Recaída: No se puede evitar, los recuerdos son imborrables, dolorosos y hermosos
Asher
El informe llega rápido. Mila desafió las reglas y apenas lleva un maldito día desde que regreso.
Se atrevió a poner unos adornos insignificantes, pero para mí es suficiente para sentir que alguien está retando mi autoridad, una que todos había respetado durante años. A su llegada estoy seguro que sus padres le dijeron de mis reglas pero ella… eligió provocarme y retarme, y no puedo ignorarlo.
Salgo de mi oficina y me dirijo a su casa. La ira bulle dentro de mí, pero también algo más. Algo que no quiero admitir. El frio de la noche hace que me calme un poco, al estar cerca de su casa puedo ver las luces coloridas destellar atreves de la veterana apesar de que tiene una cortina, al llegar, toco la puerta y la abre Peter, que tenía una expresión feliz, pero en cuanto me ve se le borra toda la alegría del rostro.
—Alfa. —
—Peter…— es lo único que ofrezco como saludo.
—¿Qué hace aquí?. —
—Tienes la advertencia de que no desafiaras mis reglas, por lo que supongo que no fue tu idea poner todo eso. — le digo mientas señalo las decoraciones al interior de su casa.
—¿Tus reglas? ¡No tienes derecho a controlar todo! La gente aquí merece algo de alegría y más en estas fechas. — dice una voz que no había escuchado antes, pero se de quien es, Mila.
Aparece de repente aún lado de su padre, y me ve con el ceño fruncido, y aunque quiere aparentar valentía, sus ojos reflejan otras cosas. Miedo. Y eso no me gusto, pero no cambio ni un poco mi expresión.
Sigue siendo hermosa, con su cabezo castaño claro y esos ojos hazel, que de pequeño me hacían suspirar. Solo que ya no es una niña, ha cambiado desde la última vez que la vi, es más hermosa. No tengo porque pensar nada de eso.
Doy un paso hacia ella, intentando imponer mi presencia. Mila no retrocede ni baja la cabeza como su padre. Al contrario me ve fijamente.
—Mi manada, mis reglas, si estás aquí tienes que acatar las normas, mismas que sirven para mantenerlos seguros a todos. —
—No sé qué demonios tenga que ver una cosa con la otra. —
—Sin ninguna distracción, no nos agarran desprevenidos, llevo años con lo mismo y los malditos cazadores no llegan ni a cruzar el perímetro. — se lo digo más lento y bajando más la voz, y respiro más profundo para tratar de tranquilizarme, no quiero causar un alboroto. Pero es un puto error ya que al hacer eso, más del rico olor de Mila llega a mi.
—Felicidades, eres un gran alfa, pero sigo sin comprender. —
—Y yo no tengo por qué darte explicaciones, quiero que quites todo esto Mila, si no lo hace va a haber consecuencias. —
—Y cuales serían esas consecuencias, matarme no creo, ya que quieras o no soy de esta manada y tú nos proteges. —
—No, matarte no, pero te puedo expulsar a ti y a tu familia, así que hazme caso. —
No me dice nada y aprovecho y doy media vuelta y me largo de ese lugar, un minuto más oliéndola y no sé qué hubiera hecho.
Mila
El silencio de la noche se sentía como un peso en mis hombros. Después de la visita de Asher, mamá empezó a guardar las cosas y le dije que solo quitáramos las luces, que en un principio fue lo que nos delato. Al final accedió, después nos fuimos a dormir casi inmediatamente, y no hablamos más de lo ocurrido, me sentía culpable por que se que aunque yo no quiera estar aquí ellos aman el lugar, por eso volvieron, y pensar que por mi culpa los pueden expulsar, hace que se me opima el pecho.
Pero de verdad no se que tenga que ver que todo sea como antes, con todos felices y sin miedo y los cazadores. A pesar de mi enfrentamiento (o eso creo) con Asher, no podía evitar pensar en él, en cuando éramos niños y que ya no queda nada de esa época. Ahora esta su furia, su mirada intensa, y esa sensación de peligro constante que parecía envolverlo como una capa, aparte de que va vestido todo de negro, camisa, abrigo, pantalones, zapatos, todo negro, no se si esa sea su vestimenta habitual, pero algo me dice que si, es como… como si llevara un luto permanente.
Había cambiado, claramente ya no tenía el cuerpo flacucho, ahora tenía músculos en los lugares correctos y es mucho más alto que yo, incluso que mi papá. Ay dios, por que tenia que ser tan guapo, por que hizo revolotear mi corazón, miedo es lo único que debo sentir por él, no atracción o lo que sea, bueno también debo de sentir rabia hacia él por sus estúpidas reglas.
Recostada en la cama, rodeada por las mismas paredes que habían sido mi lugar seguro en la infancia, cerré los ojos. Pero en lugar de encontrar descanso, los recuerdos me arrastraron al pasado.
Aún podía sentir el peso de sus manos en mis hombros, el dolor de sus palabras cortantes. “¡VETE DE AQUÍ Y NO VUELVAS!”, había gritado Asher y eso había hecho hasta ahora.
Mi corazón se había roto ese día, pero no era solo por cómo me trato Asher. Era también por él y lo que había pasado, por lo que se le había arrebatado, en ese momento su corazón y alma estaban rotos.
………………………..
La mañana llegó con una frialdad que calaba hasta los huesos. Me levanté decidida a no dejarme consumir por el pasado. Había venido aquí y necesitaba aguantar.
En la cocina, encontré a mi madre preparando el desayuno. Su sonrisa al verme me dio fuerzas.
—Buenos días, hija. ¿Dormiste bien? —
Asentí, aunque ambas sabíamos que no era verdad. Rick bajó las escaleras corriendo, su energía infantil no era igual a el ambiente pesado de Quiet. Me alegraba verlo feliz, aunque fuera por un momento.
—¿Hoy podemos jugar en la nieve, Mila? —preguntó con entusiasmo.
—Claro, pequeño. Pero primero hay que desayunar. — sentí la mirada de mi madre, de seguro desaprobaría la idea, pero no la voltee a ver y solo me concentré en mi hermano.
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Editado: 11.12.2024