El Regalo de la Bestia

Capítulo 9: Retroceso

Retroceso: No siempre se puede dejar ir el dolor, conservarlo puede construir puentes o destruirlos para siempre.

Mila

A pesar de la helada mañana, las calles de Quiet tenían más vida de lo habitual, más calorcito. No era igual a los recuerdos mi infancia, pero adornos de color decoraban las entradas y jardines de los habitantes del pueblo.

Caminé despacio, sosteniendo mi abrigo contra el viento, y una sonrisa salió de mis labios sin quererlo. Antes de dirigirme a la casa de Asher, decidí desviarme hacia las calles más transitadas, para ver la gente mas feliz y sonriendo mientras salía a realizar sus mandados.

Al pasar frente a la vieja tienda de donas, el aroma dulce me detuvo en seco. Ahí estaba Pierre, en el mismo lugar donde siempre lo había encontrado, su figura encorvada y sus ojos llenos de calidez.

—¡Mila! —llamó al verme, levantando una mano.

No pude evitar sonreír mientras me acercaba.
—Señor Pierre ¿Volvió a abrir sus negocio?. —

—Claro niña, ya puedo tener a la vista mis letreros coloridos y déjame decirte que tengo muchos pequeños nuevos clientes en un día, tantos que ya casi no me quedan donas —replicó con una sonrisa, alcanzando una bolsa de donas. —Toma, estas son para ti y tu hermano, se las prometí hace unos días. —

—De verdad no tiene que molestarse, además ahorita no voy a mi casa voy a la mansión del alfa —

—Entonces compártelas con él, luego le doy su parte a ese hermanito tuyo. — me dice y termino por tomar la bolsa con las donas. —Sabes, si hubiera sabido que ibas a lidiar con el Alfa así de rápido, te habría traído yo mismo desde hace mucho. Quizá lo hubieras cambiado hace años. —

Le doy una sonrisa y le agradecí sinceramente y continué mi camino con la bolsa de donas en las manos.

Después de unos minutos la mansión del Alfa se alzó frente a mí, imponente y solitaria. Los guardias que custodiaban la entrada se movieron al notar mi presencia.

—¿Qué deseas? —preguntó uno, cruzando los brazos frente a su pecho, tratando de imponerse, pero en comparación con Asher, no me provocaba nada.

—Tengo una cita con Ash… con el Alfa. —

—No hay registro de ninguna cita para ti. Regresa otro día. —

Intenté mantener la calma.
—Claro que tengo cita. Él mismo lo dijo. —

Al intentar pasar, los guardias bloquearon mi camino. Uno de ellos me tocó el brazo, y fue suficiente para que retrocediera con frustración.

—Esta bien, olvídenlo. No quiero problemas, si el alfa pregunta por mi, le dicen que vine y no me dejaron pasar. —

Al girar para irme pero mi pie tropezó con una piedra cubierta de nieve. La bolsa de donas cayó al suelo mientras mi cuerpo seguía el mismo destino. Mi mano golpeó el suelo con fuerza, y un dolor agudo recorrió mi brazo izquierdo. Miré mi mano y el corte del otro día estaba ensangrentada de nuevo y con la otra mano estaba aplasto las donas, junto con mi dignidad.

Uno de los guardias se acercó rápidamente para ayudarme a levantarme. Pero antes de que pudiera hacerlo, una voz profunda resonó desde la entrada.

—¡Quítenle las manos de encima! —

Asher apareció con su figura imponente y su rostro lleno de furia y los guardias retrocedieron de inmediato, él caminó hacia mí, sus ojos azules perforándome con intensidad.

—¿Qué demonios paso? —

—Me… me caí… —respondí, mi voz temblando.

—¡Claro que te caíste! —espetó.

Tomó la bolsa de donas aplastadas, mientras me ayuda a ponerme de pie.

—Siempre poniéndote en peligro, Mila. ¿Es que no puedes caminar sin accidentes a tu paso?, ya estas lastimada y con esto empeoraras las lesiones — me dice mientras me ayuda a quitarme la nieve. —Ven. Vamos adentro. —

Asher no esperó a que respondiera, simplemente tomó mi brazo con firmeza pero sin lastimarme, y empiezo a guiarme hacia la mansión.

Su agarre era tan sólido como su actitud, y me sentí como una niña regañada mientras lo seguía.

La mansión estaba tan igual de oscura y fría. Me condujo a la sala sin decir una palabra, y el silencio entre nosotros era tan pesado que sentía que aplastaba mi pecho.

—Siéntate —ordenó con voz firme, señalando un sillón junto a una chimenea apagada.

Hice lo que me pidió, aunque no sin lanzarle una mirada desafiante, deje las donas aplastadas aun lado, esperando luego comerlas, aunque sean aplastadas.

Asher desapareció en una habitación contigua y regresó con el botiquín de primeros auxilios. Se arrodilló frente a mí, tomó mi mano, quieto el vendaje ensangrentado para exponer la herida de nuevo abierta y comenzó a limpiarla con un algodón empapado en antiséptico.

—No necesitas hacer esto —dije, tratando de recuperar algo de control sobre la situación.

—Calla Mila —respondió sin mirarme. Al parecer era una de sus frases favoritas de decime.

Sus movimientos eran rápidos pero precisos, como si quisiera terminar lo antes posible.

El escozor del alcohol me hizo apretar los dientes y soltar un pequeño quejido.

Asher
—Quería que me ayudes con algo. — le dije mientras ponía la nueva venda en su mano, no podía soportar verla sangrar.

Cuando alce la mirada par vela su mirada desconfiada se clavó en mí.

—Quiero poner adornos en la mansión, necesitaba ayuda para colocar las guirnaldas, pero con tu mano no creo que puedas. —

—Aun puedo ayudar, solo me duele un poquitín. — era un terrible mentirosa, sabia que le dolía.

—¿Esta segura? —

—Si, además este lugar, con respeto Alfa pero necesita mas luz. — no pude evitar sonreír, cuando me llamaba Alfa cuando era niña, lo hacía jugando, nunca sentía que era con respeto, mas bien como una especie de juego de burla que tenía ella y Celia.

Mi corazón latió más duro cundo me sonrió de vuelta, era tan hermosa, no podía sacármela de la cabeza.

………………………..

Mila

La fría habitación que uso Asher como bodega para guardar todo lo que le recordara a su familia, me hizo pensar que él estaba haciendo un gran esfuerzo por hacer esto.




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