El Regreso

31

Peyton

 

No recordaba que me había pasado, todo a mi alrededor estaba oscuro. Me moví un poco y noté una presión en mi cintura, un brazo atrayéndome al desconocido. Era Bruno. Parecía tranquilo y muy calmado, sonreí. Cuando iba a retomar mi sueño un sonido me hace sobresaltar, busco al causante de aquel odioso ruido y me doy cuenta que es mi móvil. No iba a contestar, pero tendría que ser muy importante para que me llamen a las tres de la mañana. Me levante con sumo cuidado para no levantar a mí no tan pequeño hermano.

Cogí mi móvil mientras salía sin hacer ruido para no levantarlo. Deslice mi dedo por la pantalla.

–Bueno –conteste sin ver quien era. Fruncí el ceño cuando escuché muchos ruidos desde la otra línea. –Mierda –susurre por lo bajo y me gire para asegurarme que no estuviera nadie. Y así fue, todo normal.

Se escuchó un carraspeo desde la otra línea.

–Necesito que vengas rápido acá –dijo Andrew –Tenemos información sobre el bastardo ese – Colgué. No necesitaba escuchar más para ir rápido.

Sin hacer mucho ruido saque la camisa que llevaba, seguro me la puso Bruno. Me vestí con un pantalón de pitillos negro, una ramera blanca y una chaqueta de cuero. Me puse unas botas y salí de mi habitación no sin antes darle un beso la frente a mi pedacito de cielo.

–Todo esto es por ustedes, no hay manera en que permita que alguien les haga daño –susurre mientras me encaminaba a mi auto sin mirar atrás.

Pise el acelerador desplazándome por las calles, quería llegar lo más rápido posible para saber qué era lo que habían encontrado. Aparque el auto frente del almacén y entre con la mirada puesta de todos sobre mí. No le di importancia y seguí hasta llegar a adonde estaban ellos. Todos se sobresaltaron y sacaron sus armas, pero al percatarse que era yo las bajaron.

Cerré la puerta a mis espaldas con seguro no quería que nadie excepto nosotros se entere de esto.

–Aquí estoy –dije – ¿Cuál es la urgencia? –pregunté sentándome en el sillón

Me incline sobre la mesa quitándole las cajetillas de cigarros a Allec y cogiendo uno para llevarlo a mi boca. Hace tiempo que lo había dejado, pero ahora lo necesitaba urgente. Cogí el encendedor y lo prendí. Lo agarre entre mi dedo índice y dedo medio. Le di una larga calada antes de expulsarlo. Mis músculos se relajaron en el instante. Cuando gire para sacar mi móvil de mi bolsillo de atrás, me congele al darme cuenta quien era la persona que estaba a mi lado. Ryan

Me aclare la garganta mientras ponía mi móvil en el centro. Se sentía extraño todo esto, no lo había visto desde hace mucho tiempo para ser exacto hace tres años cuando me engaño. Sentí una punzada al recordarlo, suspiré alejando esos pensamientos que solo traían dolor y más dolor.

–Sé que es incómodo para ustedes, pero este no es el momento –dijo de la nada Derek, asentí dándole la razón. Ryan imito mi acción. –Esto es muy importante, nos estamos jugando la jodida vida –estaba serio cuando termino de decir eso.

–Nos estamos enfrentando alguien demasiado peligroso. A alguien que conoce nuestras debilidades –Comenzó a decir Luke. –El infeliz ha regresado a terminar con nosotros –hizo una mueca

Tenía una duda que me carcomía la cabeza. Este era el momento para sacarla ya que los siete estábamos reunidos.

– ¿Cómo es que está vivo? No lo entiendo –dije, todos me miraron confundidos –A ese infeliz lo matamos. Yo lo mate con mis propias manos –mire al piso al terminar de decir aquello. No me sentí orgullosa por todo lo que había hecho.

Esa era la verdad, me arrepentí de mi yo del pasado por ser tan despiadada sin sentimientos. Sin tener remordimiento por acabar la vida de alguien. Sé que suena estúpido, pero ahora que crecí me di cuenta todas las mierdas que había hecho sin importar que o quien. Pero me di cuenta de eso tarde por eso no iba a permitir que alguien les haga daño a mis hermanos. A mi familia.

Joder

Un carraspeo llamo mi atención, era John. Bufe.

–Solo nosotros siete sabemos lo que paso en realidad –dijo Allec– Y sabemos que Peyton acabo con ese bastardo. Pero al parecer la suerte estuvo de su lado ya que alguien lo ayudo –término recalcando las últimas palabras, era obvio que alguien lo ayudo. Maldición

Me mordí el labio inferior pensando en una mínima posibilidad que tenía al saber quién era.




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