El Regalo de la Bestia

Capítulo 3: Resistencia

Resistencia: Convertir el sufrimiento en poder, para soportar el dolor.

Asher

El aire en mi oficina estaba pesado, como si reflejara mi estado de ánimo constante. Desde que tomé el cargo de Alfa, todo ha sido una lucha por mantener la calma. La responsabilidad me aplasta, y el recuerdo de mi familia... bueno, eso es algo que intento ignorar. Mis manos repasan los papeles frente a mí, informes sobre los patrullajes y las defensas de Quiet. Nada importante hasta ahora.

Un golpe suave en la puerta interrumpe mis pensamientos.

—Alfa, ¿podemos hablar? —dice una voz masculina. Reconozco el tono de Steve, uno de los guardias más confiables del perímetro.

—Adelante. —

La puerta se abre, y Steve entra con una expresión seria. Nunca se atrevería a molestarme por algo que no fuera importante, dejo los papeles a un lado y lo miro fijamente, esperando.

—Hoy hubo un incidente en las barreras del bosque —comienza a decir nerviosa mente —. No una intrusión hostil, pero... inusual, se trata de Mila Everson. La hija de Peter, ella ha regresado.—

Mi cuerpo reacciona antes de que mi mente lo procese. Una tensión se apodera de mí, mis dedos se cierran en un puño. No había pensado en Mila en años... al menos, no conscientemente.

—¿Ella entro sin avisar? — fue en lo único que se me ocurrió decir.

—Así es, ella llegó sola, con un par de maletas. Confirmamos su identidad por su olor, aunque al principio no la reconocimos, ya que traía perfume. —

Ese comentario me hace fruncir el ceño. Su olor debe haber cambiado con los años, diluido por su vida fuera de Quiet. Y por eso pudo salir lastimada, y en mi interior una rabia empieza a crecer, y al parecer no solo en mi interior, también en mi expresión, porque Steve lo nota y se pone nervioso.

—¿Informaste a su familia? —

—Sí, de hecho Carl y yo la acompañamos hasta la puerta de su casa, ya está con ellos. Pero quería que lo supiera Alfa. —

Hago un ademán con la mano para que salga. Steve se retira, dejándome solo con mis pensamientos.

Me pongo de pie y camino hacia la ventana, el bosque parece más oscuro de lo normal. Lo observo pero en realidad no veo nada, solo tengo un maldito pensamiento.

Mila está de vuelta.

¿Por qué ahora? ¿Qué quiere? No puedo evitar sentir una mezcla de ira y algo más que no quiero reconocer.

Mi mente regresa a la última vez que la vi. Su miedo, sus lágrimas... No, no tengo tiempo para debilidades. He trabajado demasiado para llegar a este punto, para ser el Alfa que mi padre quiso que fuera. La familia Everson puede cuidar de ella. No necesito involucrarme en nada que tenga que ver con ella, no me importa… ya no.

Pero, mientras intento concentrarme en el trabajo, su nombre se cuela en mi mente como una maldita melodía que no puedo apagar.

…………………………..

Mila.

Día siguiente

El ambiente de Quiet ha cambiado, es lo que pienso mientras recorro sus calles, sali a dar un paseo esperando encontrar a alguien conocido, pero hasta ahora solo había visto a un par de personas que no me habían contestado el saludo.

Todo parece más sombrío, más frio y nada tiene que ver la temporada y que este cayendo nieve. Las calles están vacías de decoraciones y de color, las ventanas cerradas como si quisieran mantener el mundo sombrio afuera.

Aunque sé que no quieren estar así, en casa todo es cálido, de una forma rara, mis padres me recibieron con abrazos cálidos y Rick, mi pequeño hermanito está lleno de energía y amor que me trasmite siempre.

Me detengo frente a la vieja tienda de donas de Pierre Brown que ahora está cerrada, y en el exterior no queda nada que indique lo que una vez fue, la reconocí porque conocía la estructura como la palma de mi mano, el estar aquí me hace sentir como si estuviera regresando a una versión perdida de mi vida, aunque nada es exactamente igual.

De repente, una voz conocida me interrumpe.

—Hola, Mila —

Me giro y veo a Steve, uno de los guardias que me escoltó ayer. Su sonrisa es genuina, y me alegra ver una cara amigable.

—Steve, ¡hola! No esperaba verte tan pronto.—

—Voy a hacer mi guardia pero te vi y quise saludarte. No todos los días alguien regresa después de tanto tiempo. —

Caminamos juntos un rato, y Steve me cuenta sobre los cambios en Quiet. Menciona cómo Asher ha endurecido las reglas, cómo la gente vive en silencio y miedo. Cada palabra que dice solo aumenta mi determinación. Algo tiene que cambiar. El alfa no es dueño de nuestras vidas. Después se despidió de mí, porque lo podían regañar si llevaba tarde a el cambio de turno.

De regreso a casa, voy directo a la cocina para acerme un café, me desperté mas pronto que mi familia, por eso sali a caminar sola, pasamos la noche cenando juntos, hablando de cosas triviales.

……………………..

El día había sido más de lo mismo, ponerme al día con pequeñas cosas de nuestras vidas y jugar con Rick juegos de mesa, por la tarde, acostada en mi cama con mi hermano aún lado jugando con mi celular, se me ocurre una idea, voy al desván y busco entre las cajas llenas de polvo, hasta encontrar lo que necesito, algunos de los adornos navideños de mi familia. La nostalgia me invade mientras saco luces, guirnaldas y figuras. Decido que, aunque sea dentro de mi casa, haré que se sienta como Navidad, no como una cárcel.

……………………..

Al principio mis padres no estaban de acurdo, pero al ver el entusiasmó de Rick ya no pudieron decir que no. Entre los cuatro desenredamos las luces navideñas y colocamos el árbol, papá y Rick fueron los encargados de poner las esferas y demás adornos, mamá y yo pusimos más luce por la ventana y donde pudiéramos ponerlas.

Ya era noche cuando terminamos de decorar todo y el hecho de poner adornos y luces hacia que toda la casa se viera más hermosa y cálida. Mientras observó las luces en la ventana, escucho un golpe en la puerta. Al abrir, me encuentro con dos guardias de la manada. Sus expresiones son serias.




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