El Regalo de la Bestia

Capítulo 5: Reconsiderar

Reconsiderar: Las decisiones que tomamos cambian, más si se siente miedo

Mila

La tormenta de nieve se había intensificado en las últimas horas en Quiet. El aire era pesado, cargado de tensión, mientras mi mente repetía una y otra vez el enfrentamiento con Asher. Sus palabras resonaban en mi memoria como un eco interminable, y, por más que lo intentara, no podía ignorar la forma en que su presencia me hacía tambalear.

Decidí ocupar mi tiempo limpiando la casa, y viendo viejas cosas que tenia y buscando algo de consuelo en la rutina. Mientras revisaba una caja olvidada en el desván, encontré una vieja fotografía. Era de nosotros dos, Asher y yo de niños, sonriendo frente a la tienda de donas de Pierre. Me senté en el suelo polvoriento, sosteniendo la foto en mis manos, mientras una lágrima solitaria se deslizaba por mi mejilla.

—¿Cómo llegamos a esto, Asher?— susurré para mí misma. Pero la foto no tenía respuestas, solo recuerdos de un tiempo más simple… más perfecto.

………………………

Dos días después, la tensión en el aire había aumentado. Mi madre intentaba actuar como si todo estuviera bien, pero podía ver la preocupación en sus ojos. Incluso Rick, que normalmente estaba lleno de energía, se había vuelto más callado. Y las demás personas se habían vuelto aún más reservadas, si eso era posible, era como si mi presencia les quitará paz.

Había estado toda la mañana caminando en círculos dentro de la casa. Desde mi confrontación con Asher, mis padres me observaban con una mezcla de preocupación y cautela, quizá con miedo de que haga una locura aún mayor, yo también sentía esa chispa de incomodidad que me hacía sentir fuera de lugar.

Mamá había empezado a guardar más de los adornos, pensaba que no me di cuenta, pero si lo hice, de verdad le tienen mucho miedo a Asher y sus amenazas.

Finalmente, me decidí. No podía quedarme más tiempo aquí, poniendo en peligro a mi familia con mi simple presencia. Hacía años que había dejado Quiet, y aunque regresar había removido viejos sentimientos, también había reafirmado que ya no pertenecía del todo a este lugar.

—Voy a irme.— les dije a mis padres al mediodía, mientras ayudaba a mi madre a poner la mesa para el almuerzo.

Mi padre, que estaba en el sofá, levantó la vista.

—¿Es por el Alfa? ¿Te ha dicho algo más? —

Negué con la cabeza, pero mis palabras salieron apresuradas.

—No tiene que ver con él, no lo he visto desde ese día en la noche. Es solo que... siento que estar aquí no es lo correcto. No quiero causar problemas para ustedes. —

Mi madre dejó los platos con cuidado sobre el fregadero antes de voltearse hacia mí y tomarme las manos.

—Mila, esta también es tu casa. Nunca serás un problema para nosotros. —

Quise responder, pero las emociones que estaba sintiendo me hicieron un nudo en la garganta. Solo pude asentir antes de excusarme para subir a mi habitación y guardar todo lo que había desempacado.

Prefería gastar mis ahorros que quedarme a causar más daño aquí.

………………………..

Un poco más tarde, mi padre intentó detenerme de nuevo. Me abrazó fuerte antes de que cruzara el umbral de la casa, y supe que estaba luchando contra las lágrimas.

También quiso llevarme hasta el aeropuerto, pero eso sería complicado porque tendría que notificar su salida, así que mejor pedí un taxi del aeropuerto, para que me esperara sobre la carretera, yo solo tendría que caminar de nuevo por el bosque. Tampoco quise que me acompañaran, la despedida sería más dura.

—Prométeme que llamarás en cuanto llegues,— dijo con voz ronca. Yo asentí, incapaz de mirarlo a los ojos. Lo malo es que no sabía a donde llegar, mi departamento ya lo había entregado, pero puedo encontrar un hotel barato.

El bosque estaba envuelto en un silencio espeso cuando comencé a caminar hacia la carretera. Mis pasos resonaban sobre la nieve a medio derretir. El aire estaba helado, y el peso de mis maletas comenzó a calar en mi brazo y mano. Pero no me detuve.

Había recorrido cerca de un kilómetro cuando algo interrumpió mis pensamientos. Un crujido en las ramas cercanas me puso alerta. Me detuve, mirando a mí alrededor, pero no vi nada, a pesar de que aun está bastante claro, entonces lo sentí, esa presencia, que por más que quiera no puedo negar, ya que sigue siendo mi alfa, era él.

Asher.

Giré lentamente y allí estaba, en su forma de lobo. Su imponente figura negra contrastaba con el blanco del paisaje. Su mirada azul estaba fija en mí, intensa y penetrante. No me moví; tampoco lo hizo él.

Con todo el valor que tenía me gire y retome mi camino, y también escuche como él caminaba atrás de mí.

Después de unos minutos ya no pude más.

—¡Ya me largo Asher, ya me voy de la manada ya deja de seguirme! — le grite girándome para encararlo, me dio un pequeño gruñido. —¿Qué quieres?— dije en voz alta, aunque sabía que no respondería. —Puedes seguirme todo el camino si quieres, solo me estoy llendo, ¿No era eso lo que querías? —

Di un paso adelante, ignorando el nudo en mi estómago, y él no se movió, solo me observó mientras pasaba junto a él. Sentí su mirada quemando mi espalda mientras continuaba mi camino.




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