El tiempo pasaba algo lento para todos. El semestre de la facultad había finalizado con una generación que llevaba el corazón roto, pues la mayoría de las personas de la casa de estudios conocían a Rafa de una u otra forma. Ya sea porque tenían clases con él, o porque lo veían en el campo de juego haciendo cosas que nadie en la cancha podría inclusive imaginar.
Por ello, el director decidió hacerle un pequeño homenaje al final del intervalo del ciclo escolar al colocar su foto y un pequeño altar con adornos negros y verdes, color representativo este último de la facultad. El lugar estaba repleto de cosas que le gustaban a Rafa, así como trofeos que él ayudó a ganar y muchas fotos con los del equipo, sus uniformes e incluso sus calificaciones que no eran nada envidiables o despreciables.
La gente se reunió para escuchar unas palabras de aquellos que lo conocían de cerca. Hubo rostros tristes, lágrimas y seriedad absoluta. Nunca antes se había visto algo parecido en la universidad, y era algo obvio, pues el chico era un deportista estrella y amigo de todos, excepto de algunos quienes no estaban muy contentos con lo reciente anunciado por el mismo joven en su momento.
Mika, por su lado, se encontraba en medio de la multitud, con la mirada posada en la foto de su amigo, en donde él aparecía abrazándolo a lado de otros jugadores del equipo de football. El joven de ojos claros aún se preguntaba cómo todo eso era posible, si en verdad no se trataba de una pesadilla o de una simple ilusión el que su amigo lo haya dejado así de pronto. Aunque Mika estaba consciente de que Rafa podría irse en cualquier momento, no se había preparado para ello. Nadie nunca lo está en realidad.
El discurso del director terminó con unos momentos de silencio y luego dejó ir a los presentes hacía sus respectivas clases. Por ello Mika comenzó a retirarse, lejos de la vista de alguien que durante todo ese tiempo lo vio con una rabia incontrolable. Algo que algunos notaron, pero sobre todo una persona que estaba al pendiente del chico en todo momento.
Cuando Mika dio vuelta en un pasillo desolado entre dos edificios, alguien lo jaloneó y metió a un salón deshabitado con fuerza, cosa que le hizo caer bruscamente en el suelo. El desconocido entonces pasó a cerrar la puerta detrás al introducirse, todo para quedarse a solas con el alumno de ingeniería.
Esta persona se trataba de la ingeniera Alba Medina, la mujer que mantenía relaciones sexuales con su difunto amigo desde hace poco tiempo. La misma a la que dio la noticia sin que Mika estuviera presente.
–¿Cómo es posible que tú y tu puto amigo sean tan descarados? –Preguntaba la mujer histérica–. Ni siquiera muerto deja de causarme problemas –continuaba la mujer, sórdida en sus palabras, con sus ojos clavados en Mika, quien se levantaba del suelo con una mirada bastante molesta.
–Ingeniera… No tengo idea de qué me habla –respondió Mika de inmediato.
–¡De tu maldita cara, joto asqueroso! ¿Por qué estás haciendo todo ese espectáculo sobre tu maldito amante allá afuera?
–Para empezar, Rafa no era mi amante. Sólo éramos amigos. En segundo, no voy a permitir que lo insulte ni a él ni a mí de esa man… –antes que Mika pudiera continuar, la mujer dio unos pasos y le abofeteó el rostro con una fuerza increíble, casi tirando a Mika al suelo.
–¡Cállate el pinche hocico, «maricon»! ¡Tú fuiste quien le pegaste «eso»! ¡Es por tu culpa que yo también lo tengo y ahora debo decirle a mi esposo! ¡Mi carrera, mi matrimonio y mi familia han sido arruinados por culpa de ustedes dos! –Basureaba la mujer, a la par que Mika sólo la observaba impresionado por el golpe que arremetió hacia él.
–Eso es mentira… Yo ni siquiera tengo «eso». Tengo pruebas de ello y no tengo nada que mostrarle a usted. No… tú eres un adulto… una profesionista. No debiste meterte, en primer lugar, con uno de tus alumnos y si estás casada mucho menos, maldita ramera.
–¡Fue tu amigo el que me sedujo!
–¡Mentira! Todos sabemos lo fácil que eres. ¿A quién quieres engañar? Es más fácil abrir tus piernas que un libro –al decir esto, la mujer frunció el ceño e intentó golpear nuevamente a Mika, pero éste sostuvo su mano en el aire. Ella intentó agredirle con la otra, pero lo mismo sucedió, forcejeando para soltarse, sin que Mika lo permitiera.
–¡Suéltame, maldito marica! ¡Te van a expulsar por esto!
–¡No me importa lo que diga! Yo tengo la contraseña de Rafa, tengo pruebas de que te acostabas con él. ¿Qué vas a hacer?
–¡Ustedes los jotos son sólo problemas! Me alegra en verdad que ese hijo de puta ya haya muerto –cuando la mujer dijo eso, los ojos de Mika se llenaron de furia, soltándola y lanzado uno de sus puños a la cara de la mujer. No obstante, Rodri lo detuvo, sorpresivamente entrando lo más rápido que pudo para lograr detenerlo.
–¿Rodrigo? –Expresó Mika al notar que su mirada era estoica y llena de ira inconmensurable.
–No tiene caso hacer esto. No es algo que nuestro amigo querría.
–¿Tú también, Daggerson? –Preguntó la mujer de momento, ya tranquilándose Mika, soltado por Rodri.
–Rafa era mi amigo y estoy seguro que no quería esto para nadie. Lamento mucho que haya terminado involucrada, pero no voy a permitir que le insulte o que lastime a sus amigos. Él ya está muerto… ¿Qué importa ya?
–Mi vida fue arruinada. ¡Yo todavía estoy viva!
–¡Entonces vaya a arreglarla en lugar de estar inculpando a personas que no se empinaron ante un alumno sin usar un maldito condón! –Gritó Rodri desesperado mientras el dedicaba a la maestra una mirada que le intimidó a tal grado que logró hacerla salir del salón llorando.
Al pasar esto el joven de tez morena suspiró en señal de alivio y miró al techo después de lo ocurrido, esto para tratar de pensar en qué hacer si las cosas se ponían aún peor.
Por su parte, Mika se acercó a él y lo abrazó de momento. Su amigo respondió sin pensarlo, a la par que el novato le agradecía por haber ido en su ayuda en aquel instante. Ambos se pusieron a hablar sobre lo ocurrido, esto para idear una forma en la cual tanto Alba y ellos estuvieran en paz sin tener que llegar a la violencia u otros medios innecesarios.