misma pensaba. Logan no había regresado al pueblo en ya dos semanas. Lo extrañaba, pero no daría su brazo a torcer después de haberse enterado de sus intenciones. Aun así, continuaba revisando su chat como método terapéutico, o como ella decía: "Para no caer en la desgracia un rato no me hace daño". Algo que, ciertamente, no tenía mucho sentido, ya que ver sus conexiones solo le producía un vacío más profundo.
La conmemoración, antes cancelada, se había puesto en marcha nuevamente y se había levantado el toque de queda. Los vecinos vagaban adornando las calles con una tranquilidad y un carisma dignos de una película de purificación.
Una vez llegó a su casa, bajó tarareando "Highway to Hell". Necesitaba darse una ducha y desplomarse en la cama por un rato. Había salido cerca de las seis de la mañana y regresado pasadas las cinco de la tarde; le urgía un rato de completa nada.
—¡Hola, pequeñito! Te traje juguetes nuevos —le dijo al felino, que reposaba en el respaldar del sofá.
—No debiste, cariño —dijo Moore, entrando desde el patio trasero con un tazón lleno de ciruelas. La joven, ya acostumbrada a su interrupción, puso los ojos en blanco antes de enseñarle el dedo medio, haciéndolo reír.
Algo que ella no sabía era que el ojigris disfrutaba de esas cosas. Con Valerian él se sentía a gusto, se desenvolvía con completa normalidad. A pesar de haber estado tantos años alejado de la civilización, ella traía a la realidad una versión suya que pocas veces había experimentado. Pero claro que era un secreto. Según ella, el chico era extremadamente raro; aun sabiendo todo lo que había hecho, nunca sintió verdadero miedo estando junto a él, y eso le daba a Alexander mucho gusto.
—A ti te daría un sartenazo por seguir entrando así a mi casa —se quejó.
—En teoría sigue siendo mía... —le aclaró, riendo, sabiendo que ese tema la molestaba, ya que él había pagado por unas escrituras modificadas—. Pero puede ser nuestra. Además, has pasado de una bala a un sartenazo; eso es evolución positiva.
—Cállate, Moore —espetó con gracia, y luego volteó a verlo—. Ya que planeas no dejarme en paz, ¿por qué no me cuentas la historia? —sugirió, desviando la mirada en el proceso.
Tantos días viéndose habían forjado una extraña y retorcida confianza entre ambos. Sin embargo, aquello había resultado beneficioso para conocerse un poco más.
Alexander se sentó en la isla, apoyando el mentón sobre su mano como un niño. Ella lo analizó varias veces y siempre llegaba a la misma conclusión: por fuera era esa bestia que él mismo había construido. No negaba el desequilibrio que existía entre su pensamiento y sus acciones, pero también sabía que por dentro estaba tan destrozado como una porcelana golpeada con un martillo.
—Bien, dado que el pueblo ha comenzado con las decoraciones, es justo... veamos... después de que regresé de mi primer tiempo en el campo, ya había recompuesto la relación con Tessa, y tiempo después comenzamos a salir. En esos años era, ya sabes... un ciudadano "modelo" por ser parte de las fuerzas armadas. Creo que todos tenían la fantasía de que el ejército era como ser parte de los comandos aulladores —agregó, y ella elevó las cejas por la referencia—. No hay gloria en los rifles, no hay gloria en el frente... solo el corrosivo olor de la muerte y una eterna soledad —su voz volvió a sonar ausente, y la chica tomó nota mental—. En fin... todo iba bien, pero, a pesar de mi intento por mejorar, simplemente no pude callar las voces —murmuró, haciendo círculos cerca de su oído—. Era algo constante. Veía a aquellos que me habían dañado, con la falsedad plasmada en sus rostros, actuando pulcramente como si el pecado no formara parte de ellos —sonrió sin mirarla.
Valerian sentía que estaba viendo una de sus cintas. Él estaba tan sumido en sus recuerdos que prácticamente no la miraba; por el contrario, ella analizaba cada uno de sus movimientos. Mientras él relataba, se sentó frente a él con dos tazas de café, atenta y expectante.
—¿Sabes? Hasta en ese momento quisieron tomar ventaja. No éramos muchos del pueblo quienes formábamos parte de las fuerzas armadas, pero yo era el único que había ido al frente a combatir. Ellos querían que organizara eventos de recaudación "en nombre de la patria". El imbécil de Owen Kioth planeaba esas cosas, creyendo que accedería solo por salir con su hija... creyendo que olvidaría que se hizo el ciego y el sordo cuando imploré por su ayuda siendo apenas un niño —bramó con impotencia—. Como sea, todavía tenía el apoyo de las únicas personas a quienes realmente quería.
Algo se le estrujó a la chica al oír la nostalgia y el dolor en su voz, pero no se permitió decir nada al respecto, a pesar de conocer ya un lado de la historia.
—Entonces, con el paso del tiempo, todo empeoró. Las misiones en el frente eran simplemente... difíciles, sumándole a eso lo que los psicólogos llaman "estrés postraumático", por lo que tuvieron que darme un tiempo lejos de todo eso —negó, sin mirarla—. Para ese entonces, no había nada que me ayudara: no había pastillas, ni meditación, ni mierda alguna que hiciera posible un minuto de calma... pero entonces las cosas se salieron de control. Encontré a Nollund hablando con unas personas sobre el "proyecto" que supuestamente había cuidado y curado. Todas esas mentiras solo trajeron a mí los recuerdos que había enterrado durante tanto tiempo.
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Editado: 26.07.2025