Pues bueno. Supongo que todos ya se vienen oliendo el final de esta historia, ¿no es así? Obviamente pronto Zach confesará sus sentimientos a Xerath, y éste le responderá de alguna manera que, si seguimos lo que ha sucedido entre ellos, es un cuanto predecible. Finalmente, las cosas serán claras entre ambos. Es por eso que todo se dio así.
Ya sé qué están pensando: «¡Hey! Esto no fue nada fuera de lo común. Ya he escuchado o visto historias idénticas a ésta. Tú nos prometiste que nos contarías toda la historia que importaba, lo que no se ve desde la superficie». Es verdad, yo les vendí la idea de contarles la historia con todo lo que hay detrás de ella, al menos lo que yo consideraba increíblemente importante que nadie notó de esta anécdota de amor entre Zach y Xerath.
Exacto, para poderles contar esto tenía que decirles lo ocurrido a como todos lo vieron, pues lo que les voy a contar, a pesar de ser de suma importancia y peso para ello, nadie lo notó realmente.
Prepárense, porque esto posiblemente cambie su forma de ver las cosas hasta ahora. Empezaremos mucho más antes, previo a que Zach y Xerath se conocieran, en una época en donde hacía bastante frío y las situaciones, al menos para él, eran muy diferentes.
Eran las ocho de la noche en la facultad de ingeniería. Los alumnos de esta casa de estudios seguían sus clases como de costumbre, pues la mayoría estaba en las aulas, pocos menos en los pasillos platicaban, muchos menos se hallaban en las bibliotecas y algunas docenas en las oficinas de las organizaciones como la sociedad de alumnos o la sala de maestros.
En uno de los cubículos de la sala de maestros en desuso, se podían escuchar un montón de ruidos de placer provenir de un sitio casi deshabitado, detrás de una especie de pared falsa. En una oficina hasta el fondo del lugar se encontraba un alumno practicándole el coito a una docente que no podía callarse la boca de momento por la acción perpetuada. El hombre tan sólo tenía el pantalón abajo el hombre y la falda arriba la mujer.
El intercambio de placer llegó hasta el orgasmo de ambos y el espectáculo privado terminó, lo que hizo que aquellos se alejaran un poco uno del otro. Se notaba que el chico no traía puesto algún preservativo y que vestía con el uniforme del equipo de football de la facultad.
La docente rápido se acomodó sus ropas, besó al joven y se apresuró a retirarse a su casa, en donde le esperaban su esposo e hijos. El alumno, por otro lado, salió media hora después del lugar. Ahí en la entrada se encontró a su mejor amigo de toda la carrera universitaria, quien estaba sentado en una banca pegada al edificio, viendo una serie de drama oriental en su laptop que estaba haciéndole llorar de momento.
–¿Es neta que estás llorando, bato? –Preguntó el joven de estatura media baja y tez aperlada para luego sentarse al lado de su amigo y colega. Éste se quitó el audífono del oído derecho para escucharle, al mismo tiempo que pausó el video.
–¿Eh? ¿Qué tiene de malo? –Respondió algo molesto el chico que estaba metido en la historia de amor entre jóvenes actores.
–Pues nada, sólo me impresiona.
–Sí serás tonto, Rafa. Sabes que siempre me llegan este tipo de historias. Además, son buenas para que en definitiva no escuche tus pinches infidelidades que no sé por qué te ayudo a cubrir.
–Me ayudas porque me amas, Mika.
–¡Ha! Te vendería al amo luminoso a cambio de un elote –musitó el joven, cerró la pantalla de su computadora portátil y se la quitó de encima de sus piernas.
–¡Je, je, je! ¡Oye, por cierto! Mañana los del equipo haremos una mega peda para celebrar nuestro último triunfo en casa de Gonzalo, ya sabes, el foráneo de piel blanca. ¿No te gustaría venir? –Invitó el hombre a su amigo con mucha alegría y un rostro que demostraba emoción por una respuesta positiva. Mika, por su parte, no cambiaba su clásica expresión fría, guardó sus cosas en su mochila y volteó haciaa su amigo con la boca torcida y una ceja arriba.
–Sabes perfectamente que odio esas tontas fiestas que hacen los jugadores de los equipos en la casa de los foráneos. Se me hacen tan insufribles y ordinarias… ¡Me chocan! –Expresó casi con asco el hombre de anteojos, lo que provocó una cara de puchero en su amigo–. ¡No me pongas esa cara! –secundó Mika con un rostro molesto al ver que Rafa trataba de manipularlo.
–¡Ándale!
–¡No!
–¡Sal de tu madriguera, suricato! Desde que te dejó Sebas, ya no quieres tener ningún tipo de contacto con el mundo. Te la pasas sólo estudiando y tratando de ignorar a la gran mayoría de las amistades que formaste en todos estos años.
–¿De qué hablas? Aún les hablo a todos.
–Pero no sales con nosotros. Se nota que aún estás triste por lo que ocurrió.
–No es eso…
–¿Entonces? –Preguntó el joven preocupado al ver cómo Mika se ponía de pie y tomaba su mochila–. En la fiesta estarán muchos chicos de los porristas, además de otros chavos gays que sé encajan con tus gustos. No tengas miedo de avanzar, amigo. Y si no quieres ir a eso, de perdido ven a divertirte conmigo y con mis camaradas. Sabes que, de igual manera, conmigo o con alguno de ellos puedes pasarla rico –describió el hombre recargándose en la pared del edificio y observando la expresión fría de su amigo.
–Ya te dije que no. Y no es por Sebas. Simplemente tengo ahora otras prioridades –aseguró Mika ya un poco molesto, lo que hizo reír al joven heterosexual.
–¡Está bien! No te enojes, pues. ¡Vamos a cenar algo! Yo invito –Propuso Rafa provocando una ligera sonrisa en Mika, mismo que aceptó al final.
Por todo el camino al restaurante Rafa se la pasó empujando y molestando a Mika, le recordaba que le gustaría que se metiera al gimnasio con él, pues no le agradaba que su amigo tuviera un cuerpo tan alto y delgado, pues podía éste ganar masa muscular como la de él, quien ya poseía un cuerpo bastante trabajado con grandes músculos torneados que atraían la atención de todos; pero Mika no deseaba esto por diversas razones. Era el octavo semestre para ambos y en lo único que pensaba el joven de anteojos era en la facultad, en sus amistades, en su padre y, por último, pero definitivamente no menos importante, en sus series orientales que lo traían vuelto loco. No había espacio para fisicoculturismo.