Renovación: Volver a hacer lo que amas, también es empezar de nuevo
Asher
La noche había sido larga y no en el buen sentido, cada palabra de Mila seguía retumbando en mi cabeza como si hubiera sido gritada en un vacío. Una parte de mí quería desestimar todo lo que había dicho, justificarlo como la ignorancia de alguien que no comprendía lo que significaba cargar con el peso de una manada entera en su espalda, con sus vidas.
Pero otra parte, una más pequeña y molesta, me hacía cuestionarme.
¿Y si tiene razón?
Desde el ventanal de mi oficina observaba el amanecer. La luz del sol comenzaba a bañar los árboles cubiertos de nieve, iluminando un paisaje que parecía tan helado como yo. En ese momento, recordé cómo lucía Quiet en esta época, cuando era niño, las luces, los adornos, las risas.
Todo eso había desaparecido. ¿Y si, en mi afán por protegerlos, estaba privándolos de lo poco que hacía sus vidas más llevaderas?
Mis manos se cerraron en puños al darme cuenta de que, quizá, había fallado como Alfa en algo más importante que la seguridad. Había olvidado lo que significaba armonía y felicidad. Pero puedo arreglarlo, aun no es demasiado tarde.
Cuando amaneció totalmente, convoqué a los guardias y también le pedí a Mila que estuviera presente. Frente a ellos, intenté mantenerme firme, aunque mi decisión estaba cargada de incertidumbre.
—A partir de hoy, la prohibición de los adornos navideños queda levantada. —
Hubo un murmullo de sorpresa entre ellos. Ninguno se atrevió a objetar, pero sus miradas hablaban por sí solas. Los ignoré, manteniendo mi postura. Lo único que no podía ignorar era el peso de la mirada de Mila.
—Avísenle a todos. Quiero que decoren sus casas si así lo desean. —
Cuando el último de ellos salió, el silencio regresó a mi oficina. Pero esta vez, no se sentía como una prisión. Quizás... esta decisión fuera el primer paso para liberar también mi alma.
—Yo… voy a mi casa. — dijo Mila después de un raro en silencio. —Puedes mandar mis cosas haya. —
—Si, pero desayuna primero conmigo. —
—Esta bien. — parecía muy confundida y sorprendida, yo también lo estaba.
—¿Cómo está tu mano y tu talón? —
—Están bien, gracias por preguntar. — la guio al comedor. —… ¿Por qué hiciste eso? —
—¿Qué?, ¿Levantar la prohibición de adornar? — ella solo asiente con la cabeza. —Creí que eso era lo que querías. —
—Si, pero por qué tan repentino, creí que tendría que convenirte mas. —
—Créeme me convenciste. — le digo empezando a comer la comida que ya nos esperaba en la mesa.
Ella ya no dice nada y también empieza a comer, pero noto que me mira cada cierto tiempo.
…………………
Mila
De regreso a mi casa todos los pensamiento que tenia se intensificaron, pero todo concluyo en que, ¿qué demonios había pasado?
Cuando por fin llegue y mi mama me abrió la puerta le di una sonrisa leve.
—Hola ma, perdón por no decirte que siempre no me fui, pase la noche… —
—Con el alfa, lo sabemos, uno de los guardias vino a decirnos. — bueno no tenia que dar tantas explicaciones.
Los gritos emocionados de Rick llegaron hasta mi y mamá me dejo entrar.
—Ven, Mila —dijo mamá, extendiéndome una esfera de cristal que tenía en las manos —Ya podemos decorar como querramos de nuevo.—
Juntos, desempolvamos cada adorno que había estado guardado durante años y que no saque la primera vez, pues eran adornos que iban fuera de la casa. Papá y Rick se encargaron de colocar las luces en el árbol, mientras mamá y yo colgábamos guirnaldas en las ventanas. El ambiente dentro de la casa cambió por completo. Rick reía, mamá tarareaba una melodía, y hasta papá, bromeaba mientras desenredaba las luces.
Cuando finalmente terminamos, la casa brillaba con una calidez que hacía años no sentía. Miré por la ventana y vi que no éramos los únicos.
—¡Mila, Mila, ven a ver! — Rick llego hasta donde estaba tiraba de mi brazo con tal insistencia que por poco y me tiraba
—¿Qué pasa, pequeño? —pregunté mientras lo seguía fuera de casa
Los vecinos estaban desempolvando cajas llenas de adornos. Luces y guirnaldas comenzaban a reaparecer en las casas, dentro y fuera de ellas, todo era como si alguien hubiera devuelto el color a un lienzo en blanco.
No pude evitar sonreír. ¿De verdad había escuchado lo que le dije?
…………………….
Cuando terminamos de poner los renos y las luces fuera de la casa ya era medio día y le dije Rick que diéramos un paseo, para ver como iba quedando todo, nada era como el paseo que habíamos dado hace unos días atrás.
Las calles comenzaban a llenarse de vida. Personas que antes apenas se miraban entre sí ahora se saludaban con sonrisas y ofrecían ayuda para colgar decoraciones en las casas vecinas.
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Editado: 11.12.2024