El Regreso

39

Bruno

 

Estaba a punto de alcanzar mi locura máxima. No podía soportar un minuto más sin saber de mi hermana. La única mujer importante en mi vida. No tenían compasión de mí, llevaba días sin ella. Sentía que cada parte de mí se iba con ella. La necesitaba conmigo.

Me levante mientras me pongo unos pitillos gastados y una ramera. La iría a buscar, aunque sea debajo de las piedras. Salgo de mi habitación encontrándome con Matt, este me mira y antes que pueda decirme algo salgo corriendo por las escaleras. Antes que coja las llaves se escucha un gran estruendo, me giro para ver qué había pasado. Me encuentro con Tyler y Scott golpeados.

Me alarme, y sin darme a reaccionar siento que alguien me embiste de una manera tan brutal que soy lanzado a la pared golpeándome fuertemente. Trato de levantar mi cara para saber quién mierda me había hecho eso y veo toda la casa llena de hombres armados hasta los dientes que nos tienen apuntados. Busco la mirada a mis demás hermanos hasta a Ian y Josué. Los encuentros en las mismas situaciones a Tyler y Scott. Todos están demasiados golpeados y con sangre en sus rostros. Me estaba comenzando a enfurecer. Nadie toca mi familia. Y si mi hermana no está para velar por nosotros yo mismo lo hare sin importar quien sea.

Me levanto débilmente limpiando la sangre que tenia de mi ceja, maldición. Tenía hasta la boca cubierta de sangre. Infelices. Doy una fugaz mirada por toda la sala tratando de encontrar a Dominic, pero no lo encuentro. Cierto, nosotros lo habíamos obligado a irse a un lugar más seguro y al parecer no nos equivocamos. Mire a mí alrededor, al que encuentro es a Matt. También está lleno de moretones. Tanteo mis bolsillos para encontrar mis armas y me doy cuenta que no las tenía. Maldición, como mierda los iba a proteger. Cuando iba hablar uno de estos cabrones se me adelanta.

–Así que tú eres el intocable de la Diabla –dijo irónicamente mientras me miraba con burla. Hice puños mis manos apretando mi mandíbula. Maldito infeliz –El pequeño de su familia –murmuro mirándome maliciosamente. Sabía lo que trataba de hacer. Quería provocarme, pero no se lo dejaría fácil. Si quería volarme la jodida cabeza que lo hiciera de una buena vez. Sonreí sin gracia.

–Si saben que soy intocable no deberían haber hecho esto –murmuré –La Diabla los va a matar sin compasión –dije sonriendo fríamente.

–Ella no nos puede hacer nada –respondió chulo –Peor en su estado -lo mire sin entender – ¿Estar en coma no es algo bonito que digamos? O si –dijo

¿Espera, que?

–De que mierda hablas. Ella no está en coma maldito infeliz –escupí con rabia. No podía creer todo lo que este hijo de puta diga. Me miro y su sonrisa se hizo más grande. Me sentí inseguro por primera vez. No podía ser cierto.

–Todo lo que ella fue, se acabó. No quedara nada de ella –dijo fríamente –Empezando por ustedes. Pero no seré yo quien me encargue de ustedes –comenzó acercarse a mí para darme un golpe. Cuando ya veía el puñetazo una voz lo hizo estremeces.

–Lo tocas y serás polvo –dijo una voz a las espaldas del infeliz que quería golpearme.

Este se puso pálido como si hubiera escuchado al mismo lucifer en persona. Mire sobre el hombro de este bastardo para ver quién era. Lo mire, nunca lo había visto. No sabía quién era. Pero su voz se me hacía conocida. El desconocido se acercó hasta mí y de un solo golpe lanzo hasta el otro extremo de mí al bastardo que me quería golpear. Lo mire desafiante sin decir nada por lo que había hecho.

–Así que tú eres el pequeño Bruno –dijo mirándome. No tenía expresión en su rostro. Fruncí el ceño, como mierda sabia aquello. Los únicos que lo sabíamos eran Peyton y Scott.

Era el pequeño, sí. Mi edad no la sabia mucha gente solo mis hermanos, pero pensaban que el menor era Scott no yo. Maldición

– ¿Quién diablos eres tú? –pregunte con rabia. El me miraba con una sonrisa con auto suficiencia. Bastardo. Cuando se volvía acercar a mí, para mírame de cara a cara, escuche un gruñido por mi costado.

– ¡Te le vuelves acercas y serás hombre muerto! –Grito Matt enfurecido. Nunca lo había visto de esta manera –No hagas esto maldición. Ellos no. –dijo aun con rabia. El desconocido lo miro y le hizo una señal al grandulón que tenía sujetado a Matt para que le diera un golpe. Lo dejo inconsciente en pocos segundos. Lo mire con los ojos abiertos, mi respiración se agito igual que la de mis hermanos junto a Ian y Josué.




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