El Regreso

Extra I

· Ocho años atrás

 

Peyton

 

Pise el acelerador mientras salía disparada por las calles del L.A. Estaba de camino a la mansión. Un timbrazo en mi bolsillo llamo mi atención indicando una llamada telefónica. Saque el móvil con una mano mientras que con la otra manejaba. Derek. Rodé los ojos mientras deslizaba mi dedo sobre la pantalla.

–Ni un día sin vernos y ya me extrañas –dije burlona.

–No es una broma Diabla –dijo –creo que estas siendo seguida –respondió bufando

Mire por el retrovisor y había diversos carros atrás míos. Estaba en una carretera. Oh Derek se mas especifico.

– ¿De qué hablas? –pregunte. No creo que nadie en su sano juicio siguiera de manera amenazante a la jodida Diabla.

Resoplo.

–Solo intenta doblar a varias calles y observa cual se mantiene junto a ti. Mandaremos a dos hombres directo hacia allá, te estaremos rastreando. No apagues el móvil –dijo Allec esta vez., al parecer lo tenían en altavoz el móvil.

Colgué

Mire por el retrovisor una vez más y había seis carros atrás de mí. Tres de ellos eran conducidos por mujeres así que descarte la idea. Luego observe los tres restantes sin perder el control del auto. Dos se encontraban polarizados. Descarte el que tenía los cristales claros y me concentre en los otros dos. Uno era un Range Rover de color negro y el otro era una furgoneta blanca. Achique los ojos, ambos parecían sospechosos.

Pise el acelerador con más fuerza mientras me concentraba en esquivar los carros de más adelante. Divise que el range rover se esforzaba en hacer lo mismo. Bingo. Seguí manejando en zigzag entre los autos. Entre hacia una calle solitaria y empecé a conducir un poco más lento. La furgoneta apareció salvajemente por la esquina en mi dirección sorprendiéndome. Pise el acelerador, pero el range rover apareció bloqueándome la salida desde el otro extremo de la calle. Son dos. Me sorprendí, pero no mucho. Tuvieron su momento de inteligencia, pero ahora era la mía. Di un frenazo y una vuelta en seco quedando frente al range rover. Pise el acelerador y me dirigí hacia la derecha, cuando el range rover se giró en mi dirección lo esquive haciendo que casi pierda el control y se estrelle contra una pared. Pero eso nunca sucedió.

Sonreí ya que tenía a ambos vehículos atrás de mí y volví a manejar con velocidad hasta llegar afuera del L.A. Ladeé la cabeza, aún los desquiciados estaban que me seguían. Aunque no por mucho tiempo. Doble en una calle y antes de que ellos lo hicieran doble una segunda vez hacia la izquierda y luego hacia la derecha. Un callejón sin salida. Estaba oscuro y agradecí que mi auto fuera negro y se podía confundir con facilidad

Me coloque unos guantes y agarre mi pistola de la parte trasera de mi asiento. Siempre la tenía ahí conmigo. Cerré mi puerta despacio y me acerqué hacia el principio del callejón. Escuche las gomas de un auto y luego el frenado. Dos puertas se escucharon cerrarse y oía sus voces acercarse a donde estaba. Se podían distinguir mejor.

–Revisa aquel callejón, yo le llamare por teléfono –Era una voz levemente madura

Sentí unos pasos acercarse hacia donde estaba, inmediatamente me pegué a la pared mientras recargaba mi arma y me prepararla para usarla. Un cuerpo apareció doblando la esquina.

–¡Aquí no est...! –fue interrumpido debido a que uno de mis brazos se envolvieron su cuello y mi arma voló hacia un lado de su cabeza.

Mi mano cubrió su boca mientras hacía oídos sordos a sus suplicas y me dedicaba a escuchar lo que hacia el otro seguidor que tenía. Sonreí con burla ante mi pensamiento.

–Lo siento jefe, la perdimos –su voz se escuchaba enojada y asustada ¿jefe? Me imagine que había alguien detrás de esto, pero ¿Quién será el idiota? –No fue nuestra culpa, ella sabe lo que hace –dijo e hizo una pausa –Solo tiene dieciséis años, pero la edad no importa, lo que importa es la experiencia. Ella es la primera de su jodida generación ¡Obviamente es buena! –Exclamo no pude evitar sonreír egocéntrica –Disculpe jefe –balbuceo

Sentí el tipo morder mi palma con fuerza para que lo soltara y eso hizo aumentar mi furia. Con el mango del arma lo noquee mientras le hacía una herida en la cabeza, que no dudo que luego se convirtiera en una contusión.

–Mark –lo llamo – ¡Larguémonos! – Oí la voz del otro hombre gritar mientras se acercaba a donde estaba




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