El Regalo de la Bestia

Capítulo 6: Romper

Romper: En la vida todo se desmorona, incluso los muros invisibles

Mila

La mansión del Alfa era aún más imponente de lo que recordaba, con su fachada oscura y descuidada, y las ventanas enormes que parecían ojos vigilantes me intimidaron tanto incluso más que cuando era una niña, además hora, la intimidación venía también del hombre que me llevaba en brazos, su expresión cerrada y su ceño marcado.

—Puedes bajarme ya.— dije con un suspiro nada más entra a la sala de la casa, rompiendo el silencio que había caído entre nosotros desde el bosque.

Asher no respondió de inmediato. Me llevo directo a un sofá y ahí me coloco.

—No te esfuerces demasiado. Voy a buscar algo para curar tu mano.— dijo sin mirarme.

—Puedo hacerlo sola, no es para tanto— respondí, pero él ya había desaparecido en uno de los pasillos.

Aproveché su ausencia para mirar a mi alrededor, la casa había cambiado mucho. Lo que antes era un hogar acogedor ahora era un espacio frío y desolado. Las paredes carecían de decoraciones, todas habían desaparecido, y los muebles parecían colocados sin cuidado. No había ni rastro de las fotos familiares que solían adornar las paredes.

Me puse de pie, con cuidado de no apoyar demasiado el pie lastimado, me acerqué a una mesa de madera oscura en una orilla de el lugar, había una sola cosa sobre ella, un retrato pequeño enmarcado. Lo tomé con cuidado y sentí un nudo en el estómago al ver la imagen de la familia Willow. Asher, su padre, su madre y su hermana Celia estaban allí, sonriendo. Era como si pertenecieran a otro mundo, uno donde el dolor no había destrozado todo.

—Deja eso. —

La voz de Asher me hizo sobresaltarme. Volteé y lo vi de pie en el umbral del pasillo, con una caja de primeros auxilios en la mano. Su expresión era indescifrable, y sus ojos azules estaban cargados de algo que no podía identificar.

—Lo siento,— dije, dejando el marco en su lugar.

Volví al sillón y él se acercó a mí y se arrodilló para abrir la caja. Sacó gasas y un frasco pequeño de antiséptico antes de mirar mi mano. Sin decir nada, tomó mi brazo con cuidado y comenzó a limpiar la herida, el escozor me hizo apretar los dientes, pero no me quejé.

—No deberías haber salido sola al bosque.— dijo finalmente. Su voz era baja, pero había una dureza en ella que me hizo sentir como una niña regañada.

—No tenía intención de quedarme aquí más tiempo.— respondí, intentando mantener la compostura calmada que aparentaba, —Pensé que estarías de acuerdo. —

—No lo estoy.— Sus ojos se encontraron con los míos, y el peso de su mirada me dejó sin palabras. —¿No entiendes, Mila? Hay peligros en el bosque que no puedes imaginar, no solo cazadores, también trampas mortales, tuviste suerte de caer en una simple, piensa y si algo te pasara... —

Se detuvo, como si no pudiera terminar la frase. Mi corazón se aceleró al verlo tan vulnerable, pero también sentí una oleada de frustración.

—Asher, no puedes protegerme de todo. No puedes controlar cada aspecto de la vida de todos en Quiet. ¿No te das cuenta de lo que estás haciendo? —

—Estoy haciendo lo que tengo que hacer,— respondió, su voz volviéndose más dura. —Mantengo a todos a salvo. —

—¿A salvo? ¡Asher, la gente no vive! Solo existen, atrapados en tu miedo y tus reglas estúpidas. —

El silencio reino entre nosotros y fue tan intenso que sentí que me faltaba el aire. Finalmente cuando Asher terminó de curarme la herida de la mano me soltó y se levantó, caminando hacia la ventana más cercana. Miró hacia el bosque, sus hombros tensos.

—No entiendes lo que es perderlo todo. — dijo en voz baja, casi un susurro. —No quiero que nadie más pase por eso. —

Me puse de pie y me acerqué a él, colocando una mano en su brazo.

—Asher, no puedes cargar con todo el peso tú solo. Y no puedes proteger a todos encerrándolos y prohibiendoles ser felices, alegres, y compartir esa felicidad. Necesitas dejar que la gente viva, que sienta.—

Él no respondió, pero su postura se relajó ligeramente bajo mi toque. Por un momento, el silencio entre nosotros fue casi cómodo, como si ambos estuviéramos absorbiendo las palabras del otro.

…………………

Después de un rato de tensión, me llevo a comer algo, no hablamos nada solo comimos, fue la comida más incómoda de la vida

Al final Asher me llevó a una habitación en la mansión. Era sencilla, pero acogedora, con una cama grande y una ventana que daba al bosque.

—Descansa,— dijo, quedándose en el umbral. —Hablaremos más mañana. — apenas empezaba a oscurecer y no estaba para nada cansada, y si bien podía haberme ido a casa, una parte de mí, no se quería ir.

Asentí mientras veía como se iba, no pude evitar preguntarme qué traería el día siguiente. Había mucho que Asher y yo necesitábamos resolver, tanto entre nosotros como para el futuro de Quiet. Pero por primera vez en mucho tiempo, sentí una pequeña chispa de esperanza, mínimo no me había gritado o amenazado con expulsarnos apesar de como le había hablado.

Sabía que Asher estaba luchando contra sus propios demonios. Quería que se abriera y no luchara mas solo.




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