Como el ave fénix.

-¿Te duele?

-Más de lo que me gustaría admitir.

-¿Y no piensas buscar una manera de volver a ser la misma?

-Eso es imposible -dijo soltando un leve suspiro- esa chica dulce y tierna que una vez conociste, ha muerto.

-¿Piensas dejar que eso te afecte? -la miró fijamente, como si pensara que aquello era una broma de mal gusto.

La conocía perfectamente, sabía que ella no era así, ella era fuerte, sabía cómo sobrellevar las adversidades, nunca dejó que nada ni nadie la doblegará. Por eso, verla en aquella situación, con aquel estado de ánimo tan decadente, me dolía como nadie se imaginaba.

-Debes ser fuerte -le sonrío tímidamente- igual que antes.

-No se puede repetir el pasado -lo miro con tristeza pues conocía las intenciones del chico.- no me puedes pedir que reviva lo que ya está muerto.

-Entonces haz que vuelva a nacer.

Si no podía hacerla regresar a lo que un día fue, entonces haría que renaciera de sus cenizas, como el ave fénix, con más fuerzas, haría que se levantara con la frente en alto y continuará con aquel camino lleno de espinas, espinas que estaban allí con la única intención de hacerla fuerte.