El Regreso

5

Ian

 

Antes de ir a la universidad iría a la casa de Emma con Josué. Desayunamos rápido y salimos de casa. Llegamos a su departamento y como era de esperarse Josué se sorprendió con tremendo lugar que había comprado ella. La puerta nos abrió la muchacha de servicio y nos dirigimos donde estaba Emma con un chico de cabello verde hablando animadamente. Fruncí el ceño ¿Quién era él? Ellos notaron nuestra presencia y nos miraron.

–Hola chicos –dijo Emma saludándonos con un beso en la mejilla. Se giró a ver al chico de cabello verde –Michael, ellos son mis hermanos Ian y Josué –nos regresó la mirada mientras nos presentaba. Le di la mano como saludo igual que mi hermano.

–Un gusto conocerte –hable seguido de mi hermano.

–Igual chicos –contesto Michael con una sonrisa tímida. Este chico ya lo había visto varias veces haciendo mandados a varias personas, así se ganaba la vida supongo. Se veía que era agradable.

Mientras ellos terminaban de desayunar nosotros conversábamos. Al terminar Emma se había ido a ducharse y cambiarse para ayudar a conseguir trabajo a Michael. Así nos habían dicho ellos. Cuando bajo estaba muy distinta. Tenía un vestido blanco y uno tacones negros de punta que la hacían ver realmente hermosa. Al parecer no era el único que lo pensaba ya que Michael y mi hermano estaban embobados mirándola. Salimos de ahí y Emma se ofreció llevarnos a la universidad, nosotros aceptamos encantados. Llegamos y todos nos quedaron viendo, rápidamente comenzaron a cuchichear entre ellos.

–Los veo luego chicos. Cuídense –dijo despidiendo Emma.

–Hasta luego chicos, buena suerte –se despidió Michael con una sonrisa. Asentí.

–Cuídate Emma, que todo salga bien para ustedes –dijo Josué dándole un beso en la frente a Emma y despidiéndose de Michael. Yo hice lo mismo. Se subieron al coche y se perdieron entre las calles de NY.

–Vaya. Emma si ya que llamo la atención –dije a mi hermano al ver que nadie nos quitaba la mirada de encima. Había un grupo de chicos que siempre molestaban a todos. Enserio, eran un verdadero grano en el culo. Pasamos por su lado, esperando a que nos molestaran, pero hicieron lo contrario. Salieron corriendo como si nos tuvieran terror.

– ¿Que mierda? –pregunto mi hermano mirando ceñido por donde se habían ido corriendo. Me encogí de hombros, ni yo sabía que estaba ocurriendo.

Entramos a nuestra clase, era la única que nos tocaba juntos. Se nos acercaron dos chicas a nuestro salón o mejor dicho las putas del salón. Hace años por caer en sus enredos perdimos a Emma. Nos dimos cuenta muy tarde.

–Hola, chicos –se pusieron delante de nosotros – Lo vi hoy bajarse de un coche muy pijo ¿De quién era? –pregunto con voz chillona la puta número uno. Carolina. Se estaba ajustando más la falta, bueno si le podemos decir a ese pedazo de tela falda.

–Sí, chicos. Todos hablan de ustedes por eso –dijo esta vez la puta número dos. Melanie, masticando chicle como si fuera una vaca.

Asqueroso.

–Pues, ese coche es de–comenzó a decir mi hermano vacilando con una sonrisa. El me miro y yo entendí lo que estaba tramando. Solté una risa.

–Es de Emma –dije –Nuestra hermana –terminé de decir. Sus quijadas se cayeron al piso literalmente. Ojalá les hubiera podido tomar una foto. Lastima.

–No, ella no puede estar aquí –respondió incrédula la puta número uno.

– ¿Es una zorra no es así amor? –pregunto la puta número dos, mientras le pasaba sus brazos por el cuello de mi hermano. Repugnante.

–No –negó – Las únicas zorras son ustedes –escupió entre dientes Josué.

–Pero que mierda dices –dijo sin creer lo que acaba de escuchar –Vuélvelo a repetir si eres muy hombre –amenazo la puta número uno. Si claro, como si les afectara.

–Son unas putas –dije tranquilo sonriendo.

– ¿Qué te pasa Ian? Tu no me hablas así –dijo está mirándome ofendida –Llega ella y te lava el cerebro ¿Eres estúpido o qué? –pregunto histérica. Puse los ojos en blanco.

–Eres una puta –gruñí – Y no me interesa tenerte cerca después me pasas tus enfermedades –dije con asco. Mi hermano hizo lo mismo que yo. Las dos se fueron con furia, eso nos causó tanta gracia que estallamos a carcajadas.

Todo está como debía de ser.




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