No pidas perdón.

Vivimos en una constante lucha por ver quién tiene la razón... Tú me atacabas con falsedades y yo respondía con verdades.

Muchas veces me llegaste a tratar como estúpida, pero la verdad siempre relucía.

Muchas veces me llegaste a ofender, pero en mi silencio respondía con palabras hirientes, palabras que hasta a mí me dolían pensar.

Muchas veces me fallaste, asegurando que quién fallaba era yo, argumentaste que tenias la razón, que eras tú quien estaba en lo correcto; pero mientras tú orgullo te cegaba, no notaste que me alejaba.

Aquella pequeña niña a la cual le decias "Mi princesa" murió por tus acciones, aquel amor y cariño que tanto profetizabas quedó vacilante en el viento y aquella pequeña que una vez tanto te amó... Murió por tu indiferencia.

Hoy vivimos en una constante guerra que no acabará hasta que admitas tus errores, perdonar es algo que olvidé, pedir perdón es algo que solo le otorgó a quienes se lo merecen, arrepentimiento de lo que digo; es algo que no conozco.

¿Recuerdas esas incontables veces en las que insinuaste empatía? Me dí cuenta de que solo fingías. Todo el tiempo fingías, eras;  o mejor dicho: eres incapaz de sentir algo. En tu vida solo hay odio, y hoy el dolor te carcome pues tarde te has dado cuenta de las consecuencias de tus actos.

No pidas perdón, pues ya es tarde para eso, no vengas rogando una segunda oportunidad... Porque no la obtendrás, y aunque te duela... Hoy te digo Adiós.