Mentíamos…
Mentíamos cuando decíamos que era aburrido leer,
que era una pérdida de tiempo.
Mentíamos…
cuando decíamos que no teníamos un libro favorito.
Mentíamos…
cuando nos preguntaban “¿Por qué no lees un libro?,
y respondiamos con un falso “no me gusta leer”;
entonces nos respondian con ese típico:
“es que nos has encontrado el libro adecuado”
Les mentíamos con experiencia… o al menos, yo lo hacía.
verles la cara de incredulidad al recibir aquellas respuestas me causaba una satisfacción inexplicable. La verdad era que…, siempre ame los libros, siempre ame leerlos y adentrarme en esos maravillosos mundos llenos de fantasía donde todo era posible. hacía tiempo que había encontrado ese libro que me adentraba a la fantasía, solo quería mantenerlo en secreto un poco más.
Aquellos traumas causados en la secundaria habían hecho efecto en lo más profundo de mi ser, aquellas incontables ocasiones en las que nos obligaban a leer libros que no nos interesaban, los juzgabamos por sus títulos y sus portadas a pesar de que eran buenos, nos contradeciamos cuando deciamos: “no juzgues un libro por su portada”, pero ¿qué culpa tenemos nosotros?, nos sentíamos obligados, pero los amabamos…
Simplemente mentíamos.