El Regalo de la Bestia

Capítulo 10: Rencor

Rencor: El odio de otros te puede destruir sin saberlo.

Mila

La decisión estaba tomada es lo que pienso mientras llego a la casa de mis padres, necesitaba poner distancia entre Asher y yo, necesitaba escapar, aunque fuera por unos días.

Mi corazón latía con fuerza mientras subía las escaleras hacia mi cuarto, al entrar, tomé la pequeña maleta que se cuelga, que había guardado bajo mi cama, no me iba a llevar mucho, solo lo esencial, unos cambios de ropa y algo de dinero, no quería irme definitivamente solo quería estar lejos el tiempo suficiente para aclarar mi mente y mi corazón.

Al bajar las escaleras, mis padres me esperaban en la sala, mi madre me observaba en silencio, con una preocupación evidente en sus ojos, mi padre en cambio, tenía una mueca de incomodidad.

—Yo… me voy uno días de aquí, regreso para navidad. —

—¿Es por Asher? —preguntó mi madre al fin, rompiendo el silencio. Yo solo asenti sin saber que más decirle.

—Déjala ir, Elena. Mila necesita espacio, —dijo mi padre, dirigiéndose a mi madre con un tono tranquilo luego me miró—Yo te llevaré, no es seguro que vayas sola. —

No discutí esta vez ya que aceptar su ayuda significaba que no tenia que caminar sola hasta la carretera, y necesitaba toda la energía posible para lo que venía, además me quería ir lo más rápido de aquí.

……………………………….

En la caseta de vigilancia, el aire era frío, y la nieve comenzaba a caer nuevamente. Mientras esperaba a que mi padre hablara con los guardias sobre el hecho de que tenía que ir a la ciudad si previo aviso, baje de la camioneta, porque los nervios me comían, y no podía estar sin movimiento en este momento, a la distancia se acercó una camioneta y de ella bajo un hombre reconocí, Franse.

Su rostro reflejaba una extraña mezcla de amabilidad y algo más que no podía descifrar.

—¿Mila? ¿Qué haces aquí? —preguntó al acercarse a mi.

—Voy a irme unos días, voy a la ciudad.—respondí, tratando de sonar casual.

Franse me observó detenidamente, como si intentara leer algo más allá de mis palabras.

—Que bien, yo también voy a salir, si quieres, puedo llevarte, yo tengo todo cubierto y no seria un problema con los guardias, lo digo por tu papá — dijo volteando a ver la camioneta de mi padre

Mi padre regresó en ese momento, mirándonos a ambos. Tras un breve intercambio de palabras, accedí a ir con Franse ya tenía autorización para salir, y mi padre regresaría directamente a casa si problemas, todos salimos ganando.

…………………

El trayecto en la camioneta comenzó tranquilo. Franse hablaba sobre trivialidades y cosas normales, yo apenas respondía. No quería dar pie a preguntas más profundas, especialmente sobre Asher. Pero entonces, su tono cambió.

—Mila, ¿te está yendo bien con él, verdad? Con el Alfa. —

No respondí, fingiendo que el paisaje nevado me interesaba más que su pregunta.

—Siempre supe que había algo entre ustedes, —continuó, su tono más frío de lo habitual. —Desde niños, pero sabes algo, él no merece nada bueno. —

Su comentario me hizo girarme hacia él, confundida. Antes de que pudiera preguntar qué quería decir, el coche se detuvo bruscamente en una intersección. Una camioneta negra apareció frente a nosotros, bloqueando el camino.

—¿Qué está pasando? —pregunté mi voz llena de alarma y miedo creciendo.

Franse me miró, y su expresión se había transformado en algo que nunca antes había visto. Había malicia en sus ojos.

—Gracias a tus estúpidos sentimentalismos Mila, no tuve que secuestrarte. Tú misma te entregaste a mi.—dijo con su voz goteando desprecio. —Es una pena que tengas que morir, porque eres linda, pero eres la última columna de apoyo de Asher y sin ti, será más fácil destruirlo—

Esto debe de ser una maldita broma, todo lo que Franse esta diciendo debe ser una maldita broma.

Mi vista se dirige hacia el frente y veo a cuatro tipos bajarse la camioneta, no, esto definitivamente no es una broma.

Abro la puerta de la camioneta y agradezco a dios de que no tuviera seguro. Bajo lo más rápido que puedo y corro, corro la más rápido que puedo, pero Franse y los otros hombres también corren tras de mi, de repente siento que me golpea muy fuerte y caigo al suelo con un gran peso sobre mi.

—No hay escapatoria Mila. — me susurra Franse al oído y un escalofrío me recorre la columna vertebral.

Veo como uno de los hombre se agacha y veo que tare una jeringa en la mano y empiezo a retorcerme cuando la acerca.

Pero es inútil, siento el dolor producido por la aguja en el brazo y después de unos minutos todo se vuelve negro.

………………..

Asher

La rabia me consumía, desde el momento en que Mila se fue, supe que había cometido un error al alejarla, eso era lo último que quería

Mi intención había sido protegerla, pero en cambio, había causado que huyera.




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