El Regreso

32

Bruno

 

Escuche un ruido, pero estaba muy cansado que no le preste mucha atención. Cuando siento que alguien me quita las sabanas, gruñí. Maldita mierda quiero dormir, pero por lo que veo no me dejaran hacerlo. Abrase la almohada y busque comodidad para seguir durmiendo.

–Joder, levántate –escuché una voz muy familiar decir cerca de mí, pensé que era mi princesa, pero ella no tiene voz de hombre. –Peyton no está, Bruno –abrí rápido los ojos a escuchar que ella no estaba. Mierda, pero si estaba durmiendo con ella.

Mire la hora y eran casi las cuatro de la mañana. Mis ojos se abrieron como platos y jure que me había atorado con mi propia saliva. Mierda.

– ¿Sabes en dónde está? –pregunta el idiota de Ian. Este era estúpido o estaba ensayando. –Joder, levántate –gruñí por lo que dijo, pero no le di importancia. Ahora solo me importaba donde carajos de había metido Peyton.

– ¿Que ha pasado? –pregunte mirando a Tyler, al parecer todos estaban aquí de nuevo. –Como se dieron cuenta que no estaba Peyton –mire ceñudo a todos, Scott se puso a lado mío y me señalo con la mirada a Jayden.

Este al darse cuenta de mi mirada se aclaró la garganta.

–Me levante eso de las tres de la mañana ya que no podía dormir, cuando de repente escucho un ruido. Para ser más exacto era de un motor de un auto –detallo –Cuando me asome no había nadie, baje a la habitación de nuestra pequeña. Pero me doy cuenta que no estaba. Es decir que ella se fue a dios sabe que –miro a cada uno de nosotros, claro ahora todos teníamos esa pregunta. Ella nunca se iba sin nosotros, sin avisarnos.

¿Qué estaba pasando?

Todos nos miramos de unos a otros, nadie hablaba. Hasta que se escuchó un carraspeo de parte de Ian, lo mire con la ceja alzada.

–Ustedes creen que ella regrese después de días –dijo nerviosos jugando con sus manos. ¿Qué demonios trataba de decir? –Es decir ella regresa al fin al cabo ¿verdad? –Tyler lo miraba analizando todo lo que hacía, también estaba preguntándose de porqué de sus palabras.

– ¿A qué demonios te refieres? –pregunto Scott con el ceño fruncido. –Ella nunca desaparece sin decir a donde va. –aclaro

Cuando iba hablar un fuerte estruendo se escuchó afuera de nuestra mansión, saque mi arma que tenía en la mesita de noche de Peyton que la había puesto antes de irme a dormir. Todos los demás hicieron lo mismo excepto Ian y Josué que estaban blancos como una hoja por nuestras acciones recientes. Salimos sigilosamente sin hacer ruido, cuando llegamos a la planta de abajo se comenzaron a escuchar disparos.

– ¡Maldición! –exclamo una voz conocida. Mierda

Todos comenzamos a salir apuntando nuestras armas, encontramos a Peyton al frente de diez a ocho hombres tirados en el piso, todos estaban muertos. Me apresure a llegar a lado de ella para ver como estaba, tenía algunas cortadas en el rostro y su blusa blanca estaba cubierta de sangre, estaba respirando forzosamente.

Estaba cabreada.

–Entre a la casa –dijo sin mirarnos, estaba mirando lo que estaba a su alrededor menos a nosotros. Nadie se movió –Joder –chasqueo sus dedos – ¡Que he dicho que adentro! –Grito sobresaltándonos a todos, de inmediato todos nos comenzamos a entrar. Me quede en la entrada atrás de una columna para que no me viera.

La observe, estaba masajeándose la sien tratando de canalizar toda la ira que tenía y maldecía por lo bajo. De repente comenzó a sonar algo, era el móvil de ella. Sin mirar quien era contesto.

– ¿Qué? –contesto, se apartó de ahí. No le podía escuchar bien, solo podía ver como movía los labios. Tenía que acercarme un poco –Maldición, el infeliz mando a diez hombres a joder a mi familia. Él sabe todo lo que estamos haciendo –Gruño entre dientes, y patio al hombre que tenía por sus pies que lo hizo escupir sangre, al parecer aún estaba vivo –Creo que tiene interferidos nuestros teléfonos el muy cabron –Suspiro –Voy a deshacerme de esto y voy para allá –negó con la cabeza mientras miraba a su alrededor y guardaba su móvil en el bolsillo. ¿Con quién diablos estaba hablando?

¿Quién se atrevió a mandar a matarnos a nuestro propio hogar?

Pobre imbécil que no sabe que se la espera y peor no sabe con quién se está metiendo. Mi pequeña princesa parecía aturdida mirando a su alrededor. Con toda la valentía que tenía me acerque a su lado y la abrase sin decir nada. Al principio se tensó, pero después de dio cuenta que era yo, su hermano. Me correspondo el abrazo por un momento, pero después se separó y la tuve que dejar ir a regañadientes. La mire, tenía sus ojos azules cristalizaron, pero no se atrevió a soltar ninguna lagrima. Aunque este mal nunca haría por quebrase al frente de nosotros, siempre ha sido así. Tiene que estar pasando algo muy grave para que este así, ella jamás hubiera permitido que alguien de nosotros la viera en ese estado. Maldigo al infeliz de haber causado todo esto.




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