El regalo perfecto

Capítulo 3

Mi hermana llegó a la casa hace una hora, no quiso que nadie la fuera a buscar, a pesar de que no la hemos visto desde vacaciones, porque no vino en Acción de Gracias ni en Navidad. Olivia es lo opuesto a mí físicamente. Yo tengo el cabello rubio, ella lo tiene castaño. Mis ojos son marrones, ella los tiene verdes.

Pero la amo mucho y estoy orgullosa de todos los logros que ha alcanzado en este año en la universidad. Cada día está más enamorada de su carrera, y sé que llegará muy lejos. ¡Es muy talentosa!

—Payton —me llama Olivia. Ella está sentada en el sofá de la sala, viendo cómo quedó el arbolito de navidad que mi padre adornó. Llego hasta donde está ella y me siento a su lado. Lucy se ha ido a su casa, más tarde volverá para la cena.

—Dime, Oli.

Ella inclina un poco su cabeza hacia un lado.

—¿No crees que el árbol está como caído hacia la derecha?

Frunzo mi ceño, extrañada.

—No me he fijado —imito su posición—. Espera… Sí, el árbol está torcido.

Mi hermana se comienza a reír.

—¡Oh por Dios! Mi madre morirá si ve este árbol torcido.

—¿No lo ha visto ya? —inquiero.

—No creo, ya hubiese pegado el grito al cielo. —Olivia continúa riéndose.

Se escuchan pasos llegando a la sala. Mi hermana y yo nos miramos mutuamente. Cuando escuchamos la voz de nuestra madre llamándonos, abrimos más los ojos en sorpresa. Olivia no puede disimular su risa.

—Niñas, ¿qué están haciendo?

—Eh… estamos viendo el árbol, mamá —contesto, sonriéndole.

—Quedó hermoso, tu padre se esmera cada año.

Asiento, tratando de no reírme. Mi madre no se da cuenta de lo torcido que está.

—Este año está más… bonito —dice mi hermana. Veo como tiene su mano sobre sus labios, tratando de no reírse. Le hago señas para que disimule y no meta en problemas a mi padre.

Y como si lo hubiese llamado con el pensamiento, mi papá llega a la sala.

—Mis amores, ¿están admirando el arbolito? —pregunta entusiasmado.

—Sí, cariño. Te quedó precioso como siempre —lo felicita mi madre.

Olivia no puede más con la risa y se desploma en el mueble. Ríe a carcajadas, su rostro está rojo y su mandíbula tiembla de risa. Verla hace que me comience a reír con ella. Desvío mi vista hacia el árbol y no puedo parar de reírme. ¿Cómo es que mis padres no se dan cuenta que el árbol está torcido hacia un lado y que la estrella parece la punta de una lanza?

—¿De qué se ríen? —Mi madre nos mira como si nos hubiese salido tres cabezas a cada una.

—De nada, mamá —responde, Olivia.

Luego ella dirige su vista hacia mí, nos miramos una a la otra y nos carcajeamos de nuevo. Quizás sea el ponche crema de Lucía que nos ha achispado un poco.

Amo a mi familia.

—Mamá, papá —los llamo, ellos me miran de vuelta expectante a lo que diré pero mis labios tiemblan y comienzo a reírme de nuevo.

Mi hermana se levanta del mueble, limpia las lágrimas derramadas por tanta risa y llega a donde está mi padre, le coloca la mano sobre el hombro y le dice—: Papá, ¿tú estás seguro que colocaste bien el árbol? ¿No lo ves cómo torcido?

Mi madre voltea a mirar el árbol como el exorcista.  

El ambiente de la sala se vuelve silencioso de pronto, todos estamos mirando el árbol. Las mejillas de mi padre se van tiñendo de color rosa mientras mi madre detalla el árbol desde cerca. Camina hasta donde mi padre y niega con su cabeza.

—¡Está torcido, Joseph! —exclama. Mi padre traga en seco.

—Pero se ve bien, mamá. —Trato de calmar la situación antes de que se altere.

Todos nos sorprendemos cuando ella comienza a reírse a carcajadas. Olivia y yo nos vemos sorprendidas por la actitud de mi madre. ¡Ella se está riendo!

—¿Olivia? —inquiere mi padre.

—¡Está viejo, Joe! —sigue riéndose—. ¡Eso parece una lanza!

Miro el árbol y me río de nuevo.




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