El Regalo Involuntario

Tercera Carrera: Observación.

Había pasado ya una semana desde que Zach había encontrado a Xerath: el hombre del que se enamoró aquella noche en la estación del autobús de la universidad a que asistía.

El joven de cabello negro recuperó mucho de su ánimo cuando lo encontró, mas no fue su alegría tan grande como cuando se dio cuenta de que se había enamorado, pues resultaba que Xerath no es homosexual como él. 

En su sociedad, el amar a una persona del mismo sexo ya no era considerado un delito y era visto más con curiosidad que con mera malicia, aunque había algunos que aún lo hacían así. Por ello muchas de las personas homosexuales, tanto hombres como mujeres, todavía ocultan lo que sienten en realidad, llenan las expectativas de sus familias, amigos, trabajos y sociedad con acciones falsas detrás de una doble vida.

Este tipo de cosas no preocupaban demasiado a Zach. Él ya les había dicho a todos sus amigos que le gustaban los hombres. También lo hizo en su anterior trabajo e incluso en la escuela; pero aún no en su casa. Tenía miedo de la reacción de sus padres, quienes en esos momentos estaban discutiendo ferozmente.

–¡Siempre son las mismas mamadas contigo, mujer! ¿Cuándo vas a entender?

–¡Cállate el puto hocico, Ravadon! ¡Tú eres el puñetas que quieres hacer las cosas a huevo! –Los padres de Zach, como ya se comenzaba a hacer costumbre, empezaron a pelear a gritos en la mañana.

La razón puede ser una de muchas, mas lo importante era lo que ocasionaban a su alrededor: lagrimas, confusión, odio y dolor.

Los tres hijos observaban atentos e intentaban detenerlos a palabras, pero ellos no los escuchaban. Preferían seguir insultándose hasta tal grado que llegaron a los empujones, lo que alarmó a los jóvenes presentes.

Zach, preocupado por lo que pudiera deformar de eso, se interpuso entre los dos y comenzó a intentar sepáralos extendiendo sus manos en sus estómagos, lloraba sin detenerse.

–¡Por favor, deténganse ya! –Rogaba el joven, lastimado por accidente por ambos adultos que seguían agrediéndose–. ¡No se lastimen por favor! –De un momento a otro, el estarse empujando logró apartar a Zach, tumbándole hasta el suelo, de donde ya no se puso de pie y gimoteó del dolor que sentía.

La hermana de Zach, al ver esto, corrió hasta donde estaba el pequeño, lo abrazó y miró a sus padres con gran furia.

–¡Los dos son unos idiotas! ¡Sus peleas sólo traen dolor a todos! ¡Si van a pelear, háganlo en un lugar donde al menos no los veamos! –Al escuchar a su hija ambos adultos por fin se detuvieron, se separaron poco después. La madre salió de la casa, mientras que el padre fue a su cuarto, en donde se encerró.

Los jóvenes se pusieron de pie tan pronto esto pasó, se quedaron en la sala, sentados con su hermano menor, el cual no había dicho absolutamente nada en todo el momento.

–Primero que nada: ¿Están bien? –Preguntó Miranda, la hermana de Zach, cuyo cabello era tan oscuro como el del joven universitario.

–Yo estoy bien… No sé Zach…

–Me encuentro bien Chad, sólo me di un pequeño golpe al caer –respondió Zach a su hermanito, pues se veía bastante molesto y fingía que no le importaba lo sucedido.

–Esto me trae harta… Ojalá algún día cambien… O siendo muy honesta, que pronto podamos irnos de aquí –esto dejó pensando mucho al chico universitario, quien se apresuró a dejar su casa para ir a clases, se adelantó a sus amigos, avisó antes que llegaría primero.

La universidad, de alguna u otra manera, es el segundo hogar de muchos estudiantes. Incluso es el escape de algunos. Para Zach así era; las cosas en su casa se veían cada vez peor, por lo que ir a estudiar y pasarla ahí con sus amigos era un todo paraíso.

Las horas pasaron, el día fue incluso algo corto en perspectiva del pelinegro, tanto que apenas se dio cuenta que ya habían terminado sus clases. Por ello decidió que para no regresar a casa lo mejor era esperar a Armin y Anel.

Lo primero que le vino a la mente al chico fue ir a la plaza que se encuentra en rectoría, mas la idea fue descartada al ver que ahí se estaba celebrando un evento para que los alumnos encontraran prácticas profesionales.

Mejor decidió regresar a su facultad, buscar allí un lugar donde pasar el rato de manera tranquila. Al hacerlo tuvo que caminar por enfrente de la facultad de ingeniería, lo que le provocó recordar que en ese momento los chicos de Baseball deberían estar practicando.

Tal vez no era el momento indicado para ir de visita después de lo que se enteró Zach sobre Xerath; pero sin duda era una ocasión muy oportuna para llenar su cabeza de otra cosa que no sean sus problemas familiares.

Con ese pensamiento en mente, el pelinegro se abrió camino hacia el campo de Baseball oficial de la universidad, en donde los jóvenes estaban llevando a cabo su práctica arduamente. Zach se acomodó discretamente en las gradas, lo que provocó que Sam notara su presencia, misma que alarmó a los demás miembros del equipo que lo conocían.

Hacer eso último hizo que Xerath se acercara a los demás para echar un vistazo y envió un saludo con la mano a Zach tan pronto lo vio allá sentado, solo. Esto puso muy nervioso al chico, pues no esperaba que algo así sucediera. Él, ya muy feliz, regresó el saludo tímidamente, veía cómo todos continuaban practicando.

El tiempo pasó y Zach seguía contemplando a los chicos de Baseball, curioso por todas las diferentes actividades que Xerath les ponía a hacer en el transcurso del entrenamiento, reía cuando Sam fallaba en algunas cosas, y más aún porque el joven volteaba a verlo avergonzado.

Al cabo de un rato, Armin se hizo presente en el lugar, algo desconcertado de que su amigo estuviera ahí admirando a los ingenieros como a él tanto le gusta. Aunque no fue tanta la sorpresa de verlo ahí, pues el mismo Zach envió mensaje a Anel y al rubio informando que los vería en aquel lugar.




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